Habían pasado pocos meses después de que se convirtió en humano cuando un golpe más atravesó el corazón de Angela. El cáncer de su madre no había desaparecido con aquella operación a la que había sido sometida tiempo atrás y la muerte como vil enemiga se la había llevado sin compasión de su lado. Angela se había sumido en una depresión de la cual no sabía cómo sacarla.
Blake no sabía ya como confortarla, pese a que vivían juntos desde que fue expulsado al cielo, sus intentos por devolverle la sonrisa parecían en vano. Angela se encerraba en su habitación y ni si quiera había averiguado sobre el ingreso a la universidad que tan ilusionada la tenía un año antes.
Su vivaz presencia había decaído totalmente.
Dejó sus pensamientos de lado para concentrarse en lo que tenía delante suyo. Estaba preparando algo de comer de una receta de internet que decía era una delicia, para llevársela a Angela y levantarle el ánimo. Últimamente ni probar bocado deseaba.
Dejó los vegetales que estaba picando cuando el sonido del timbre llegó a sus oídos.
Abrió la puerta, una persona que no esperaba apareció delante suyo.
Alto, de contextura atlética y unos ojos tan parecidos a los de Angela. Era el padre de ella quien estaba al frente suyo y lo inspeccionaba con asombro.
─ ¿Quién eres tú? ─ preguntó omitiendo el saludo.
Blake enrojeció, un sentimiento de rabia y vergüenza se instalaron en su blanca piel.
Aclaro su garganta antes de responderle a aquel hombre.
─ Soy el no ... ─ cortó sus palabras cuando se dio cuenta de lo que iba a decir. Ese señor era el padre de la chica que amaba y decirle que era su novio sin que ella estuviera presente, pensó que no resultaría en algo bueno. Era un tema aun no platicado con Angela. ─ soy el mejor amigo de su hija. ─ respondió nervioso.
El hombre lo miró con desconfianza.
─ ¿Dónde está? ─ preguntó.
─ En el segundo piso ¿Desea que la llame?
El hombre pasó de él como si estuviera en su casa y su presencia no le importara en lo absoluto.
─ No te preocupes. Sé dónde queda la habitación de mi hija.
Blake se hizo a un lado entre tanto el hombre iba al segundo piso. Esas eran de las cosas en las que no tenía lugar. Fue la cocina y terminó de preparar la comida que había dejado pendiente, luego, la subió a la habitación de Angela, encontrándola de pie frente al espejo de su habitación.
Por fin se había levantado de la cama.
─ Parece que la conversación con tu papá tuvo buenos frutos ─ comentó entre tanto dejaba la comida encima de una cómoda.
Angela giró hacia él y Blake pudo observarla con mayor detenimiento. Tenía dos bolsas bajo los ojos que formaban grandes ojeras. En los últimos días Fno había parado de llorar y aunque había intentado consolarla, lo había mandado a dormir a la habitación de al lado desde la cual, escuchaba sus gimoteos noche tras noche. Su piel, antes blanca con tonalidad rosada en las mejillas había dado paso a una piel extremadamente blanca y sin coloración. Eso se debía al poco alimento que últimamente ingería, si hasta había bajado de peso en al menos unos cinco kilos.
Blake a veces pensaba que Angela solo quería morir y no le bastaba con el amor que él le daba para ser feliz.
─ Papá quiere que entre a la universidad ─ murmuró, sacándolo de sus pensamientos. ─ Creo que será lo mejor.
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Hacia la luz I: Por una venganza, te conocí
МистикаLa vida está llena de cambios, con veintiún años, lo comprendí. Tenía la vida que muchos desearían vivir: Dos personas que me amaban con todo su ser, mi madre y mi primo; tenía un novio adorable con el que ya empezaba a imaginarme una vida juntos y...