Capítulo 10. La primera prueba.

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  El lunes siguiente me levanté muy cansado, había dormido fatal. Había soñado con que Hermione lloraba.
  —Theo, ¿qué clase nos toca ahora? —preguntó Blaise con la boca llena de tocino.
  —Zabini, por dios, mastica con la boca cerrada. No eres Weasley —dije asqueado. Theo se echó a reír.
  —Tenemos Herbología, Blaise. ¿Cuándo te vas a aprender el horario?
  —¿Alguna vez lo he hecho? —contestó Blaise con otra pregunta.
  —Tristemente no.

  Cuando llegamos al invernadero Hermione estaba sola. Potter había desaparecido y Weasley, gracias a Merlín, no se acercó a ella.
  Tuvimos que podar un arbusto nervioso y diez minutos después apareció Potter. Se susurraron algo y Hermione le miró preocupada y asintió.

  Cuando salíamos del Gran Comedor, Hermione me miró y me dijo con los labios:
  —En la Biblioteca en 5 minutos.
  Yo asentí.

  Cinco minutos más tarde iba hacia la biblioteca cuando algo me agarró y tiró de mí hacia un pasillo lateral.
  —¿Pero qué...?
  —¡Shhh! Calla. Nos oirá alguien —me susurró Hermione.
  —Creía que íbamos a la Biblioteca.
  —Ahora hay gente y de todas formas sólo necesitaba verte, no tardaré.
  —Ah, vale. ¿Pasa algo? —ella estaba nerviosa.
  —No, solo es que esta noche tengo que ayudar a Harry a practicar el encantamiento convocador. Y se le da muy mal, seguramente tardaré y no podremos quedar —creo que se sentía culpable.
  —No te preocupes. Ya nos estamos viendo ahora. Bueno, espero que Potter consiga hacer el hechizo. ¿Para qué lo necesita? Ya no lo estamos practicando en clase —necesitaba ocupar mi mente, ella estaba demasiado cerca de mí.
  —Eh... Pues... Yo no debería decírtelo.
  —Ah —me quedé un poco decepcionado de su desconfianza.
  —No es por nada, es que... Bueno, mira, te lo digo. Confío en que no se lo dirás a nadie —me miró severamente. Parecía la mirada de McGonagall.
  —No, no tranquila.
  —Es que ya sabemos cual es la primera prueba del torneo, Harry se tendrá que enfrentar a un dragón, y para ayudarse convocará su escoba ya que se le da muy bien volar —lo dijo muy deprisa, yo no salía de mi asombro.
  —¡Un dragón! Pero, Merlín, es increíble. Espero que Dumbledore sepa lo que hace, como Potter muera... —ya imaginaba lo triste que se pondría Hermione y eso no me gustaba nada.
  —¡Draco! Harry no va a morir, no seas agorero —me golpeó en el brazo.
  —Lo siento, no quise decir eso. Ya me contarás como va. Prometo no decir nada.
  —Lo sé. Adiós —y tras darme un apretón en el brazo salió corriendo.
  —Dragones... —susurré—. Espero que Potter vuele mejor que nunca.

  Al día siguiente, había una tensión y emoción enormes en el ambiente. Las clases acabaron a mediodía para que todos los alumnos tuvieran tiempo de bajar al cercado de los dragones. Aunque la mayoría no sabían lo que se iban a encontrar. Estaba muy nervioso, los dragones no eran fáciles de controlar y Potter tampoco era un mago muy espectacular.
  Cuando estábamos comiendo, McGonagall entró en el Gran Comedor y fue directa hacia Potter. Le dijo algo y este se puso en pie, supongo que le tocaba prepararse para la primera prueba. Vi a Hermione desearle suerte pero ella estaba igual o más nerviosa que él.
  Después de comer nos condujeron hacia el bosque, allí en una explanada habían puesto unas gradas donde nos sentamos.
  —Merlín, voy a salirme de mi piel —murmuré entre dientes.
  —¿Qué te pasa? —me preguntó Theo.
  —Dragones —contesté secamente.
  —¿Qué? —Theo se acercó más a mí.
  —La primera prueba son dragones, uno para cada uno supongo. Y algo tendrán que hacer.
  —¿Cómo lo sabes? —estaba incrédulo.
  —Hermione me lo dijo.
  —Ah —se quedó mirándome—. ¿Desde cuándo te preocupas por Potter? —añadió al rato.
  —Potter me importa un bledo, si sale chamuscado es problema suyo. Pero si se muere, Hermione lo pasará fatal y yo no quiero que eso pase —la perspectiva de Hermione llorando me provocó un nudo en el estómago.
  —Comprendo. Bueno, Potter no es Dumbledore pero algo hará —Theo estaba tan tranquilo. ¿Es que no veía el peligro?
  —Va a volar —mi tono era muy neutro.
  —Sí, cuando el dragón le lance por los aires volará —hizo un silbidito.
  —No es momento de bromas —rebatí reprimiendo una sonrisa —cuando esto acabe, si Potter pierde un brazo o las orejas, entonces, haz todas las bromas que quieras. Pero que no se muera —y tras una pausa, añadí—: volará con la escoba.

