Capítulo 12. Navidad de baile

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  Teníamos un sinfín de deberes para Navidad pero las expectativas para el baile se llevaban todo el protagonismo.
  La mañana de Nochebuena, cuando todos salíamos del gran Comedor, vi a Hermione con el entrecejo fruncido hablar con sus amigos, no pude evitar acercarme.
  -¿Con quien vas a ir al baile, Hermione? -Preguntaba la comadreja.
  -No te lo digo. Te reirías de mí. -Esa respuesta me heló la sangre, yo sabía que Hermione iba a buscar pareja pero saber que ya la tenía era muy diferente. Decidí intervenir:
  -¿Bromeas, Weasley? ¡No me dirás que ha conseguido pareja para el baile! ¿La sangre sucia de los dientes largos? -Insultarla era horrible. Ella se giró y sonrió imperceptiblemente.
  -¡Hola, profesor Moody! -Exclamó mirándome desafiante.
  Palidecí y retrocedí de un salto mientras lo buscaba con la mirada. Moody permanecía en la mesa de los profesores, terminando de comer.
  -Eres un huroncito nervioso, ¿eh, Malfoy? -dijo Hermione mordazmente, y ella, Potter y Weasley empezaron a subir por las escaleras mientras se reían. Mientras yo me recuperaba del susto, vi como se giraba y me guiñaba un ojo.
  -A las once, donde siempre. -Vocalicé para que me entendiese. Ella asintió y desapareció en el piso de arriba.

  Esa misma noche, tal y como habíamos acordado, subí al tercer piso y me senté a esperarla. Diez minutos después llegó ella.
  -Hola Draco, disculpa el retraso, me he entretenido.
  -No pasa nada Hermione -le hice un gesto y se sentó frente a mí -¿Así que soy un huroncillo nervioso no? -Pregunté suspicaz. Ella se rió.
  -¿Así que soy una sangre sucia de dientes largos no? -Reí.
  -Touchè. Bueno, ¿ya tienes pareja para el baile? -pregunté nervioso.
  -Eh... Sí. ¿Y tú?- ella también estaba nerviosa, ¿por qué?
  -No, primero quería hablar contigo. -¿De dónde había salido el valor para decir eso? Enrojecí.
  -¿Có... Cómo? No entiendo... -sus mejillas empezaban a adquirir cada vez más color.
  Cogí aire y lo solté todo de tirón:
-Pues es que a mí me gustaría ir al baile contigo y...
  -Pero Draco... -me cortó ruborizada.
  -Ya, ya sé que no podemos ir, lo sé, simplemente quería decírtelo primero. -Hermione me miraba algo ¿sorprendida?
  -Vaya, Draco, yo... No sé que decir. Gracias.
  -Mañana se lo pediré a alguna de Slytherin.
  -¿A tu amiga Pansy? -Hermione me miraba divertida.
  -¿A esa loca? Ni de broma. -Puse mi mejor cara de espanto y Hermione dio una risita. Estuvimos en silencio unos segundos pero yo ya no podía aguantar más.
  -Bueno, y tú, ¿con quién vas? -me recargué sobre la pared intentando que no se notase mi nerviosismo.
  -Con nadie. -Hermione desvió la mirada. ¿Quién era su pareja y por qué no quería decirlo?
  -Has dicho que ya tenías pareja. -Dije en mi mejor tono de interrogatorio.
  -Sí, pero...
  -Vamos Hermione, ¿no confías en mí?- puse cara de no haber roto un plato en mi vida y vi como ella cedía.
  -Sí, pero... Uff, tienes razón. Voy con... Viktor Krum. -En ese instante me quedé muerto. Noté como la envidia se apoderaba de mí. Ese patán iba a acompañar a Hermione al baile, es más, iba a abrir el baile con ella. Y mientras yo iría con Astoria...
  Hermione me miraba tímidamente.
  Yo respiré hondo.
  -¿Con Krum? ¿Con el jugador de Quidditch?
  -Pues sí. -Ella parecía avergonzada y mi ira luchaba por salir. Intenté controlarme y de la forma más educada posible seguí preguntando.
  -¿Pero dijiste que te caía mal porque todo el día rodeado de chicas?
  -Pues sí, pero yo no sabía que en realidad él quería invitarme al baile a mí. Los de Dumstrang ya lo sabían desde antes y... ¿Crees que hago mal en ir con él? -ella no parecía feliz, eso me estresaba. ¿Debía mentir y decirle que hacía bien aunque yo pensase que ese tío era idiota? Sí, porque si no ella se enfadaría conmigo y no creo que pudiese soportar eso.
  -Sí, lo mismo es un buen tipo. Tú pásalo bien y ya está.
  -Gracias Draco. Sólo lo sabéis tú y Ginny -su cara se ensombreció cuando añadió: -A Harry y a Ron no se lo he dicho porque son unos idiotas.
  -¿Va todo bien, Hermione? -Ella estaba algo triste. Levantó la cabeza y al mirarme sus ojos se pusieron vidriosos.
  -No -contestó. Y una lágrima cayó.
  -¿Qué ocurre? -pregunté abrazándola. Ella correspondió al abrazo. Y me contó que había discutido con la comadreja:
  -... Y entonces me dijo que yo era una chica. -yo fruncí el ceño.
  -Weasley me abruma con su inteligencia. -dije irónicamente. Ella se echó a reír.
  -Si él quería ir conmigo al baile, ¿por qué no me lo pidió? -su pregunta formó un nudo en mi garganta. Ese pedazo de idiota estaba colado por Hermione. Por primera vez, su estupidez había servido para algo.
  -Bueno, quizá es que le daba miedo que dijeses que no. Si él te lo hubiese pedido, ¿habrías aceptado?
  -No lo sé, tal vez. -Le di el pañuelo de mi bolsillo y se secó las lágrimas. Dejé que pasasen unos segundos y formulé la pregunta que me atormentaba desde la noticia del baile:
  -¿Y si lo hubiese hecho yo? -Ella se separó de mí y me miró sorprendida.
  -¿Qué?
  -¿Si yo te hubiese pedido ir al baile habrías aceptado? -Me quedé mirando fijamente sus ojos.
  -Pero si nadie puede saber que somos amigos. -Ella estaba muy tensa.
  -Ya, ya lo sé pero, ¿y si nada de esto fuese así? ¿Y si pudiésemos ser amigos sin necesidad de escondernos? ¿Habrías ido conmigo? -Insistí.
  En ese momento sonó la campana que indicaba que eran las doce. Ella se levantó rápidamente.
  -Lo siento Draco, son las doce, tengo que volver o si no, no podré pasar a mi sala común. Nos vemos. -Me devolvió al pañuelo y salió de allí bien deprisa. Una desazón me invadió. ¿Por qué no me había contestado? ¿Le daba pena decirme que no iría conmigo al baile? ¿Tan terrible sería tenerme de acompañante? Me estaba agobiando mucho así que decidí ir a la lechucería a escribir varias cartas. Escribí una a mis padres deseándoles Feliz Navidad y el resto a diferentes tiendas del Callejón Diagon para hacer mis compras navideñas: encargué una pulsera y un reloj de bolsillo para mis padres; para Theo, un libro titulado Animales, bestias y otros seres; para Blaise, una caja de dulces de varios tipos y para Hermione unos pendientes en forma de flor que cambiaban de color a voluntad. Le añadí una nota para que lo supiese. Decidí también comprar dos pares de calcetines para Dobby, se pondría feliz.
  Al día siguiente era Navidad y muchas cosas iban a pasar. Sin dejar de dar vueltas a mi encuentro con Hermione me marché a mi sala común. Todo era tan raro.

El sueño repetitivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora