5. Amber

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–¡TIM!

De un momento a otro la puerta se abrió, dejando ver a la persona causante de mis desvelos, de mis pesadillas y por la cual estoy en "terapia" con un "psicológico". Mi corazón latió rápidamente de miedo y enojo, estaba todavía molesto por lo de hace un rato y ahora entra él y todo lo que me hace es aumentar mi impulso de matar a todos.

–Tim...

–¿Qué mierda quieres?

–Esa es la forma de trata a tu querido... padrastro?

¿Padrastro? Al diablo con eso.

–¿Padrastro?– hablé con ironía. Tengo tantas ganas de patear a este infeliz hasta que llore sangre al igual que yo lo hice. –Oh, eres más que eso. Eres...

–Tienes razón.– me interrumpió. Se acercó lentamente hacia mí, sonriendo con su estúpida y sínica sonrisa de pedófilo. Se sentó junto a mí en el suelo y pasó sus mano por debajo de mi camisa, tocándome. –Soy más que sólo tu "padrastro".– susurró en mi oreja y lamió mi cuello.

En mi estómago se formó una revuelta. Era una combinación entre asco e ira, una repulsión tan grande. Todo lo que quería hacer en ese momento era golpearlo, golpearlo fuerte, tan fuerte hasta dejarlo inconsciente. Cerré los ojos al sentir su mano colarse en mi bóxer.

Abrí los ojos, al escuchar unos ladridos. Fox le estaba ladrando a Paul, parecía que en cualquier momento se le tiraba encima para morderlo.

Sonreí.

Amo ese perro.

—Por desgracia, hoy no tendrás amor de parte mía, y no hablo solo porque tu perro te quiere solo para ti,– maldito zoofilico –sino porque se quedará aquí mi sobrina y no quiero que escuche tus grito de perra cuando te coja. ¿Ok?– sacó su asquerosa mano, se levantó y caminó a la puerta para luego abrirla. –Por cierto. Dijo tu mamá que la cena ya está lista. Ponte guapo y baja.– dijo, me guiñó un ojo y salió.

Estúpido viejo, maldito pedófilo.

Me levanté del suelo y golpee mi cama, mi mueble de la ropa y hasta mi mochila. Lo odio, odio esta vida, odio la escuela, odio a mi mamá. ¡ODIO TODO!

¡¿QUÉ HICE PARA MERECER ESTO?!

Respiré pesadamente y jalé mi cabello en enojo. Agarré mi almohada tan fuerte y grité. Unos perros ladraron a los lejos. Yo solo quería desahogarme. Solo quería morir.

Caí al suelo y lloré. No recuerdo la última vez que fui feliz con alguien, la última vez que me sentí amado. La última vez que sonreí. Cuando mi vida era buena, lo único que me preocupaba era pasarme la hora de mi programa favorito. Ahora todo me preocupa, tengo miedo de todo. Porque todo me puede pasar. Todas las cosas malas me pueden atacar más en cualquier momento.

Intenté relajarme. Era difícil. Quería huir, pero no tenía dirección. No tenía un lugar para sentirme a salvo. No tenía nada.

Cuando sentí que estaba mejor, me lavé la cara y me sequé. Acaricié a Fox, porque sólo él puede hacerme sentir mejor, caminé a la puerta y salí. Fox iba a mi lado cuando íbamos bajando las escaleras.

No sé por qué hago esto.

Escuché la conversación que llevaban en la sala. Y me enfadé, odio que hablen de mí. Así sea lo más mínimo.

–Casi no habló, está de nuevo cortante, ya sabes. Deberías decirle a Dasher que aumente más sus horas, tal vez él le ayude.

–¿Quién es Dasher, tío Paul?

–Es el psicólogo de Tim.

–¡¿Él está loco?!

–No, para nada, cariño. Mi hijo solo... solo está en una etapa en la que... él, ehm... necesita hablar con alguien porque...

SEÑOR PSICOLOGÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora