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"Nunca es demasiado tarde para volver a amar; los sentimientos cambian para bien o para mal. Somos humanos y cambiamos a cada segundo, sin embargo está en nosotros decidir lo mejor para cada uno".

Viktor había quedado estático al sentir los labios de Yuuri, su mente quedó en blanco; ninguna fuerza presente en la tierra era tan fuerte como la atracción que en ese momento sentía. Sus labios eran como dos imanes, unos que buscaban con insistencia su campo magnético correspondiente. Por supuesto, este pertenecía a su esposo.

Sus manos apenas se movían por el enorme remolino de nervios que sentía; incluso podía tomarse la libertad de recordar la primera vez que besó a Yuuri, era muy parecido con este momento.

Y a pesar que no era la primera vez que se besaban, sus besos parecían de dos adolescentes con su primer amor; torpes e inexpertos.

Había esperado por ese beso pacientemente, Yuuri fue el que lo inició, por lo cual era claro que todos y cada uno de sus esfuerzos comenzaban a dar sus frutos, amaba tanto al nipón que cualquier cosa que él hiciera o cualquier cosa que él pensara le afectaba de miles maneras diferentes.

Aunque algunas veces se mostraba un poco más fuerte de lo que realmente era, siempre era por el bienestar del menor, no importaba si algún día este no recordara su historia juntos, no importaba que no recordara aquella época en la universidad, eso era lo de menos, pues en esos momentos lo único que realmente importaba era que Yuuri era la misma persona de la que se había enamorado tiempo atrás.

Es verdad que los recuerdos son los que ayudan a las personas a saber quiénes son y lo que hicieron, es más, hasta lo que vivieron es una clara prueba de cómo fueron cambiando poco a poco. Es una advertencia de cómo deben de seguir, qué es lo que no deben de repetir, por eso, a pesar que Viktor sabía lo difícil que la estaba pasando Yuuri sin aquella hermosa historia que los caracterizaba, eso no quería decir que doliera menos.

Sin embargo, todas esas dudas habían quedado en segundo plano, estaba en el presente, uno donde Yuuri le besaba como si no hubiera un mañana, con pasión, con anhelo y lo más importante, con amor. Besar a Yuuri era como tocar el cielo, sentir sus labios suaves hacía que todo su cuerpo se estremeciera, saborear cada parte de él era algo que siempre había disfrutado en todos los momentos de su vida a su lado.

En un principio era un beso casto que no tardó en convertirse en uno más profundo, pues el ruso comenzó a tomar las riendas en ello. Yuuri se mostraba inexperto cuando no lo era, se mostraba tímido cuando esa etapa ya la había superado y a pesar de eso, era sumamente agradable sentirlo tan cerca. Volver años atrás cuando a cada uno les daba vergüenza incluso tomarse de la mano, era una nueva experiencia que al ruso le traía nostalgia.

El beso duró un poco más de lo que esperó, cuando se separaron sus respiraciones eran erráticas, sus labios estaban rojos e hinchados y la vergüenza por parte de Yuuri no se hizo esperar. Ya que sus mejillas se tiñeron de un carmín tan dulce que Viktor por un momento pensó en morder aquellos mofletes que en época de invierno se convertían en unos duraznos suaves y gorditos.

Por unos minutos no dijeron nada, solo se miraban el uno al otro y Viktor sintió en los ojos de él una profundidad diáfana que nunca antes había visto. El menor sostuvo sus manos en silencio, sin atreverse a desprender su mirada de la suya, en silencio y de Viktor, sin necesidad de ninguna palabra entendía los sentimientos de su esposo.

—Viktor —dijo el nipón sacándolo de sus pensamientos —lo siento mucho.

El ruso no desaprovechó la oportunidad y sin previo aviso besó los labios del menor por segunda vez, aunque este beso fue mucho más corto que el anterior.

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⏰ Última actualización: Nov 06, 2018 ⏰

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