<<Lexa
Siempre es el mismo sueño. Me hallo tendida en el suelo arenoso y pedregoso. Se escucha el cauce de aguas abundantes cerca, el viento acariciar y mecer las copas de los altos árboles que hay a unos metros de mí, aire puro, libre de la contaminación acústica. Es extraño porque siento paz, bienestar. Los rayos del sol deberían ser molestos al darme directamente a la cara, sin embargo, podía mirar fijamente al sol. El sonido de una risa ronca:
- Lexa ¿no te apetece bañarte?
La silueta de una mujer se interpone y tapa el sol, entrecierro los ojos, para acostumbrarme a ese cambio tan repentino y distinguir bien la cara de esa mujer. Siempre el mismo sueño y cada noche apenas avanzo un poco más:
- Se mueves como pez en el agua, doctora.
Digo con una amplia sonrisa, a pesar de que aún no veo la figura de esa mujer solo sé lo que siente mi corazón. Es curioso, porque nunca he sentido algo así de grande, hasta mi propio pecho se queda pequeño>>.
Mayo de 1968
Mientras que consigo instalarme en la casa que supuestamente he construido para formar una familia, me quedaré un par de semanas en casa de la Dra. Fisher. La habitación de invitados es pequeña, pero cómoda, tampoco es que esté todo el día encerrada, a pesar de sus recomendaciones que no haga cosas pesadas, me pongo nerviosa, por no decir que histérica si estoy sentada mirando las paredes.
Ontari no es una mujer que esté todo el día pendiente de lo que hago o dejo de hacer. Es muy independiente y si no está trabajando se pasa todo el día junto al teléfono, haciendo llamadas sin parar, tampoco me atrevo a preguntar que le urge tanto. Después de discutir en varias ocasiones, sobre sí buscar o no a mi desconocida mujer, acabó accediendo.
Fue muy amable de cuidar a mi perro, que a pesar de la impresión que me dio al encontrarlo tan grande y viejo, el si me reconoció, menudo recibimiento por casi me tira, un poco más y me vuelve a romper las costillas que aún no estaban bien soldadas del todo. Me enseñó las cosas que tenía mías, estaban guardadas en unas cajas en su garaje. Más fotos, discos, ropa, libros de mecánica, aeronáutica y lo que pareció ser la respuesta a mis plegarias. Un diario, mientras miraba ceñuda su encuadernación mohosa por la humedad del garaje, miré hacia la puerta sobresaltada cuando escuché un trueno. Al parecer volvía avecinarse una tormenta. Sonrió cuando el grandullón de Aquiles vino corriendo a refugiarse entre mis piernas:
- Oye- digo acariciándolo para transmitirle seguridad- se supone que eres tú quien debe protegerme, vamos
Le digo para que me siga al escalón del porche, a pesar del viento me siento ahí y abro aquel diario, era mío. ¿Dónde encontrar las respuestas que necesitaba? Estaban justo ahí, todo ese tiempo que había borrado mi mente. Aquiles se tumba y apoya su enorme cabeza en mi muslo:
- Es raro, le comento, que yo recuerde nunca he sido de escribir diarios.
1963
Este va a ser el año. He aprendido a volar y manejar una avioneta cutre, pero suficiente. Después de ver la exhibición de las fuerzas aéreas retransmitidas por la televisión. Tenía claro que quería pilotar uno de esos aviones. Mi abuelo había muerto, ya nada me retenía ahí. Así que, aun arriesgo de acabar fusilada, en la cárcel o a saber dónde me propuse entrar en el ejército de las fuerzas aéreas.
Antes tenía que ensayar, vestir como un hombre, hablar como un hombre, e incluso escupir como un hombre si hacía falta. Cuando hacía de manitas sí que me ponía ropa cómoda, no era plan de estar cosechando con un vestido. Así que antes de emprender el viaje a la incertidumbre, me tiré horas delante de un espejo, conjuntando ropa de hombre, carraspeando y cambiando la voz, que sonara lo más masculino que pudiese:
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Honor Guerra y Amor 2 (Clexa G!P)
FanficHonor Guerra y Amor dejó grandes incógnitas sobre nuestras protagonistas. Aun sabiendo el principio y el final, quedamos prendados por el rumbo que tomaron nuestras protagonistas. ¿Por qué Clarke se marchó con Niylah? ¿Por qué Lexa tuvo una aventura...