18. Fiebre del Oro

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-Hey...

-Hey, Tim.

-¿Qué haces? Está frío.

-Sí, lo está, pero... ¿quieres uno?- me enseñó su cigarrillo y pensé, después de todo esto... ¿cómo puede solo no importarle lo que pasa y... fumar?

-No, gracias. No fumo.

-Deberías probarlo. ¿Lo has probado? ¡No trato de meterte en esto! Sí, puede llegar a ser una adicción y todo el asunto, pero...- suspiró -me hace olvidar lo malo. Solo sentir lo caliente y ver como el humo se dispersa por el aire...

-Dame uno.- dije mientras me sentada en el porche de la cabaña.

-¿Estás seguro? No quiero meterte en algo, amigo.

-Estoy bien. Ya lo hice antes y fue... asqueroso.

-Tal vez era muy fuerte. Este es más "suave".

Me acomodé junto a él y me pasó su cigarrillo. No estaba tan mal. Casi me da un ataque de tos pero no era como aquella vez, aquella vez me estaba matando.

-No tenía idea de que fumaras.- se lo iba a pasar, pero vi que estaba encendiendo otro.

-Como te dije, me ayuda.

Asentí y continué mientras veía la nieve.

Habíamos llegado hace unas... horas y a como lo supuse, Margaret y Graham estaban preparando todo para la cena y apenas me vieron se llenaron de alegría. Y más cuando vieron que traía compañía.

Si tan solo mis abuelos o alguien se pusiera así cuando me viera.

Sólo Fox lo hacía.

Ellos estaban encantados de que Miguel y Natalia se quedaran una semana. Porque Natalia y Miguel dijeron que sólo se quedarían una semana, tenían que seguir su camino a Duluth. Y la verdad la idea no sonaba mal. Había agua caliente, un baño, una cama suave y comida. Pero lo más importante era el amor de ellos dos.

Sin embargo, yo no podía quedarme. Solo me quedaría esta noche. Todavía estoy cerca y si ellos me estaban "buscando" me encontrarían, tenía que seguir. Y mi destino era Duluth, podía empezar una nueva vida. Ser independiente. Conseguir trabajo y algún lugar para vivir...

Una nueva vida lejos de todo esto.

-No le digas a Natalia.

-¿Qué cosa?

-Sobre esto.- levantó su cigarro.

-No te preocupes.

-Se supone que estoy dejándolo. El cigarro y las drogas, pero siempre que recuerdo mi vida es España o... o en este momento... ¡No lo digo por ti! Tú eres como... un termo de agua en el desierto y no sé como recompensarte o agradecerte. Es solo que... mi vida fue mala y todavía lo es, en su mayoría.

-Puedes hablar conmigo.

-He... he estado en lo bajo, en la tierra. Es como una depresión, un mal sueño que no puedo despertar. Me he estado tomando mi tiempo para tratar de verlo bueno, pero es casi imposible. Trato de superarme, pero... ¡ugh! Todavía tengo esa mierda en la mochila.

-¿Qué mierda?

-La droga.

-Oh... es como ¿heroína? ¿cocaína?

-Solo metafetamina. Pero tranquilo, todo lo compré "legal". No lo robé.

-De acuerdo.

-Siento que estoy perdiendo la razón. Siento como si esta vida ya no fuera mía. No quiero estar vivo. Sólo quiero morir. Y dejame decirte porqué, toda esta otra mierda de la que hablan ellos... creen saberlo todo. Ellos creen saberlo todo solo porque son más grandes. Y sí, está bien, saben varias cosas, pero son cosas del pasado. Los tiempos cambian. Ya ahora todo el mundo está con el WhatsApp y el Facebook. Todos mis amigos estaban en todas las redes sociales y no tenían ni 5 minutos para salir a tomar una cerveza conmigo mientras veíamos el partido. ¿Puedes creerlo, Tim?

SEÑOR PSICOLOGÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora