4: Segura.

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En la mañana todo se repite. El despertador suena con fuerza sobre la mesita de noche y la única razón por la que me despierto en realidad, es porque temo fracasar y que mis mascotas mueran de hambre mientras yo duermo plácidamente.

En vez de ponerme algún pantalón o una falda, decido ponerme un vestido. Mi cantidad de vestidos es inmensa, porque suelo usarlos más que ninguna otra cosa. Decido que el día de hoy, usar un bonito vestido negro de encaje y mis sandalias de tacón punta fina, que dejan ver mis uñas bien decoradas -que me costaron una eternidad-, con un bonito decorado de plata en la parte del talón. Las sandalias más caras que he podido comprar luego de mis zapatos Gucci y Valentino. Me dejo el cabello suelto, pero bien acomodado y apenas si me toco la cara con maquillaje; mi máscara y un labial más suave para no verme tan fea.

Tomo mi bolso antes de salir de casa y me aseguro de que las llaves de mi auto estén en él antes de apresurarme a tomar mis proyectos para salir del edificio con mucho pesar de dejar ahí encerrados a mis pequeños.

Abajo, en el sótano del edificio, mi precioso, carísimo y bien cuidado 6 Zenvo ST1, me espera. Siempre brillante, fabuloso y esperando ser utilizado. No me gusta usarlo demasiado.

No porque no lo merezca, en realidad, Alexander -mi hermano-, adora pasearlo en Vancouver, porque dice que es arte, es el auto más hermoso que alguna vez regaló el Howard mayor -papá- y que merece ser tratado como una joya; presumiéndolo y cuidándolo. El problema es que, no me gusta usarlo demasiado, porque ir en este tipo de autos -un auto negro brillante, danés, inspirado en los autos de los ochentas, con la capacidad de casi cuatrocientos kilómetros por hora, y de dos millones de dólares-, llama mucho la atención de las personas más interesadas, sin clase y estúpidas. Lo sé porque así era en la secundaria, y por eso dejé de usarlo para llegar en mi primer amor; una bonita bicicleta rosada con pompones brillantes a los lados.

Sin embargo, ya estoy cansada de estar tomando el jodido autobús, de tener que esperarlo y de tener que mojarme el trasero -porque no es la primera vez que sucede que me mojo el culo esperando un autobús-, al esperarlo. Y claro, porque me encantaría dejar en claro a ese grupito de imbéciles que no soy una chica de primer ingreso, que también me hago respetar e imponer en el lugar, que no soy dramática, y mucho menos que soy de postgrado, soy una bien recibida chica de grado que les dará una cucharada de su propia medicina; si dicen que quiero llamar la atención, ¿qué mejor que vestirte de encaje por medio de Gucci, calzarte de Chanel, conducir un auto edición limitada de dos millones y salir con un bonito bolso Gucci en manos? Nada.

No soy una persona superficial, de hecho, la sencillez es lo mío, siempre que no se trate de tacones y vestidos, porque en ese caso, la moda extravagante me persigue. Simplemente, quiero darles una lección a estas chicas.

Durante un instante, mi cerebro se debate entre el subir y conducir el auto para llevar a cabo mi presumido y grosero plan, el subir a mi apartamento a llorar de frustración, regodeándome de mi fracaso, o el subir, cambiar mi bolso Gucci por el bolso que compré en una ganga hace meses, ponerme mis sandalias de plataforma, que resultan más sencillas y cómodas, y tomar bus. Pero el reloj marca muy bien la hora y decido subir al auto más que nada, porque voy con diez minutos de retraso a la universidad.

Procuro no hacer correr demasiado el auto, pero no dudo en pisar con fuerza el acelerador en cuanto veo la calle casi libre. Y llego a tiempo al estacionamiento. Por medio de los vidrios polarizados -idea de mi padre-, puedo ver que las personas intentan saber quién conduce a mi bonito Zenvo, y los deslumbra la belleza de mi preciosa joya, cosa que me hace sentir extremadamente mal cuando aparco al lado de un bonito Ferrari y un Toyota viejo y destartalado. Me debato casi cinco minutos, encerrada en mi auto, pidiendo a la vergüenza que se vaya para poder ser presumida, pero no lo consigo.

Días de GloriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora