Capítulo 44

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MATT 

Cuando desperté, todo estaba completamente oscuro, lo único que iluminaba la sala era la fogata. Cora ya no se encontraba a mi lado, así que me levanté para buscarla. Prendí las luces y la busqué en la habitación, en el baño, en todos los rincones pero no estaba. Finalmente la encontré afuera dormida en el sillón, al parecer se había quedado dormida observando el paisaje. 

— Hey Cora, está haciendo frío, vamos adentro — dije tocando su rostro suavemente, al ver que no despertaba la sacudí levemente —. ¿Cora? — y seguía sin despertar, fue ahí cuando me di cuenta que no estaba respirando, pero aun tenía pulso. La cargué en mis brazos, tomé las llaves y la subí a la camioneta para dirigirnos al hospital más cercano. Me asusté cuando revisé en Google Maps y leí que el hospital más cercano se encontraba a más de 10 minutos.

Pero finalmente, llegamos. Volví a cargarla en mis brazos y entré al hospital, pidiendo ayuda. Trajeron una camilla y se la llevaron, quería ir detrás de ella, pero no me dejaron. Llené algunos papeles mientras esperaba el diagnostico de Cora, algunas cosas no sabía, solamente sabía de su anemia y ya está. Ahí fue cuando me di cuenta que a pesar de que dos personas fueran los mejores amigos del mundo, no podemos conocer del todo a una persona.

— ¿Matt Pevensy? — dijo un doctor, rápidamente me levanté. 

— Sí soy yo ¿cómo está Cora, doctor Stuart? — dije leyendo su nombre en su bata.

— No voy a mentir, Cora lamentablemente no está del todo bien. Revisé su registro, lleva un año con anemia, y sólo ha crecido y crecido, está muy bien controlada y medicada, pero su enfermedad no ha desaparecido y me temo que a este punto, es momento de prepararse para lo peor.

— Ella dejó las medicinas, me dijo que las medicinas solamente controlaban sus síntomas.

 — Y al dejar las medicinas todo empeoro, el síntoma de la falta de energía creció, eso fue exactamente lo que paso, se quedó sin energía y fue cómo si el cerebro se hubiera apagado, y además cuando la revisamos le comenzó a salir sangre por la nariz. Cuando los síntomas de pérdida de sangre y problemas cardíacos aparecen junto a la falta de energía y problemas de respirar, significa que está en la etapa final. 

— ¿Cora tiene problemas cardíacos?

— Su corazón tenía una velocidad distinta a lo normal — respiré profundamente, tratando de contener las lágrimas.

— ¿Ahora qué sigue doctor?

— La trasladaremos al hospital de Nueva Jersey, con suerte llegará ahí y pasará lo que tenga que pasar.

— ¿Puedo verla?

— Claro que sí — me llevaron a su cuarto, y cuando entré por la puerta nos dejaron completamente solos. Ahí estaba ella, totalmente frágil, con la piel pálida, pero su sonrisa lo iluminaba todo.

— ¿Me veo terrible cierto? — dijo con la voz débil, negué con la cabeza mientras me acercaba a ella y me sentaba a su lado.

— Regresaremos a casa, Cora.

— Es muy pronto.

— Lo sé, pero es por tu salud.

— Promete no dejarme, el doctor dijo que estos días serán un tanto difíciles — suspiré y tomé su mano.

— Nunca te dejaré. 

— Me duele saber que tendré que dejarte a ti y todo lo que conozco.

— No nos dejarás Cora, siempre estarás en nuestros corazones.

— Tú siempre estarás en el mío, hasta el último momento. 



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