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"¿Qué es lo que realmente quieres en realidad? ¿Quieres recordar todo sobre tu vida pasada o empezar una nueva sin preocupaciones ni dolores de por medio?"

La mañana era fría como de costumbre, el ambiente cálido del auto aminoraba el frío de fuera, ambos iban en la parte trasera de un taxi, los dos iban a la consulta de Yuuri antes del viaje a Japón, esta vez no había un silencio de por medio, ahora había una fluida y agradable plática entre los dos, después de su pelea comenzaron a llevarse mejor que antes, lo cual los dos agradecían.

—¿No me crees? Te lo juro, cuando era niño me gustaba patinar, pero después comencé a interesarme con el dibujo hasta que mis padres me lo prohibieron, haciendo que comenzara a estudiar medicina.

—Es la primera vez que me cuentas sobre tu infancia, no hablabas mucho de ella. —Contestó el ruso sonriendo por conocer una nueva faceta de Yuuri.

Era verdad, Viktor conocía todo sobre Yuuri después de la universidad, pero no antes, la razón era muy simple, cada vez que el menor quería hablar sobre su infancia o su pasado en Japón, Yuuri siempre se ponía a llorar, recordando el claro rechazo que sus padres alguna vez le dieron, por ese simple pero cruel motivo el ruso evitaba hablar sobre algún tema que tenía alguna relación sobre los padres de Yuuri.

—Bueno, es extraño, tú, siendo mi pareja, ¿por qué no sabes eso?

—Ya te lo había dicho, no hablabas mucho de eso, preferías evitarlo, tal vez porque de alguna forma añorabas tu país.

Yuuri le miró con el ceño fruncido, ya que no creía que ese fuera el único motivo para no hablar de su infancia al ruso, quien se supone era la persona más importante para él, al menos en ese entonces.

—Bien, no importa, me alegra contar esos pequeños secretos contigo, tú también debes de conocerme por completo. —Dijo Yuuri sonriéndole a la vez que entrelazaba sus dedos con los ajenos del platinado, eso ya era una costumbre en ambos, tomarse de la mano era tan tranquilizante para ambos, el solo sentir esa calidez fluir lentamente sobre la palma era más que suficiente para calmar su angustiado corazón, era una cercanía que pocos conocían como era en verdad el sentimiento.

—Entonces, cuéntame más sobre ti, adoro cuando hablas de esa forma sobre ti.

—Bien, cuando era niño me encantaba salir a pasear por la hermosa playa de Hasetsu, me sentaba sobre la arena y escuchaba las olas chocar unas con otras, al mismo tiempo que observaba como se ocultaba el sol, como el agua se teñía de carmín dando la bienvenida a la noche.

—Entonces cuando acabe las obras de Londres pasaremos unos días en Hasetsu, veremos el atardecer los dos.

—Me sorprende que en todos estos años no fuéramos a mi lugar de nacimiento, pero al menos será una nueva experiencia para ambos.

—Tienes razón.

Con esa promesa no expresada con palabras pero si jurada con sentimientos la pareja guardó silencio, cada uno imaginándose mil y un formas de lo que pasaría en su estancia en Japón.

Después de esa pequeña charla guardaron silencio hasta llegar al hospital, donde una vez el menor conoció a la persona más amable que en su vida había conocido, claro, sin contar a Viktor, mientras que Nikiforov vivió sus peores días de su vida, eso por la preocupación por Yuuri.

Al entrar en aquel lugar un fuerte olor a medicina inundó sus fosas nasales, parientes de los pacientes se hallaban en los asientos, angustiados y sin dormir a causa de la preocupación, Viktor entendía ese sentimiento pues él en carne propia lo había vivido. Sin más que perder, se sentaron en los asientos de espera, hasta que el médico llamó a la pareja para que pasara a su consultorio.

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