CAPÍTULO 9

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Sin darme cuenta me pasé los dedos por la mejilla. Apoyé una mano en la pared con la intención de dejar que mi mundo diera vueltas. Intenté volver a regular mi respiración, en vano. Estaba paralizada, simplemente no sabía qué hacer. Era demasiado para mí. Definitivamente, Ashton no podía ser real. Esos hoyuelos, esa risa, esos ojos, no podían ser reales. Me repetí mentalmente todas sus palabras al tiempo que una enorme sonrisa empezaba a tomar forma en mi rostro. Sin poder aguantarlo más, grité. Allí, en medio de Madrid, grité de alegría, con lágrimas en los ojos, porque por primera vez en mi vida sentía que el corazón me iba a explotar, porque, por primera vez en mi vida, cientos de sensaciones nuevas me recorrían, de arriba a abajo, haciéndome sentir la chica con más suerte del mundo.

*  *  *

Cuando me tranquilicé, entré en el restaurante donde Laura y Ali me estaban esperando. Era una pizzería no muy grande, pero eso sí, llena de gente. Nada más entrar, las localicé. Estaban sentadas en una mesa al lado de la ventana, hablando y riéndose. Al acercarme, a Laura le cambió la cara. La verdad es que debía tener una pinta ridícula, sonriendo sin parar, como si me hubiera tocado la lotería.

- Bueno, bueno, ¿y esa sonrisa? -me dijo Ali, guiñándome el ojo.

- Eso, eso, nos lo tienes que contar todo, con detalles incluidos. -corroboró Laura.

- Vale, pero vamos a pedir antes, me muero de hambre.

[...]

Les conté todo lo que me había pasado, guardándome algunos detalles. Hablé sin parar durante toda la comida mientras ellas me miraban con curiosidad. Cuando terminé, tardaron un momento en asimilarlo todo, pero después estallaron en gritos. Empezaron a acribillarme a preguntas y, después de mandarlas callar, me armé de paciencia y las contesté todas.

Habíamos terminado de comer y ya habíamos desgastado el tema de Ash de tanto hablar de él. En realidad, eran ellas las que hablaban, yo me limitaba a asentir con la cabeza y a sonreír como una idiota. Después de pedir la cuenta, nos levantamos. Laura fue al baño y yo me quedé sola con Ali, pensando en la mejor manera de despedirme de ella. Laura y yo nos íbamos hoy, pero Ali vivía en Madrid. Sería insoportable tener que volver a resignarme con poder verla a través de una pantalla y sólo al pensarlo me entraban ganas de llorar. Ali me abrazó y entonces se me saltaron las lágrimas. Nos habíamos hecho muy amigas hablando por twitter, tanto que se había convertido en alguien muy importante para mí.

- Te voy a echar mucho de menos Irene.

- Y yo a ti Ali. No sabes lo que daría por poder abrazarte siempre que quisiera.

- Lo mismo digo. Te quiero un montón tía.

- Y yo a ti. Parece mentira lo mucho que puedes querer a una persona a la que sólo has visto una vez en tu vida.

- Parecerá todo lo mentira que tú quieras, pero te quiero más que a gente a la que veo todos los días.

- No quiero irme de aquí Ali.

- Ni yo quiero que te vayas. Pero al menos te has llevado un buen recuerdo de Madrid ¿no?

- Estos dos días han sido los mejores de mi vida. No los voy a olvidar nunca.

- ¿Interrumpo algo? -dijo Laura, que acababa de volver del baño.

Ali y yo negamos con la cabeza mientras nos sonreíamos.

- Pero ¿qué ha pasado aquí que estáis las dos llorando?

- Nos estábamos despidiendo y bueno, ya sabes cómo es Irene, que llora por todo.

- ¡Oye! Que tú también estás llorando.

- Es broma tonta.

- Conmigo y con mis lágrimas no te metas, ¿eh?

Disconnected (Ashton Irwin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora