Capítulo 9. El artículo de Rita Skeeter

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  Las siguientes dos semanas iban mejor que nunca, las expectativas sobre la primera prueba no decayeron y nuestras insignias fueron todo un éxito, hasta los Hufflepuff más tímidos las llevaban.
  Por mi parte todo fue muy bien con Hermione, quedábamos todas las noches y poco a poco nos habíamos ido conociendo. Ahora yo sabía que sus padres eran dentistas, una rara profesión muggle, que le encantaba leer más de lo que yo hubiese podido imaginar y que odiaba el Quidditch con toda su alma. Por mi parte le conté mi buena relación con mi madre y el odio hacia mi padre y que en realidad no soportaba a la mayor parte de los Slytherin, empezando por Pansy. Todo iba bien, perfecto hasta...
  —¡Nott! ¡¿Qué es esto?! —estábamos en en la habitación, me preparaba para las clases y Theo, que me estaba esperando, me acababa de enseñar el artículo escrito por Skeeter. Por esa hija de una mantícora.
  —Draco, ha llegado esta mañana yo... no sé qué decir.
  El artículo hablaba de la trágica vida de Potter y de lo mucho que lloraba por sus padres, algo que a mí me importaba una mierda. Lo grave no era eso, lo grave era...
  —¡¿Pero tú has leído esto?!: Finalmente, Harry ha hallado su amor en Hogwarts: Colin Creevey, su íntimo amigo, asegura que a Harry raramente se lo ve sin la compañía de una tal Hermione Granger, una muchacha de sorprendente belleza, hija de muggles y que, como Harry, está entre los mejores estudiantes del colegio. ¿¡ME EXPLICAS QUÉ ES ESO DE QUE HA HALLADO EL AMOR!?
  —Draco, relax, no ves que dice que Creevey es su "íntimo amigo" y sabemos que eso no es verdad. Su fan número uno pues sí, pero su íntimo amigo no. Esa tipa se inventa las cosas con tal de vender. Seguro que Potter y Granger solo son amigos. Pero tú los has visto, si son como hermanos —Theo estaba intentando ser conciliador pero yo solo me quería morir.
  —No, Theo, tiene todo el sentido. Su apoyo incondicional a Potter, que lo pase tan mal por él... —estaba con la camisa a medio abrochar y con la corbata alrededor del cuello. Theo me agarró de la corbata y tiró hacia él con brusquedad y cara de pocos amigos.
  —Mira, Malfoy, no me vengas con chorradas yo soy tu mejor amigo, daría un riñón por ti y no por eso voy a besarte. Entra en razón. Esa estúpida solo quiere dinero —y añadió soltándome—: ve a hablar con Hermione. Todo se arreglará.

  Me terminé de preparar rápido y bajamos al Gran Comedor. Al llegar TODO el mundo había leído el artículo. Nos sentamos en nuestro sitio.
  —Que te parece, Draco, Potter va a ponerse a llorar en cualquier momento. Y nosotros sin saberlo —Blaise estaba muy alegro mientras comía unos huevos y cereales.
  —Sí, es un alma en pena, ni Myrtle la llorona —contesté furioso. Yo no quería saber nada de ese artículo de mierda.

  El día había ido de mal en peor, no fui capaz de encontrar un momento para hablar con Hermione y, además, durante toda la mañana siempre que nos tocaba clase con Gryffindor se oían comentarios respecto al jodido artículo.
  —¿Quieres un pañuelo, Potter, por si te entran ganas de llorar en clase de Transformaciones? —le soltó Blaise cuando íbamos a Pociones.
  —¿Desde cuándo has sido tú uno de los mejores estudiantes, Potter? ¿O se refieren a un colegio fundado por ti y Longbottom? —increpó Bulstrode antes de Cuidado de Bestias del Loco de Hagrid.
  Pero lo peor fue lo que dijo Pansy la primera vez que estuvieron junto a nosotros. Porque no era contra Potter, era en contra mi Hermione.
  —¿De sorprendente belleza? ¿Ella? —chilló como tonta—. ¿Comparada con quién?, ¿con un primate?
  Mis ganas de golpear a Pansy hasta matarla fueron reales pero Hermione, que es mejor que yo en todos los aspectos, solo se giró y le dijo a Potter:
  —No hagas caso, como si no existieran, Harry —y con gran dignidad pasó junto a Pansy y sus amigas que se reían como bobas.

  Esa noche pudimos hablar en nuestro sitio de siempre. Cuando llegué yo, ella, como siempre, ya estaba allí.
  —Hola —dije algo enfadado y dolido.
  —Draco —se dio la vuelta y sin darme tiempo a reaccionar se acercó corriendo y me abrazó—. Es horrible, dicen que Harry y yo somos novios y que él llora por sus padres y Ron sigue sin hablarle y... —ella estaba muy alterada y nerviosa. Correspondí al abrazo.
  —Eh, eh. Tranquila —estuvimos un largo rato abrazados ella sollozando en mi pecho y yo pasando mi mano por su espalda sintiéndome fatal por no haber pensado en que obviamente todo esto le afectaría.
  Al rato me soltó y se quedó mirándome.
  —Siento haberme puesto así —se puso colorada.
  —No te preocupes —le cogí de la mano y la conduje hasta la pared donde me senté junto a ella—. Creía que no te afectaba tanto, lo siento.
  —Sí me afecta, yo a Harry le veo como un hermano estoy harta de que digan cosas de mí por los pasillos. Y además el tonto de Ron sigue sin disculparse con él.
  —Sí, la com...Weasley se porta muy mal, no sé cómo le aguantas. Skeeter se lo inventó todo, ¿verdad? —pregunté muy interesado aunque bastante más tranquilo.
  —Todo, Harry nunca llora por sus padres, les echará de menos pero vamos... Echa más de menos a Ron. Aunque no lo reconozca —ella estaba triste, eso me dolía.
  —¿Y tú? ¿Añoras a Weasley? —esperaba que no, pero esa comadreja odiosa tenía suerte.
  —Bueno, sí, pero él es el que se tiene que disculpar. Entiendo a Harry —contestó volviendo a su ser de mandona adorable.
  —Ya, yo también —yo estando de acuerdo con Potter, ¿quién me lo iba a decir?
  —Además últimamente se viene conmigo a la biblioteca y sé que eso le aburre. Además, me pongo histérica porque allí está Krum que siempre lleva detrás un grupito de chicas que me molestan porque ¡Argg! Si ni siquiera es guapo, solo se fijan en él porque es famoso y sabe hacer el amargo de Rosi —se enfurruñó. Yo me eché a reír.
  —Hermione, es amago de Wronski.
  —Lo que sea —sonrió y apoyó su cabeza en mi hombro. Estuvimos un rato en un agradable silencio—. Creí que te enfadarías conmigo -dijo mirándome con algo de culpa.
  —¿Por qué? ¿Porque a pesar de que siempre me aseguras que es como tu hermano hoy me levanto y leo que sois novios? No, no me he enfadado —declaré algo irritado. Hermione me miró con una ceja subida—. Bueno, mentira. Sí me he enfadado, pero Theo me ha convencido para que antes de sacar conclusiones hablase contigo. Y yo, en contra de todo pronóstico, no he sido el cabezota arrogante de siempre y le he hecho caso —reconocí.
  —Dale, en ese caso, las gracias a Theodore —me dijo fingiendo seriedad.
  —No lo haré, tú no sabes como se pone cuando gana. Es insoportable. Pero me alegro de haberle hecho caso, tú no tienes la culpa de nada, de hecho, yo... lo siento Hermione, he sido, otra vez, un gilipollas.
  —Nah, solo has sido el Draco de siempre —me dijo sonriéndome y me dio un beso en la mejilla. Enrojecí de la cabeza a los pies.

El sueño repetitivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora