Camino por el largo pasillo de la clínica. Han pasado 7 meses, 7 meses sin ver a mi madre, sin saber nada de ella.
7 meses en los que me alejé de todo, en los cuales vivía solo por y para ser feliz con Azael.
A pesar de las numerosas ocasiones en las que le pedí que me acompañase, Azael se negó. Aunque todo lo sucedido ya forma parte del pasado, el aún no esta preparado para olvidar y yo tampoco puedo obligarlo a hacerlo.
Aun así, según su opinión no debería de estar aquí, realmente tiene miedo a cual sea la reacción de mi madre cuando me vea, pero yo necesitaba cerrar esta puerta, pedir perdón y perdonar, y dejar todo aquello que nos lastimó a las dos atrás.
Golpeo en la puerta de la habitación que me indicó una de las enfermeras y luego entro. Mi madre se encuentra sentada en un pequeño sofá blanco, leyendo un libro. La veo relajada y mucho más joven.
―Mamá...― digo en un susurro, pero un susurro lo suficientemente alto como para que ella me escuche.
Mi madre levanta la vista de su libro y lo cierra de golpe en cuánto me ve. Se levanta y camina hasta mi decidida, con una enorme sonrisa, pero de repente se detiene y observa sus manos como signo de no saber como actuar.
―¿Puedo abrazarte?― pregunta con temor.
Yo respondo con un si y ella se acerca a mi y me abraza, me abraza fuerte, entonces cuando lo hace recae en algo y se vuelve a apartar, me observa detenidamente aunque sus ojos se quedan clavados en una parte específica de mi cuerpo.
―¿De cuánto....?― pregunta ilusionada.
―Cuatro meses, fue una sorpresa para Azael y para mi, porque bueno..., digamos que los dos teníamos las cabezas en otras cosas― me río y mi madre hace lo mismo.
Aprovecho su buen humor para darle la siguiente noticia.
―Nos casamos, hace unos 5 meses, aún no sabíamos nada del embarazo, fue una locura transitoria del momento, Azael se fue a Las Vegas de viaje de negocios y me llevó con el, con el furor del momento y del ambiente se nos ocurrió la idea de casarnos en una de esas capillas― comienzo a reírme cuando me acuerdo del Elvis Presley que nos casó, un señor de cerca de los 70 años que apenas podía mantenerse en pie.
Mi madre me sonríe y por un momento temo que su reacción sea negativa, pero en cambio toma mi mano y me guía hasta el sofá de forma delicada.
Ambas nos sentamos y esta no me quita los ojos de encima, siempre con esa mirada de querer decir algo más.
―Me alegro por vosotros, de verdad que os merecéis ser feliz...Veo que Azael no vino...
―No, ya sabes, es un hombre muy ocupado, gracias que aun saca algo de tiempo para mí― miento de forma descarada, y por la mirada que me dedica mi madre creo que ella también lo sabe, pero de todas formas ignora la situación y me sonríe de nuevo.
―¿A qué se debe tu visita? No es que me moleste, pero se me hace extraño...
―Pues no debería mamá, eres mi madre y te quiero, y me duele ver que un hombre nos separó, que perdimos nuestra relación por eso y...
―Shhh― dice mi madre interrumpiéndome― No fue Azael quién nos separó, fui yo
―¿Qué? Mamá no digas tonterías.
―No Serena, escúchame bien, porque te estoy diciendo la verdad. Verás, en esta clínica descubrí varias cosas, y entre ellas que soy alcohólica y que no superé nunca a tu padre.
―¿Alcohólica? Por dios mamá sólo bebiste aquella vez...
―No hija, llevo mucho tiempo haciéndolo, pero esa vez fue la primera en la que me viste.
―No entiendo...― digo confusa
Mi madre echa un pequeño suspiro y luego acerca su mano a mi rostro para acariciarlo.
―Cuando tu padre nos abandonó caí en el alcohol, pero tu nunca lo supiste ver. Eras demasiado pequeña y nunca lo hacía delante tuya, sólo cuando tu no estabas, pero bebía, y a grandes cantidades. Cuando te fuiste a la universidad fue mi desmadre, bebía muchísimo más porque ahora si, estaba sola y no tenía que ocultárselo a nadie. Pero conocí a Azael, el me ayudó en cierto modo a superarlo, pero el hecho es que eso seguía ahí, y cuando lo dejamos pues..., volvió...
―¿Azael lo sabía?
―Se hacía el tonto, pero creo que si, a veces era demasiado evidente como me ponía el alcohol y la necesidad que tenía de él.
―Pero aún así..., sigo sin entender lo de que todo fuera culpa tuya...
―Verás hija, yo nunca amé a Azael. Tan sólo que el era mi contención, mi salvavidas, y ver que lo perdía y que ya no tenía eso ahí me hizo perder la cabeza. Evidentemente si no fuera alcohólica nunca habría estado con él, eso lo tengo claro, porque Serena, yo nunca voy a poder olvidar a tu padre.
―Mamá...
Ella toma mi mano y la aprieta con fuerza.
―Cuando te hice eso, cuando tuvimos el accidente, descubrí que esto tenía que parar, que tenía que hacer algo si o si. No me lo podía perdonar, y eso provocó que quisiese beber más, por lo que me metí aquí por ayuda de Isaac. Es un buen muchacho ¿Sabes?, en cierto modo me habría gustado que te enamorases de el y no de Azael, entre otras cosas porque Azael no tuvo una actitud muy acertada.
Suspiro y asiento con la cabeza.
―Lo sé mamá, y en cierto modo eso tampoco me dejaba avanzar con él, pero ambos hablamos de la situación, aclaramos nuestros puntos y ahora todo esta genial.
―Me alegro por ello, de verdad que lo hago― dice con voz tierna.
―Perdóname mamá, perdón por todo el daño que te hice y por no saber ver lo que te estaba ocurriendo...― digo entre lágrimas.
Mi madre niega con la cabeza y se acerca a mi para abrazarme. Su mano acaricia mi cabeza mientras trata de calmar mi llanto.
―Perdóname tu por haberte engañado así, por intentar separarte del hombre al que amas, y por todo lo ocurrido en aquel accidente...
Me separo de ella y la miro a los ojos.
―No tengo nada que perdonarte mamá, porque siempre hiciste lo que pudiste.
―No tengo nada que perdonarte hija, porque tan sólo ignorabas la realidad.
Y así es como nos volvimos a abrazar y a sellar de esta forma un nuevo pacto, uno que incluye que nunca más nos ocultaremos cosas, que durante lo que nos queda de vida ambas estaremos ahí, y que nunca más dejaremos que nadie nos separe, porque lo más importante de esta vida es el amor, pero el amor de la familia.
FIN
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Cayendo en la tentación [Libro 1 Trilogía Cayendo]
Romansa1º Libro de la Trilogía Cayendo. Los libros de la trilogía no guardan ninguna relación por lo que no existe ningún tipo de orden. 2º Libro de la Trilogía Cayendo: Cayendo por Giulia Su mirada, su boca, su cuerpo, todo en el llama mi atención. Mi co...