Sin revelar

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Allison caminaba con su madre. Blake las observaba porque, como guardián, las seguía a todos los lugares donde iban. Además, Jacob los últimos días había estado acechando con más ahínco a la pequeña Stuard.

La mamá de Allison caminaba rápido y arrastraba el delgado brazo de su protegida. Blake sabía perfectamente porque lo hacía. Él vio la primera vez la ilusión en los ojos verdes de Allison, por la pista de hielo que había solo a una cuadra de distancia. Una que tendrían que pasar, aunque la señora Stuart, no quisiera, ya que solo a unos metros se encontraba la tienda de mascotas donde le cumpliría el sueño a su hija de tener un perrito.

La pequeña castaña, estaba inquieta porque conocía perfectamente el lugar por donde se encontraban y él lo notó cuando se detuvo justo en el gran cristal donde traslucía la pista de hielo. Dentro los patinadores, practicaban para la competencia en unas semanas. Blake no pudo disimular el verla ahí. Ella no podía verlo, pero su pareja de patinaje sí. Steven era siempre tan bueno en lo que hacía. En la pista, ambos patinaban a la perfección.

Blake quiso seguir la marcha y huir de los sentimientos humanos, tan impuros y dañinos, cuando observó a Allison pegada al cristal, con los ojos llenos de añoranza. Sus problemas en el corazón siempre le habían impedido hacer muchas cosas. Patinar, era una de ellas.

Su mamá no tardó en hacerla salir del trance en el que se hallaba.

¡Ally!, muévete ordenó, sin recibir resultado.

Pronto, algo en el ambiente no empezó a ir bien. Blake observó cuando las luces del lugar se empezaron a encender y apagar. Afortunadamente, alguien contrarrestó la magia que estaba siendo usada desde adentro. Las mejillas de Blake se tiñeron de rojo cuando vio la atención de Ángela, en su dirección o más bien dicho, en la de Ally. Con su magia estaba controlando la de su hermana menor.

Afortunadamente en pocos segundos, Ally controló sus emociones y siguió caminando, aunque arrastrada por su madre quién miró de mala manera a Angela.

Al llegar a la tienda de mascotas, para sorpresa de su madre, Allison dijo que ya no quería un perrito. Lo único que quería era ser una niña sana para poder algún día patinar...

...

Ángela lo llamó como siempre lo hacía, aquel día, el gran día. Como siempre, él no pudo decirle que no y fue ni bien escuchó su dulce voz. Afortunadamente, Allison se había acostado temprano y en esos momentos, descansaba plácidamente en su cama. No había complicación en que estuviera un tiempo fuera.

Cuando llegó y no vio a su hermano por ningún lado, supo que algo estaba mal. Ángela se acercó a él y lo abrasó como si quisiera dejarle su tristeza.

Me abandonó susurró en su oído. Su respiración agitada y su aliento cálido le dio un escalofrió en la piel.

Steven no sería capaz de eso. Ángela ya estaba muy dañada emocionalmente como para un desplante así. Aunque pensando el extraño comportamiento de algunos días de su hermano, tenía cierta duda. Además estaba la conversación con padre que su hermano había tenido.

─ No puede ser... Sus brazos envolvieron la pequeña espalda de Ángela.

Patinar era una de las pocas cosas que la hacían feliz a la chica de ojos azules, ya que Allison no entraba en la ecuación. Su protegida, no sabía ni si quiera que Ángela existía. Ella era uno de esos secretos familiares que no deben revelarse.

Hacia la luz I: Por una venganza, te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora