CAP (13). Dame una razón

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Narrativa: Rose Paige


Los seres humanos estamos acostumbrados a mentir y esta es la cruda realidad, independientemente de lo mucho que intentamos ocultarlo. Cada persona miente, tal vez por el temor que le provoca mostrarse tal y como es, tal vez por culpa del rechazo o tal vez solo para quedar bien delante de alguien. Mentir es el defecto más casual.

Sabía que iba a mentir nuevamente. No era que él se merecía esto, al final de todo fue el único hombre que intentó ver más allá de la imagen y que trató de encontrar mi esencia, pero desgraciadamente mis miedos me impedían exponerle mis verdades. Quería confesarle la verdad, quería explicarle por qué escogí este camino, que no soy la mujer que muchos piensan, que tengo mis calidades. Quería esto y mucho más, me sentía atrapada por el patético fuego que ardía dentro de mí y que necesitaba una excusa rápida y lógica delante de Colín. Llegué a preguntarme si en otras coyunturas su mirada hubiera sido otra...

¿Cómo iba a decirle que el padre de mi hijo me obligó a trabajar para él y que esa fue la única condición que me permitía seguir al lado de Diego? Y si tan solo hubiera sido esto... ¿Por dónde empezar a decirle que podría ir presa por un error del pasado?

—Aún espero una respuesta—dijo serio con voz clara y perturbadora mientras sentí su mirada intensa recorriéndome el rostro. Me negué a mirarlo. Un contacto visual iba a ser la certeza de mi rendición y la prueba irrefutable de mi mentira.

—Por favor—susurré, evitando continuamente y decisivamente sus ojos azules que para mí en esa situación representaban el infierno, un infierno helado y cristalino.

—Quiero ayudarte, pero si no hablas, si no colabores conmigo, no puedo hacer absolutamente nada. —musitó y sentí su cálida respiración en mi cuello.

—Es mejor que no te metas en esto— repliqué y luego añadí un grave y profundo suspiro.

Estaba consciente del puesto y de la influencia que él podría tener pero al mismo tiempo presumía que al lado de Alex todos los contactos de Colin eran nulos. Si él había escogido la manera justa para hacer las cosas, Alex, en cambio, siempre optó por caminos oscuros, gente peligrosa y negocios sucios. Por más importante que era Colín a la luz del día, al igual que el maquiavélico era Alex por la noche.

—No te preocupes por mí mientras tu vida está hecha una mierda—bufó, levantándome la cabeza con su dedo que depositó bajo mi mentón.

—Mi vida no es por completo una mierda. — repliqué, consciente de la presencia de mi hijo en ella.

—De tu vida hablaremos en otras ocasiones, ahora tenemos cosas mucho más importantes de que hablar. ¿Por qué aguantaste ser maltratada?—cuestionó mirándome con reproche.

—¿Sabes qué es lo que más me duele? Sentirme humillada, frente a otros, y precisamente esto es lo que tú estás haciendo en este momento.— contesté en voz más alta de lo normal; conociéndome, sabía que los recuerdos, los daños y los pensamientos no iban a tardar en aparecer, así que solo me quedaba admitir toda la tristeza que me rodeaba y llorar o alejar todo de mi mente y fingir ser fuerte. Evidentemente había optado por la segunda opción ya que la primera no entraba en mi menú diario de hace largo tiempo.

Alex me había enseñado que significa estar realmente avergonzada y humillada ante una situación tanto que, después de tanto tiempo, ante cualquier disgusto que él me tiraba, me quedaba completamente inmune. Las cosas cambiaban bastante cuando se trataba de otras personas, gente que estaba fuera de mis círculos cotidianos, gente como Colin.

—¿Qué me estás diciendo?—preguntó con ceño fruncido mientras negó con la cabeza. —¿Me estás sacando a mi culpable cuando la que construyó este vínculo fuiste tú?

 Millionaire   ©®   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora