CAP (24). Borron y cuenta nueva

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Narrativa: Rose Paige




La lluvia golpeaba con fuerza la ventana de vidrio y como acto reflejo, el aire frío intensificaba mis sensaciones, haciendo de este modo que mi piel erizada cumple con su último nivel.

Descubrí en mi rostro que todavía sentía el calor y la ternura de la almohada de seda y busqué con la mirada al hombre que después de mucho tiempo logró descongelarme el corazón. Estaba al lado de la ventana, fumando un cigarro, con el torso desnudo y con el cabello mojado, mirándome fijamente con sus ojos azules celestes y con una ligera sonrisa en los labios.

—¡Buenos días!—habló en voz sensual, conservando su sonrisa sutil en la comisura de sus labios a punto de dirigirse hacia mí.

—¡Buenos días!—le devolví una sonrisa tierna mientras moví mi cabeza a través de el, mirándolo acercarse hacia el otro lado de la cama, tumbándose a mi lado y rodeándome el cuerpo con sus brazos.

—Me gusta el olor de tu cabello—dijo mientras me acarició el cabello con sus dedos—, pero me enloquece el perfume de tu piel—prosiguió y alejó los mechones del cabello que tapaban mi cuello.

Habían pasado dos días desde que mi vida tomó un giro diferente y todavía no podría asimilar la realidad, aún no daba créditos al cuento de hadas que parecía perseguirme.

Con el tiempo entendí que existen dos tipos de hombres, los hombres y las imitaciones de hombres. Los últimos son los que se creen todo pero al final resultan siendo nada. Y los primeros... Los primeros son los que solo aparecen una vez en la vida, y como mujer es inteligente conservarlo.

—Con cada día que paso a tu lado, siento la necesidad de descubrirte más y más— me susurró mientras besó la piel de mi cuello con mucha delicadeza.

—A veces el misterio nos ayuda a mantener la intensidad del momento—repliqué girándome hacia él para mis esos ojos que me fijaban y por primera vez sentir la necesidad de acariciarle el rostro, tan simétrico, limpio y cuidado.

—Es mejor saber que eres la única persona que conoce el misterio de tu pareja— replicó mientras tomó mi mano y la besó. —Los enamorados deberían ser como dos cómplices. Que se miren y que sonríen por dentro sabiendo que el otro...—hizo una pausa mientras acarició sus labios muy cerca de los míos. —Entiende todo con solo una mirada—sentí el calor de sus labios sobre los míos.

—¿No crees que esto se parece más bien a una escena de una película de amor? ¿De un cuento?—pregunté mirándolo con un sentimiento muy fuerte en mi interior, un sentimiento que me hacía más frágil que nunca, pero que al mismo tiempo me daba una fuerza infinita. —Las historias...— intenté seguir pero me interrumpió.

—Las historias sí existen, Rose. Los cuentos también, ¿Cómo podría alguien escribir o imaginar un amor perfecto si nunca lo hubiera vivido?

—No existe la perfección, Colin. —repliqué.
Sería y él sonrió.

—Te equivocas—me corrigió—Pero te entiendo, yo pensé lo mismo, hasta que...—se detuvo y lo fijé profundamente, estando llena de sed, una enorme sed de escucharlo seguir. —Hasta que te conocí.


Mi corazón se detuvo y mi mente se paró, por unos momentos me olvidé de respirar y me quedé mirándolo. Al final, después de tanto mirarlo, me decidí y lo abracé , volviendo a sentir de nuevo su perfección que reflejaba en sus palabras.

¿Por qué eres tan perfecto ?— pregunté en un susurro, alejándome de su cuerpo ligeramente cuando sus manos me agarraron de la cintura y me atrajeron nuevamente hacia él, cargándome entre sus brazos, haciendo que nuestros labios se encuentren una vez más en un beso ardiente y profundo.

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