Capítulo 26

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MATT 

El cielo se volvió oscuro, la música dentro del auto estaba a todo volumen, al igual que nuestras voces y nuestras risas al unísono. A pesar de que estábamos un poco cansados de estar un par de horas en el auto, no podíamos con nuestra felicidad.

— Mamá no deja de llamarme cada hora — dijo Cora mientras se metía una osito de gomita a la boca —. En la primera hora me marcó 5 veces pero creo que se está rindiendo poco a poco.

— Yo ni siquiera he revisado mi celular.

— Déjame revisar yo — Cora tomó mi celular y reviso las llamadas registradas —. Tienes 8 llamadas perdidas de tu mamá, 5 de tu papá y 3 de mi mamá, de seguro mi mamá es la más desesperada y preocupada.

— ¿No han dejado mensajes?

— No, creo que saben que de igual manera no contestaremos.

— Cuando lleguemos a un hotel, les mandamos mensajes.

— Bien, y también tienes una llamada perdida de alguien llamada Rose ¿quieres también mandarle mensaje?

— El modo en que lo estás preguntado me asusta.

— ¿Rose es alguien de la escuela?

— Sí, iba conmigo en la clase de Inglés, ella estaba un poco enamorada de mí.

— ¿Y tú lo estabas de ella?

— Sólo por un tiempo, pero no tuvimos nada serio.

— En ese entonces me imagino que yo era tu mejor amiga ¿y no me enteré de eso?

— ¿Acaso estás celosa? ¿Es enserio?

— No lo estoy, de hecho nuestra relación amorosa en este momento no tiene nada que ver con eso, pero me molesta que yo en ese entonces era tu mejor amiga y no me contaste ¿dónde quedó la confianza?

— No quería decirte nada porque sentía cosas por ti, no quería dejar las cosas tan en claro, al final no me quería arrepentir.

— ¿Entonces yo fui tu segunda opción? ¿Tu segundo plato?

— No Cora, no me refiero a eso.

— Pero simplemente no entiendo por que..... — cuando Cora estaba a punto de terminar su frase, me detuve en la última gasolinera antes de llegar a la ciudad —. ¿Qué rayos haces?

— El tanque ya casi se acaba, en unos minutos ya llegamos a Nueva York y quiero llegar con el tanque lleno.

— Hemos parado más de dos veces en la gasolinera.

— Te recuerdo que me andabas pidiendo ir al baño, comida y agua — Cora bufó y bajó del auto.

— Esta camioneta apesta — azotó la puerta —. Al igual que tú.

— ¡Tú estuviste de acuerdo en llevarnos esta camioneta! — le grité mientras se iba alejando. Bajé del auto y llené el tanque, cuando ya estaba lleno de nuevo subí para esperar a Cora, quien llegó minutos después con la cara de malhumorada. Estuvimos parados varios minutos, sin mirarnos, yo solamente suspiré. 

— ¿Por qué no avanzas? — preguntó Cora rompiendo el hielo. 

— No quiero llegar a Nueva York de malas. 

— Bueno, tu lo provocaste.

— ¿Solamente porque no te conté lo de Rose?

— Exacto, se supone que lo compartimos todo y no tenemos secretos.

— También tengo derecho a la privacidad.

— Esa es la excusa más estúpida que he escuchado.

— Por favor Cora, no debes sentirte molesta, yo te quiero a ti — dije suavemente inclinándome hacia ella y acariciando su rostro.

— Tal vez Rose te siga queriendo a ti.

— ¿No que no estabas celosa?

— Sólo un poco — dijo con una leve e inocente sonrisa —. Ya no quiero discutir contigo, perdón por actuar de esa manera.

— Perdón por no contarte lo de Rose — y nuestros labios se unieron, reconciliándose.


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