Capítulo 8

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Azael ha estado actuando raro conmigo desde lo que pasó en la fiesta. Quizás se dió cuenta de el efecto que tuvieron sus palabras sobre mí. Si esto es así hay algo claro, no quiere que me ilusione con él, por lo tanto es evidente que este pequeño sentimiento de deseo no es recíproco.

Resoplo frente al reflejo de mi misma en el espejo y termino de colocar esos mechones sueltos que deciden escaparse a cada poco de mi cola de caballo.

Cuando estoy lista salgo de la habitación y bajo las escaleras para comenzar a correr. Me gusta correr, me sienta bien y en cierto modo hace que me olvide de todas mis preocupaciones, y como soy una chica demasiado preocupada me ayuda a mantenerme en forma.

Coloco bien mis cascos y comienzo mi rutina de footing despreocupante, así es como me gusta llamarlo.

Voy a contaros como es que se que Azael está actuando raro conmigo. La fiesta fue hace una semana, y desde entonces no hemos coincidido para desayunar, comer y cenar. Mi madre lo ha achacado a que esta muy ocupado en el trabajo y tiene mucho que hacer, pero no es así. ¿Qué cómo lo sé? Bueno porque con quien si mantengo contacto es con Isaac, y el me recuerda lo disponible que está las 24 horas del día para mi, y como estos días tienen muy poco trabajo.

Así que claramente Azael me está evitando. Lo que menos me gusta de esto es que para evitarme llega al punto de mentir a mi madre, algo que me molesta, pero tampoco me puede quejar demasiado, mi actitud tampoco es del todo correcta hacia ella.

Estoy tan ensimismada en mis pensamientos que ni si quiera soy capaz de ver el coche que gira de golpe para no chocarse contra mi. Grito como una loca del susto y llevo la mano a mi corazón.

-Oh dios mío Serena, ¿estás bien?

Reconozco la voz de Azael, y cuando levanto la vista lo veo acercándose totalmente preocupado. Miro hacia el coche y veo la puerta del copiloto abierta lo que me confirma que si, era el que conducía.

Niego con la cabeza y el termina de acercarse a mi para hacer algo que provoca una corriente de diferentes emociones que no soy capaz de describir. Me abraza. Me pega a su enorme pecho en el cual recuesto mi cabeza. Sus brazos rodean mi pequeño cuerpo (en comparación al suyo) y creo que comienzo a temblar.

-Dios, soy un desastre, realmente te asusté, mírate- rompe el abrazo y toma entre sus manos mi rostro para observarme- estás tan atemorizada, no dejas de temblar.

-No...,no pasa nada- digo con la poca voz que queda en mi sistema.

Ya que el con su hermoso rostro ha sido capaz de robarme la capacidad de hablar.

Sus pulgares comienzan a acariciar mis mejillas y no puedo evitar mi vista a sus labios. Esos labios tan tentadores, con una perfecta forma, carnosos y gruesos. Su color es rosado, y no puedo evitar desear probarlos, saber si besan tan bien como parecen. Mi subconsciente me juega una mala pasada y no dejo de relamer mis labios imaginándome ese momento.

-De-deberías- Azael carraspea y aparta sus manos de mi cara. Vuelvo mi vista hacia su rostro y este mueve la cabeza como si estuviese negando y mira hacia otro lado- deberías ir a casa y descansar, fue un susto bastante grande, además tienes un gimnasio, es peligroso correr por la carretera.

Ni si quiera me mira cuando dice todo eso, ni cuando se sube a su coche y comienza a acelerar sin mirar atrás.




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-¿Qué te pasa? Te noto ausente amiga- dice Lizzy al otro lado del teléfono.

-Lo siento, hoy casi tengo un accidente y como que no dejo de pensar en eso- bueno, no en eso, sino en lo sexy que se veía Azael tan cerca de mi y lo increíble que sería besarlo una y otra y otra vez.

-UN ACCIDENTE! ¿JODER AMIGA CUANDO PENSABAS DECÍRMELO?

-No pensaba decírtelo porque uno, sabía que te ibas a poner así, dos, porque no fue tan grave y tres, porque me llamaste para contarme tus problemas y preocupaciones, no para hablar sobre mi. Así que sigue hablando.

Escucho a Lizzy resoplar en la línea pero decide hacerme caso y continuar contándome su pequeño drama familiar, que para mi no es tan pequeño.

-Pues eso, que ahora mi madre afirma que ya no quiere saber nada de mi padre, y que ha conocido a un hombre mucho mejor y más interesante, pero lo único mejor e interesante que tiene es la cantidad de ceros de su cuenta bancaria. Se que lo ha hecho por eso, siempre le exigía lujos a papá, lujos que el no podía permitir. A saber cuanto tiempo lo lleva engañando con este tipejo.

-Lizzy..., no deberías de pensar así de ella...

-Oh por favor Serena, mi madre no es como la tuya, a ella no le importa nada que no sea material.

-Lo siento mucho amiga, sabes que si lo necesitas puedes venir aquí durante unos días mientras sigue todo ese drama en casa, para desconectar...

-Gracias Serena, pero de momento seguiré aquí, papá también me necesita.

-Está bien.

Seguimos hablando por un rato hasta que comienzo a escuchar el sonido de la habitación de mi madre abrirse y cerrarse de golpe. Me despido de Lizzy y camino hacia la habitación para ver si ha ocurrido algo malo. Lo peor es que no me doy cuenta hasta que entro que no podía ser mi madre ya que esta aún no salió de trabajar. Por eso me encuentro con esa enorme espalda desnuda. Tan sólo ese cuerpo escultural con unos pantalones puestos, remarcando y observando así aún mejor su hermoso trasero.

Azael se gira y sus ojos impactan en los míos. Y no sé si es la tensión que se ha creado en el ambiente, o lo sexy que el luce, lo que me anima a caminar hacia a el y llevar mi mano a su pecho, comenzando a acariciarlo.

-¿Serena? ¿Qué haces?

Y con tan sólo esa pregunta yo respondo de la única forma que llevaba tiempo deseando, besándolo.

Comienzo a morder su labio inferior para después tratar de introducir mi lengua. Su boca se abre dándome así el acceso que estaba solicitando, y comenzando así un juego de lenguas que hace que mi cuerpo comience arder de una forma que nunca antes había experimentado.






Cayendo en la tentación [Libro 1 Trilogía Cayendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora