Cuando desperté, sentí que mi cabeza estaba en una lavadora. Me sentía mareado, cansado y con dolor. Quería morir. Me dolía tanto. ¿Qué había pasado? ¿Cuánto tiempo dormí? ¿Dónde están todos? En verdad, ¡¿qué había pasado?!
Intenté sentarme en la cama, pero me sentía tan mareado y dolido. ¿Quién o qué me golpeó? Si es que lo que pasó realmente pasó. Las cortinas de mi cuarto estaban amarradas y las persianas abiertas. Tenía dos cobijas calientes encima. Un plato con sopa en mi mesa de noche y una silla junto a la cama.
¿Alguien estuvo... cuidándome?
Era extraño.
Porque siempre que me sentía fatal y pedía ayuda a alguien, todo lo que me decían era:
-Por ahí hay pastillas, tómate una y ya está.
Lindo.
Por eso nunca pedía ayuda. Aunque me estuviera muriendo. Porque sabía la respuesta y no la quería, no quería ESA respuesta. Quería que alguien se preocupara por mí. Pero a la única persona que le importo en serio... es a mí mismo.
Porque... si no me importo yo mismo... ¿A quién entonces?
A como pude me levanté de la cama. Sujetándome de las paredes, poco a poco fui caminando por el pasillo y bajando las escaleras. La señora Sparks estaba en el comedor sacando cuentas, con una calculadora, recibos y un cuaderno con muchos números y enredo de palabras mal escritas.
-¿Mam...?
-Ahora no Tim. Estoy ocupada.
Bien... supongo que alguien se levantó con malhumor.
Fui a la refrigeradora y saqué la caja de jugo de naranja. Tomé un sorbo y luego lo guardé. Cerré la puerta y el calendario me golpeó en la cara. ¿Cuánto tiempo dormí? El calendario decía que era sábado. ¿Cuándo pasó todo? ¿Jueves o viernes? Creo que jueves.
Ahora era un sábado del mes de octubre. A las 15.20. ¿Qué debía hacer? ¿Dormir otra vez? ¿Jugar en la PlayStation? ¿Salir? ¡Ya sé! Voy a buscar a Fox. Hace mucho que no lo veo. No quiero averiguar qué fue lo qué pasó conmigo. Me siento muy cansado y aturdido.
Sentí un ardor en el estómago. Fue mala idea tomar algo tan ácido sin haber comido nada en... horas. Sentía que iba a vomitar. Me estaba destrozando tanto.
-Hay pizza de ayer en el microondas.- dijo la señora Sparks después de hablarme tan mal.
-No tengo hambre.
Suspiró y se volteó a verme. Estaba... enojada. -¡Sé que tienes hambre! ¡Te conozco! ¡Y solo porque te da pereza cocinar o calentar no comes!
-No tengo hambre. Cuando tenga voy a buscar que hacerme.
-Bien.- terminó y siguió en lo suyo. No tengo idea que diablos le pasa.
-Hey, ¿has visto a Fox?
-¿"Hey"?
Me golpeé mentalmente en la cara con la mano. -Disculpe, señora Sparks. ¿Sabe dónde está mi perro?
-Afuera.
-Gracias.
Era la primera vez que la llamaba así en voz alta. Y ella no dijo nada al respecto, más bien la vi hacer una pequeña sonrisa.
Yo andaba puesto la última ropa que recordaba. Con la que fui a "la tarde especial con mamá". Así que solo iba a agarrar mi abrigo y las botas y ya. Aunque... está haciendo mucho frío, en verdad mucho. ¿Cómo podía ser tan desgraciada de dejarlo afuera en esta mierda?
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SEÑOR PSICOLOGÍA
Non-FictionCuando la fase de la inocencia y las ganas de descubrirlo todo pasa frente a nosotros, la llamamos infancia, una etapa maravillosa, pero no para todos. Hay infancias que pueden erizar la piel y ponerte a llorar de saber que final tan desesperante ti...