Capítulo 6. Interrogatorio

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Katherine Weber

Apenas entré a su auto el olor a cuero recién pulido me perforó la nariz, era una limpieza a detalle, al punto de sentirse extraño, demasiado delicado y cuidadoso para mi gusto. Me deslice con facilidad sobre el asiento sin hacer ningún ruido vergonzoso y a los pocos segundos él tomo asiento sin decir nada, en el momento en que tomó lugar a mi lado fue inevitable no ponerme rígida, a parecer una autentica estatua inerte, conteniéndome la respiración y colocando mis manos sobre mi vientre, quería parecer inofensiva, mostrarme lo más educada posible.

Encendió el auto y esté se sacudió tanto como yo por el ruido estruendoso que hizo al encenderse, quise pasar por alto el incidente pero él pareció sonreir cuando lo observé de reojo, me apreté los labios reforzando todavía más mi postura inmóvil. Había una especie de roce entre los dos, una especie de toques eléctricos imperceptibles que mi cuerpo absorbía al momento de quedarnos en silencio apenas manteniendo la respiración en movimiento.

Podía sentir vibrar mi corazón cuando su voz resonó por todo el auto, era ese tono europeo que lo hacía indefinidamente seductor.

—¿No hay problema que encienda la calefacción? La verdad es que afuera hace un poco de frío.

Lo miré con los labios apretados, apenas y curvando una sonrisa, ni siquiera supe de que forma pude armarme de valor para verlo a los ojos, eran intimidantes a un nivel extremo, parecían estar hambrientos, me comían y yo podía sentirme cada vez más pequeña.

—Sí, claro —tuve que bajar la mirada, mi voz se iba perdiendo conforme aquellos ojos seguían comiéndome sin piedad —No hay problema, no me molesta.

Creí que sería lo último de lo que hablaríamos en el trayecto pero él no pareció moverse, sus ojos se fijaron en mi rostro sin intención de desviarse, fue ahí cuando pude sentir la tensión apoderándose de mi cuerpo, fui prisionera de una fuerte sensación de ansiedad, estaba siendo vigilada con tanta intensidad por sus ojos astrales, fuera de este mundo, con el poder de hacerme pedazos en un minuto.

—¿Está segura de que no prefiere ir al hospital? Acaba de ser atropellada —me recordó con una risita apenas audible —Yo consideraría que es lo mejor.

Las manos sobre mi regazo se removían con la ansiedad que difícilmente pude controlar, no sabía que hacer, aceptar lo que me decía por mera cortesía o estar firme a mi decisión de irme a casa. Era una tarea muy complicada el pensar con mis cinco sentidos teniéndolo tan penetrante en mi rostro, sobre todo en mis reacciones, fui cautelosa y solo di media sonrisa.

—La verdad es que no me siento para nada mal —afirme con la voz casi en un susurro, manteniéndome con los ojos sobre mi regazo, esperé que no se ofendiera al no mirarlo a la cara —Me gustaría mejor ir a mi casa, siento que estaré mejor estando yo sola que en una sala de urgencias.

—¿Hay alguien esperándola en casa? —preguntó con un tono sumido en amabilidad, fue un canto al poder escucharlo tan cerca.

—Mi madre —respondí con un vistazo rápido a su rostro, estaba sereno pero sobre todo atento a mí respuesta y mi reacción.

Me pregunté que era lo que lo mantenía intrigado y porque sus ojos estaban quietos sobre mí rostro, como si quisiera leerme el pensamiento a través de mi expresión inmóvil.

—Creo que con más razón debería ir al hospital, podría ser grave el golpe que le dieron en el costado.

Sonreí con toda la amabilidad del mundo, tuve que hacerle ver que lo que quería era ir a casa, no hubo otra manera que mirarlo a la cara, fue repentina la forma en la que perdí mi aliento un par de segundos, sus ojos eran bestiales a pesar de estar reflejada con la escasa luz del calle, me hacían reconsiderar mi decisión y aceptar lo que me pedía, era increíble la facilidad de poder doblarme ante lo que me decía cuando me observó apenas curvando una sonrisa.

Oscuros Encantos©+18 [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora