Capítulo 26

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Cuando llego a la casa que antes pertenecía a mi madre y Azael confirmo que realmente estoy nerviosa por lo que va a suceder. Después de la increíble noche que pasé con Azael, confirmé una cosa, y es que quiero vivir ya nuestra relación, poder salir de la mano, estar juntos en los lugares públicos, sin miedo a que eso pueda llegar a los oídos de mi madre. Necesito hablar con ella, aclarar la situación, e intentar que nuestra relación no se pierda, aunque eso ya lo veo más difícil.

Camino por el largo sendero de piedra y llamo a la puerta. Pasan unos minutos hasta que esta se abre revelando el rostro de una de las empleadas.

—Hola, buscaba a mi madre, ¿se encuentra aquí?

La empleada que ya conocía con anterioridad asiente con la cabeza y me indica que esta se encuentra en el que era el despacho del señor Azael.

Se que el comportamiento de Azael y el mío no es del todo correcto, querer estar juntos poniendo por encima nuestros intereses que los de mi madre. Aún así Azael trató de reparar la situación entregándole a mi madre la que era su casa, creo que si por el fuera le daría absolutamente todo para que no pudiese reclamarle nada, y vivir así en una especie de paz interior.

Camino por los largos pasillos de la enorme casa y me detengo frente a la puerta entreabierta del despacho. Haciendo el menor ruido posible trato de abrirla, y cuando lo hago veo algo que no me gusta para nada. La cabeza de mi madre sobre el escritorio, su cuerpo hace pequeños movimientos al son de lo que supongo que son llantos, su mano derecha agarra una botella de licor mientras que con la izquierda agarra el vaso con el que se lo sirve.

—¿Mamá?

En cuanto digo esa palabra su cabeza se levanta como un resorte. Sus ojos hinchados y rojos no pierden de vista los míos. Me permito estudiar su rostro y puedo ver las claras evidencias de la tristeza que la inunda. Grandes círculos violetas se hacen presente debajo de sus ojos. Su pelo esta revuelto, no lleva maquillaje, y su rostro se ve mucho más mayor y cansado.

—Por dios Mamá, ¿por qué haces esto?

Una pequeña risa irónica escapa de su interior. Sus manos sueltan tanto la botella como el vaso y se apoyan en la mesa para hacer fuerza y así incorporarse de la silla.

—Es gracioso que tengas la cara de preguntarlo, cuando sois tu y Azael quienes provocáis esto.

La he pillado, aunque me duela verla así se que ahora es el momento oportuno para hacer preguntas, su borrachera y debilidad hará que suelte todo lo que piensa, sin pararse a pensar en su antiguo "plan" por así decirlo.

—Pensaba que me habías perdonado en Hawai, además en tu estado no deberías de beber así.

Sus ojos miran hacia todos lados, se que esta pensando en una mentira, cualquier pretesto para conseguir engañarme, una pena que desconozca que yo se toda la verdad.

—Traté de perdonarte pero no pude, no pude porque me hiciste mucho daño Serena, yo, que lo di todo por ti, por criarte, por amarte, y coges y me robas al único hombre por el que me había permitido sentir después de tu padre, y por culpa tuya Serena, solo tuya, perdí al bebé que podía unirme a Azael para siempre.

Me duele, me duele ver como me sigue mintiendo con respecto al embarazo, pero me duele aun más que se confirme lo que ya sospechaba, su rencor y desprecio hacia mi. Es horrible ver en los ojos de tu madre la desilusión, el rechazo e incluso el odio por su propia hija, pero a fin de cuentas me lo merezco.

—Lo sé todo, entonces no te molestes en seguir mintiendo y bromear sobre la vida de un ser vivo.

Los ojos de mi madre se abren de par en par, puedo ver como ahora se siente peor, pero no por el hecho de sus palabras, sino por descubrir que yo se la verdad, y que ahora es mucho más difícil que pueda lograr separarme de Azael.

Cayendo en la tentación [Libro 1 Trilogía Cayendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora