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"Una vida comienzo a tu lado, recuerda lo que éramos y somos, te mostraré que puedo ser la persona de la que te enamoraste, solo dame una oportunidad más."

La despedida en el aeropuerto fue un poco más larga de lo previsto, Yuuri se mostró nervioso una vez que se quedó a solas con el mayor, pues a pesar de haber estado casados no sabía cómo actuar fuera del hospital con él.

—Tenemos que irnos, vamos a nuestra casa. —Anunció Viktor al ver la expresión de Yuuri.

—¿Cómo es nuestra casa? —Preguntó con una leve emoción.

Viktor sonrió en respuesta, agradeciendo que no asintiera o solamente hiciera un gesto, ahora tenían un tema de conversación.

—Bueno, es un hogar muy acogedor, hay varias fotos de nosotros juntos y de nuestros viajes, también esta Makkachin.

—¿Makkachin? ¿Nuestro hijo?

El platinado por un segundo quedó callado ante las palabras del japonés, para después comenzar a reír convirtiéndose en una carcajada, Yuuri al no entender al chiste o al menos lo que había dicho se puso rojo subiendo sus colores hasta las orejas.

—Bueno, se podría decir que es nuestro hijo, ya que lo consentimos mucho y lo queremos como uno, además que en cada viaje nos acompaña. —Limpiándose una lagrima involuntaria que salió de su ojo le explicó a Yuuri. —Nuestro hijo es un caniche.

—¿Un perro?

—Sí, y te adora, creo que más que a mí, ha estado muy triste desde tu accidente, cada vez que regresaba del hospital corría a la puerta y al verme bajaba sus orejas y me ignoraba, tal vez pensando que yo te hice algo malo.

Esta vez fue el turno de Yuuri para soltar una carcajada, el menor no lo notó, pero Viktor en ese momento le miró de una manera tan dulce que cualquier persona desearía que le miraran de esa forma, el mayor extrañaba la dulce y melodiosa risa del menor, aquella risa que era como su más dulce droga, hace años juró que cuidaría esa risa ya que con ella Viktor sentía que podía hacer cualquier cosa, esa risa la atesoraba como nadie más.

—Debe de ser muy lindo y bueno.

—Lo es, pero es muy consentido.

—Quiero conocerlo, quiero conocer a Makkachin.

Ambos salieron del aeropuerto sintiendo el fuerte frío de invierno chocar contra sus rostros, Viktor encogió sus hombros tratando de atrapar el calor que su abrigo le brindaba, Yuuri al ser muy sensible al frío escondió sus manos en los bolsillos de su abrigo no sin antes acomodarse su gorro de lana sobre su cabeza, aquel que Viktor le hizo ponerse, ahora agradecía no haberse negado a usarlo.

Antes se tomaban de la mano al caminar, se daban besos sin importarles el qué dirán, bromeaban entre ellos, actuaban como unos tontos enamorados cuando ya lo eran desde hace años, pero ahora no, la única cercanía que tenían era el poco calor que emanaba el cuerpo del otro al caminar, iban juntos, si, pero no tomados de la mano.

Viktor siempre caminaba del lado de la calle, siempre aminoraba sus pasos al de Yuuri, eran detalles que para muchos no valían nada, era un signo de importancia y protección que a pesar de tantos años ya se había vuelto una costumbre, incluso ahora lo hacía.

Tomaron un taxi en dirección a su hogar, Yuuri miraba la ventana con admiración, era como si fuera la primera vez que estaba aquí, Viktor solo miraba su reflejo en el vidrio sonriendo de vez en cuando y explicándole lo que era cada local sin que el menor se lo preguntara, pues tantos años de estar juntos ya sabía cómo leer sus facciones y sus gestos, Yuuri era la persona que más observaba en todo el mundo, ni siquiera cuando estaba arriba del escenario miraba a su público, no si no estaba Yuuri en él.

Love like you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora