Contraproducente

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¿Qué vale más? ¿La causa personal o el satisfacer el deseo cumplido? Shizuru analiza las terminaciones de sus actos mientras busca calmar su ansiedad con la taza de té entre sus manos. La duda le carcome dentro de sí. Siente como el hormigueo de sus pensamientos persistentes comienzan a causarle una leve jaqueca. La noche ha sido revestida de insomnio. Ver sufrir a una persona amada no es una de las maravillas que alguien debería afrontar. Se debe tener bastante fuerza interior, fuerza y cordura. Sentido común, cuantas veces ha cruzado el pensamiento de marcharse. De salir de allí. Pero no puede, una fuerza motora inexplicable le hace quedarse. Le hace esquivar esa reflexión por al menos un cuarto de hora. Los desamores son difíciles de superar piensa acariciando la tibia porcelana. Ella lo sabe, sabe el sabor metálico que genera en el alma el desamor, la falta de correspondencia. Pero ella también sabe del lado que siempre le toca: de ese donde la cordura hace pie al fondo saliendo de a ratos por aire. Ella jamás se deja ahogar de la situación pero cuanto le está costando esta vez. Sufrir por amor es horrible, pero ver sufrir a quien amas, eso es casi una tragedia. No solo cargas con el sufrimiento del otro, sino también del de uno mismo. El ruido sordo de la madera le anuncia el avistamiento de Natsuki. Suspira silenciosamente.

Shizuru – pronuncia Natsuki con la voz cargada de cansancio y sorpresa.

Natsuki – le contesta regalándole una sonrisa.

Había creído que te habías marchado – le confiesa. En un acto casi infantil refriega sus ojos esmeraldas intentando mitigar un poco el cansancio de estos.

Me he quedado por si me precisabas. Espero no haber sido inoportuna- le dice suavemente. Sintiéndose un poco expuesta.

Para nada Shizuru, necesitaba la compañía de alguien- dice mirando dentro del refri. Se abastece de una botella de leche dándole sorbos sin preocupación alguna.

- jijijiji – se emite la suave risa de Shizuru de manera espontánea.

- ¿Qué sucede?- pregunta Natsuki extrañada.

Que sigues siendo igual que de adolescente- le responde mientras camina con una servilleta. Limpia con cautela el costado de la boca de la joven sonriendo. Natsuki mira la ventana el reflejo le devuelve una despeinada joven con la mitad del emblanquecido mostacho. La risa se cuela de su garganta también. Shizuru sonríe de la escena. Algo dentro de su corazón se alivia. Creyó que no vería una sonrisa durante mucho tiempo.

- Creo que deberías volver al trabajo – dice bajándome de la nube de mis pensamientos.

- Podría traerte problemas tanta ausencia – agrega.

- Las ausencias largas son lujos que se dan los jefes. Para ello le pago a gente que trabaje por mí – le digo de manera altanera.

- Viéndolo desde allí- dice mirando la ventana. Que fantasía que tiene con el paisaje de su departamento.

- Deberíamos ir a comprar comida- le sugiero. Sacarle a la realidad está siendo un suplicio.

- Podemos llamar y que nos la traigan- contesta. No parece que no habrá medida.

- Natsuki no has salido, necesitas ver el sol. Ver gente. No puedes vivir presa aquí entre cuatro paredes por siempre- le digo aun algo molesta.

- Pero… - la queja se muere en sus labios. El silencio observa la ventana. El trasfondo de la realidad le asusta. Siente el miedo al rechazo al dolor desmedido que aunque aún no se halla sanado supura desarraigo. Desarraigo de una sociedad, del sistema. Desarraigo de todo y una falta de personalización.

Entraste como un rayo de luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora