La clase de Defensa Contra las Artes Oscuras no había estado mal. Ese loco de Moody nos acababa de enseñar las maldiciones imperdonables y ahora ya podría usar la maldición Cruciatus contra la comadreja.
En ese momento, mientras estaba perdido en mis pensamientos Theo me dio un golpecito en el hombro.
—Draco, nos toca Cuidado de Criaturas Mágicas. Hay que ir a la cabaña.
—¿Qué? Oh por Merlín, ese semigigante sigue dándonos clase. Qué decadencia. No sé por qué mi padre no hace algo. Ya está enterado de esto. Y no me digas más, nos toca con los de Gryffindor ¿verdad?
—Sí, amigo. Pero eso no está tan mal ¿no? —me rebatió con un guiño.
—Explícate, Nott, ahora —mi cara se sonrojó de forma disimulada. No es posible que supiese mi atracción hacia Hermione. No lo sabía nadie.
—No lo digo por nada en particular pero soy tu amigo. Te conozco desde los cuatro años. Solo digo eso.Preferí olvidarlo y comencé a andar en dirección a la cabaña.
Cuando llegamos estaban ya todos los de Gryffindor y allí estaba ella, tan atractiva como siempre mirando una caja. Y en la caja había... <<¿¡Qué diablos es eso!?>> pensé. Un bicho parecido a una langosta paliducha y deforme sin caparazón, viscosa y con muchas patas. Y había por lo menos cien y olían horrible además de soltar chispas.
—Recién nacidos —dijo Hagrid con lo que parecía ser orgullo—, para que podáis criarlos vosotros mismos. ¡He pensado que puede ser un pequeño proyecto!
Ni en broma, este tipo estaba loco si creía que yo iba a tocar eso.
—¿Y por qué tenemos que criarlos? —Hagrid se quedó perplejo ante mi pregunta mientras Crabbe y Goyle se reían—. Sí, ¿qué hacen? —insistí—. ¿Para qué sirven?
Hagrid abrió la boca haciendo un considerable esfuerzo para pensar.
—Eso lo sabrás en la próxima clase, Malfoy. Hoy solo tienes que darles de comer. Pero tendréis que probar con diferentes cosas. Nunca he tenido escregutos, y no estoy seguro de qué les gusta. He traído huevos de hormiga, hígado de rana y trozos de culebra. Probad con un poco de cada.
—¿Próxima clase? ¿Va a haber más clases con este bicho? Y además, que clase de comida es esa. No pueden comer fruta como todo el mundo —le susurré a Theo.
—No todo el mundo se alimenta de manzanas como tú. Además a ti te da igual. Los hipogrifos eran estupendos y conseguiste que Buckbeak te atacase y después culpaste al pobre bicho.
—Aquello ni me lo recuerdes. Dolía un montón —además eso me recordaba al puñetazo. Porque a ella, por supuesto, le importaba el hipogrifo más que yo y por eso me golpeó. No me gustaba nada recordar eso.
—¡Ay! —gritó Dean Thomas—. ¡Me ha hecho daño!
Hagrid corrió hacia él. Se le notaban los nervios en la cara.
—¡Le ha estallado la cola y me ha quemado! —explicó Thomas enfadado, mostrándole la mano enrojecida a Hagrid.
—¡Ah, sí, eso puede pasar cuando explotan! —dijo Hagrid, asintiendo.
—¡Ay! —exclamó Lavender Brown—. Hagrid, ¿para qué hacemos esto?
—Bueno, algunos tienen aguijón —contestó... ¿Entusiasmado? Brown apartó la mano de la caja — probablemente son los machos, las hembras tienen en la barriga una especie de cosa succionadora... Creo que es para chupar sangre.
—Ahora ya comprendo por qué estamos intentando criarlos —dije yo de la forma más sarcástica posible—. ¿Quién no querría tener una mascota capaz de quemarlo, aguijonearlo y chuparle la sangre al mismo tiempo?
Los Slytherin se ríeron y Hermione me miró y... ¿Qué hacía? ¿Intentaba no sonreír? Me quedé embobado mirándola. Hacer que se riese era un sueño hecho realidad.
—El que no sean muy agradables no quiere decir que no sea útiles —me replicó con brusquedad. Creo que fue consciente de que le hice gracia—. La sangre de dragón es increíblemente útil por sus propiedades mágicas, aunque nadie querría tener un dragón como mascota, ¿no?
Vi como Potter y la comadreja miraban a Hagrid sonrientes. Claro, el estúpido dragón de Hagrid que hacía tres años me había costado un castigo.
Me hubiese encantado contestar algo pero la cara que puso Hermione al concentrarse para poder alimentar esa bestia era demasiado para mí y me quedé absorto.—Draco, ¿estás bien? —me preguntó Theo una hora más tarde cuando nos sentamos a comer.
—Sí, Theo solo estoy pensando en qué clase tenemos ahora.
—Ah, pues tú y yo Aritmancia, el resto tiene Adivinación creo.
<<Mierda, Aritmancia>> pensé. Era la peor clase de todas, con diferencia. En ella estaba con Hermione pero encima no estaban ni Potter ni la comadreja, ellos se iban con la loca de Trelawney. Y de Slytherin solo estábamos Theo, Greengrass y yo. Pfff que desastre, me pasaba la clase mirándola, nunca pasaba del Supera las expectativas.
Hermione se levantó corriendo y se marchó del Gran Comedor, seguro que iba a la biblioteca. Era su hábitat natural.Toda la clase se la pasó levantando la mano y contestando y todo el rato lo hacía bien. ¿Por qué no estaba en Ravenclaw? Lo único bueno de la clase había sido que no teníamos deberes.
Al acabar la clase nos dirigimos al Gran Comedor y allí los vi a los tres y no había ningún profesor. Era el momento de sacar el periódico, les hice una seña a Crabbe y a Goyle.
—¡Weasley! ¡Eh, Weasley! —grité en mitad del pasillo. Los tres se volvieron.
—¿Qué? —me contestó la comadreja de mal humor. Sonreí.
—¡Tú padre ha salido en el periódico, Weasley! —grité para que todos lo pudiesen oír—. ¡Escucha esto! —comencé a leer el texto. Mientras veía sus caras de incredulidad—... los funcionarios del Ministerio se vieron inmersos ayer en otra situación embarazosa a causa de la actuación de Arnold Weasley, del Departamento Contra el Uso Incorrecto de los Objetos Muggles —levanté la vista y sonreí. Sus caras eran un poema—. Ni siquiera aciertan con su nombre, Weasley, pero no es de extrañar tratándose de un don nadie, ¿verdad?—estaba exultante. Todo el mundo me escuchaba, volví a alzar el periódico y seguí leyendo. Cuando acabé, los Slytherin se estaban riendo y todo el mundo miraba a esa comadreja—. ¡Y viene una foto, Weasley! —añadí dándole la vuelta al periódico y levantándolo—. Una foto de tus padres a la puerta de su casa... ¡bueno, si esto se les puede llamar casa! Tú madre tendría que perder un poco de peso, ¿no crees?
Lo del peso me daba igual, pero la casa parecía la madriguera de un topo.
—Métetelo por dónde te quepa, Malfoy —dijo Potter—. Vamos Ron...
No, no, esto no acababa aún, Hermione solo me estaba mirando, no había dicho nada.
—¡Ah, Potter! Tú has pasado el verano con ellos, ¿verdad? Dime, ¿su madre tiene al natural ese aspecto de cerdito, o es solo la foto?
—¿Y te has fijado en tu madre, Malfoy? —me preguntó Potter. Tanto él como Hermione sujetaban a Weasley por la túnica ya que tenía deseos de lanzarse contra mí—. Esa expresión que tiene, como si estuviera oliendo mierda, ¿la tiene siempre, o solo cuando estás tú cerca?
Me puse rojo y tenso, noté como Theo me tocaba el hombro en señal de que me relajase pero nadie insultaba a mi madre. Era lo único que tenía.
—No te atrevas a insultar a mi madre, Potter.
—Pues mantén cerrada tu grasienta bocaza —me contestó Potter dándose la vuelta.
Se iba a enterar, me escapé del agarre que Theo había ido haciendo sobre mí y lancé el primer hechizo que se me ocurrió hacia Potter. Pero no me dio tiempo a más, oí un ¡BUM! Y ya solo sentí dolor.
—¿¡QUÉ DIABLOS PASA!? —intenté gritar, pero solo salían chillidos de animal.
Intenté salir corriendo hacia las mazmorras pero algo me retuvo. Era Moddy, ese tío loco me había transformado en algo. Y me agitaba por el aire. Intenté moverme pero era muy pequeño. Me hacía sentir muchísimo dolor... Me hacía rebotar contra el suelo, estaba seguro de que me iba a partir todos los huesos.
De repente noté que ya era yo otra vez, tenía el pelo revuelto y caído sobre la cara y estaba colorado. Con bastante dolor me puse de pie.
—¡Moody, nosotros jamás usamos la transformación como castigo! —McGonagall estaba abroncando al chiflado de Moody. Busqué a Hermione con la mirada, tenía cara de susto mientras que Potter y Weasley estaban sonriendo divertidos. Ellos me daban igual, pero que ella estuviese algo asustada por mí, me provocaba alegría. Moddy, que ya había acabado de hablar con McGonagall, se giró hacia mí me miró con desagrado.
Tenía los ojos aún llenos de lágrimas y le miré con todo el odio que pude sacar de mí.
—Mi padre se enterará de esto.
—¿Ah, sí? —me dijo en voz baja acercándose a mí—. Bien, conozco a tu padre desde hace mucho, chaval. Dile que Moody vigilará a su hijo muy de cerca... Dile eso de mi parte... Bueno supongo que el jefe de tu casa es Snape, ¿no?
—Sí —respondí. Nunca le dije a mi padre de esto, no hubiese salido bien. Eso de ser un mortífago no facilitaba las cosas con un auror como tampoco lo hace ahora.
—Otro viejo amigo —gruñó—. Hace mucho tiempo que tengo ganas de charlar con el viejo Snape... Vamos, adelante... —Y me agarró bruscamente de un brazo mientras me conducía a las mazmorras.
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El sueño repetitivo
RastgeleLa historia narra, desde el punto de vista de Draco, sus pensamientos desde cuarto curso. IMPORTANTE: se deben haber leído TODOS los libros antes, no sólo por los spoilers, sino porque la historia no narra todo lo que pasó en el libro, si no se cono...