  En ese momento, trajeron un gigantesco dragón azul plateado muy furioso. Todo el mundo se asustó.
  Anunciaron que el primero sería Diggory y que su objetivo era coger el huevo dorado y recibirían puntos, de cero a diez, por ello. Cuando este salió todos aplaudieron. Yo estaba concentrado buscando a Hermione, cuando la vi estaba muy nerviosa y agarrada a la barandilla.
  Convirtió un roca en perro pero el dragón le quemó. Unos quince minutos después, Diggory logró el huevo y cambiaron al dragón.
  Trajeron uno de color verde. Era el turno de la chica francesa. Ella hizo un hechizo que dejó al dragón como en trance pero, cuando estaba dormido, escupió, en un ronquido, un chorro de fuego y le quemó la falda.
  Unos diez minutos después logró el huevo.
  Cambiaron de nuevo al dragón por uno rojo y salió Krum. Potter era el último, Hermione se moriría de la angustia. Nada más aparecer, Krum lanzó un hechizo a los ojos del dragón pero el animal se tambaleó y aplastó la mitad de los huevos reales. Aun así, recibió la mejor puntuación por el momento.
  Y era el turno de Potter, trajeron un dragón de un aspecto horrible, seguro que Hagrid lo amaría. Tenía la cola llena de pinchos. Potter convocó la escoba y pudo volar alrededor del dragón y coger el huevo más rápido que nadie. Pero en mitad del vuelo una de las púas de la cola del dragón le rozó el hombro. Hermione dio un grito.
  Potter fue a la enfermería que habían improvisado y Hermione salió tras él junto a la comadreja.
  —Bueno, no se ha muerto —me dijo Theo.
  —No, pero el dragón podía haberle quemado el pelo, o una pierna. No sé. Lo ha hecho bastante decente. Y Dumbledore está en el jurado, seguro que gana ¯contesté.
  —Que Granger no te escuche decir eso —me advirtió en broma Theo.
  No le dieron mala puntuación pero le sobrevaloraron, como siempre. Excepto Karkarov que le puso un 4.

  Como ya había acabado la primera prueba volvimos al castillo. Para la segunda faltaban tres meses. Todo el mundo estaba muy alegre, parecía que habían olvidado su odio a Potter, incluso los Slytherin estaban de mejor humor.

  Cuando estábamos llegando a la entrada vi a Hermione que pasaba corriendo, cuando me vio, me miró y me sonrió disimuladamente. Correspondí su sonrisa. Ella dejó caer un papel junto al escalón y se marchó.
  Cuando me acerqué al escalón fingí que me agachaba a arreglarme el calcetín y cogí el papel disimuladamente y me lo guardé en la manga.
  Al llegar a la Sala Común lo leí: Hermione quería verme en 10 minutos en el tercer piso.
  —Me voy Theo —le dije mientras me apresuraba en darme la vuelta.
  —¿Señorita H? —me dijo si levantar la vista de el libro que acababa de coger.
  —¿Eh? Sí —contesté sonriente—. Pero no la llames así, es muy cantoso.
  —Si lo dices por Blaise o por Pansy, no creo que ninguno de ellos tenga suficiente cerebro para darse cuenta. Y si hablas de Crabbe y Goyle no creo que ellos sepan ni deletrear así que...
  —Bueno, sí, tienes razón. Hasta luego.

  Salí por la puerta y cuando estaba doblando la esquina por el pasillo me choqué con Pansy.
  —Merlín, Pansy, mira por donde vas —no me gustaba nada encontrármela.
  —Lo siento Draco, te estaba buscando. ¿Dónde vas? —me preguntó mientras me agarraba del brazo. Que pesada era, y ya empezaba con su interrogatorio.
  —A dar una vuelta —me solté de su enganche.
  —¿Por dónde? —preguntó de nuevo.
  —No te incumbe, aparta —no tenía tiempo para estas pérdidas de tiempo, Hermione me esperaba y no pensaba llegar tarde.
  —Draco, no me hables así. No soy Granger para que me insultes —ah no, poner a Hermione en medio no era permisible.
  —No, ella sabría cuando quitarse de mi vista. Adiós —y mirándola con mi mayor cara de desprecio salí de allí deprisa.

  Cuando llegué Hermione estaba paseando inquieta.
  —Hola, siento la tardanza, Pansy no me dejaba en paz —saludé preocupado.
Al verme se le iluminó la cara y se acercó a mí.
  —Da igual, me había asustado pensar que a lo mejor no habías visto la nota.
  —¿Qué tienes en la cara? —pregunté tomando su mentón y levantando su rostro para acercarlo a la luz que desprendía la antorcha.
  —¿Qué tengo? -me dijo preocupada.
  —Marcas de uñas. Creo que estabas nerviosa por Potter —solté su cara y la miré.
  —Sí, el dragón era enorme. Y cuando le dio con la cola... —me dijo muy deprisa.
  —Sí, tuvo suerte.
  —¿Qué te parecieron los puntos? —me preguntó sentándose.
  —Justos. Bueno, Bagman le sobrevaloró pero Karkarof compensó así que... _me senté junto a ella.
  —Sí, eso pensé yo —me contestó más relajada.

  Estuvimos una hora hablando hasta que se tuvo que ir.
  —Me tengo que ir, hay fiesta y claro, preguntarán por mí.
  —Lógico. ¿Qué es una fiesta sin la mandona Hermione para controlarla? —la chinché.
  —¡Oye! —me dio un golpe en el brazo. Nos quedamos mirándonos sonrientes unos segundo hasta que me abrazó—. Gracias —dijo contra mi pecho.
  —¿Por qué? —pregunté apoyando mi cabeza en la suya.
  —Por apoyarme. Y por ser un hurón insufrible.
  —De nada —respondí sonriendo.

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