Capítulo 4. Las otras escuelas

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  —Draco... —me acaricia la mejilla—. Despierta cariño —me besa en la frente, en los ojos, en los mofletes, en la nariz y finalmente en la boca. Me muevo y le devuelvo el beso.
  —Hola... —murmuró medio dormido. Le sujeto la cabeza con las manos y me giro mientras la beso.
  —Draco... —susurra cuando me separo para respirar—. Draco. DRACO.

  Pegué un salto y miré a mi alrededor. Estaba en la cama, la almohada se me había caído al suelo y estaba, otra vez, baboseada. Había vuelto a soñar con Hermione. Y me había vuelto a quedar dormido. Theo estaba a los pies de mi cama.
  —Draco, arriba. Es la última vez que te despierto. Llevas quedándote dormido todos los días durante dos semanas. Y no sé qué diablos sueñas pero siempre amaneces agarrado a la almohada y muy tenso. Y la almohada mojada —añadió con una mezcla de satisfacción y de asco.
  —No es de tu incumbencia, Nott. Gracias por despertarme y no te preocupes me despertaré solo a partir de ahora —me puso de muy mal humor que Nott insinuase cosas, aunque llevase razón.

  Era tremendo, desde aquel día en que me choqué con Hermione soñaba con ella todos los días.
  Ojalá hubiese podido jugar al Quidditch para distraerme de Hermione, pero claro con el Torneo no se podía. Por otro lado, las clases eran cada vez más duras, especialmente Defensa Contra las Artes Oscuras con el chiflado profesor Moody que encima había decidido echarnos la maldición Imperius por turnos para mostrarnos su poder y para ver si nos resistíamos a sus efectos. Y no sirvió de nada que me negase, me hizo ponerme de rodillas y caminar por el aula. Todo para humillarme más.
  Tardé poco en prepararme porque no quería llegar tarde, últimamente las clases eran mucho más intensas y tenía tarea todas las tardes. Lo bueno era que mientras la hacía en la biblioteca, podía ver a Hermione.

  Tras un agobiante día con Binns, los mil deberes de Snape y las lecturas obligatorias de Flitwick, para colmo, me tocaba clase con los estúpidos Gryffindor y el odioso Hagrid.
  —He pensado que, como parte del proyecto de los escregutos, vais a venir en parejas para observarlos y tomar notas de su extraordinario comportamiento—. Declaró Hagrid encantado.
  —No lo haré —repliqué rápidamente—. Ya tengo bastante con ver esos bichos durante las clases, gracias.
  —Harás lo que te digo —gruñó Hagrid—, o seguiré el ejemplo del profesor Moody... Me han dicho que eres un hurón magnífico, Malfoy.
  Los Gryffindor estallaron en carcajadas. Todos menos Hermione que me miró con algo de lástima. Sentí que enrojecía de ira pero no dije nada, ya llevaban mucho tiempo burlándose de mí por lo del jodido hurón aunque, como Hermione pensaba que era un hurón bonito, me daba igual.

  Cuando acabó la clase me dirigí al castillo de mal humor y mirando la espalda de Hermione en la distancia.
Al llegar al vestíbulo, había una multitud, en torno a un letrero, que no nos dejaba pasar. Theo y yo nos metimos entre unos estudiantes de Ravenclaw y él leyó lo que ponía.
  —Draco, dice aquí que los de Beauxbatons y Dumstrang llegarán a las seis el viernes 30. Las clases acabarán media hora antes.
  —Vale, ya podemos dormir tranquilos —me burlé.
  —Yo ya lo hago eres tú el de los sueños extraños —me puse colorado y me abrí camino entre la multitud en dirección a la escalera. Estúpido Theo y su manía de conocerme.
  —Yo duermo perfectamente —murmuré mientras Nott sonreía de oreja a oreja.

  Todo el tiempo restante hasta el día
30 hubo un gran revuelo entre profesores, estudiantes, fantasmas, retratos y Filch. Además estaba todo impecable.
  Esa mañana, cuando bajamos a desayunar descubrimos que habían engalanado el Gran Comedor durante la noche.
  —Draco, ¿tú que opinas? —estaba totalmente absorto viendo como Hermione les decía, en un tono más alto de lo normal a los Weasley y a Potter sus opiniones sobre los derechos de los elfos. Desde que era parte de la P.E.D.D.O me había estado informando y Hermione llevaba razón, estaban explotados.
  —Perdón Pansy, no te estaba haciendo caso, ¿qué decías?
  —Claro que no, últimamente nunca me haces caso. Te estaba diciendo... —intentó decir Pansy acaloradamente, pero sus palabras quedaron ahogadas por el batir de alas encima de nuestras cabezas que anunciaba las llegada de las lechuzas mensajeras.
  Una gran lechuza marrón se posó en mi hombro y extendió una pata.
  —Hola, ¿qué me traes? —le dije a la lechuza de mi familia. Cogí una carta que llevaba y la abrí.
  —Draco te estoy hablando —decía Pansy.
  —Y me parece fantástico pero ahora tengo que leer esto.
  Y sin molestarme en disimular, le ignoré y comencé a leer la carta.

Hola Draco,
¿Qué tal estás? No hemos sabido nada de ti desde que llegaste. Espero que estés preparado para el Torneo de los Tres Magos, cosas grandes se avecinan.
Mantente alerta y continúa conservando tus buenas notas.
Te quiero.

Narcissa Malfoy

  Contesté la carta en un pergamino que llevaba en el bolsillo. Al sacarlo noté la insignia que me había dado Hermione e instantáneamente sonreí. Theo lo notó y también sonrió pero no dijo nada.
  "Cosas grandes se avecinan" ¿Qué querrá decir? —meditaba yo.
  Até una breve contestación en la pata de la lechuza y le di a esta un trozo del desayuno de Blaise. Ululó y se marchó a llevar la carta.
  —¡Eh! Dale de tu propio desayuno. —protestó Blaise con la boca llena. Me recordaba a la comadreja.
  —Lo siento, pero yo ya he acabado —me levanté y me marché hacia la siguiente clase sin hacer caso a Pansy que seguía intentando hablar conmigo quién sabe de qué tontería.

  Durante todo el día nadie prestó atención a las clases, todo el mundo estaba mucho más interesado en la llegada de la gente de Dumstrang y Beauxbatons. Cuando tocó, antes de lo normal, la campana, todo el mundo se levantó rápidamente y salió del aula a pesar de que Snape intentaba mandarnos deberes.

  Theo y yo bajamos rápidamente a las mazmorras y dejamos nuestras cosas en la habitación, nos pusimos la capa de Slytherin y salimos al vestíbulo.
Snape nos colocó a todos en filas y nos fue revisando.
  —Crabbe, abróchate la túnica, pareces un mendigo. Parkinson, quítate esa cosa del pelo no eres un hipogrifo. Bien, ahora quiero que me sigáis, en orden y sin armar revuelo. Los de primero, nada de empujar. No quiero lío, sois Slytherin, que se os note.
  Nos pusimos en filas en orden según el curso, miré a mi alrededor y vi a Hermione al otro lado de la larga fila de cuarto curso. Cuando me quise dar cuenta, llevaba ya un buen rato mirándola y Theo me miraba a mí suspicaz. Para disimular le dije lo primero que se me ocurrió.
  —Mi padre pensó en enviarme a Durmstrang antes que a Hogwarts. Conoce al director y bueno, ya sabes lo que piensa de Dumbledore: le gustan demasiado los sangre impura... En cambio, en Durmstrang no admiten a ese tipo de chusma. Pero a mi madre no le gustaba la idea de que yo fuera al colegio tan lejos.
Mi padre dice que en Durmstrang tienen una actitud mucho más sensata que en Hogwarts con respecto a las artes oscuras. Los alumnos de Durmstrang las aprenden de verdad: no tienen únicamente esa porquería de defensa contra ellas que tenemos nosotros—. Creí que esto bastaría, como me equivocaba...
  —Menos mal que no has acabado en Dumstrang, allí las vistas son mucho peores.
  Sentí que me ponía muy colorado, estaba claro que Theo sabía que me gustaba Hermione.

  En este momento Dumbledore indicó que los de Beauxbatons ya llegaban, y una carroza gigante sobrevoló el bosque prohibido y se detuvo en la explanada.
  De él salió una mujer gigantesca, como Hagrid, que se acercó a saludar a Dumbledore, y unos once alumnos.
  Esperamos otro largo rato y al fin aparecieron, saliendo del lago y en un barco, los de Dumstrang. Cuando el barco se detuvo, salieron de él un tipo que decía llamarse Karkarov, un nombre que me resultaba familiar, y un montón de alumnos y entre ellos estaba nada más y nada menos que ¡Viktor Krum!

El sueño repetitivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora