Capítulo 9. Elegido

7K 575 104
                                    

Damien Westermann.

Llegue cinco minutos antes de las cinco, lo que yo quería era que me encontrará a mi primero al llegar, sabía que no iba a llegar justo a tiempo pero no me importo, tendría que venir, ella sabía lo que quería, podía jurar que ya lo había intuido lo cual resultaba muy sencillo el avanzar con más rapidez en todo esto.

Esperé aproximadamente unos quince minutos, no tardó como pensé porque en seguida la vi entrar con el fulgor que brotaron de sus ojos al buscarme por el restaurante y que se acentuó cuando me encontraron sonriéndole y pidiéndole que se acercara a mi mesa. Fue maravilloso ver desde la distancia como el rostro se le pintaba de un rosado que aumentó a un rojo carmesí, elevándose hasta cubrirle las orejas, se mantenía erguida, firme pero podía sentir vibrar alrededor de su cuerpo ese temblor que no pudo detener y esa manera adorable de desviar su mirada de la mía para no verle esa exaltación que gritaba en silencio.

—Señorita Weber —me levanté justo a tiempo de que llegar a la mesa, le ofrecí la silla que estaba frente a mí.

Ella sonrió con timidez, se quitó la chaqueta despacio lo que me dio tiempo para estudiar su figura curveada que me proporcionaba la blusa de franela negra ceñida a su cintura, la longitud de su cuello, la sedosidad de su piel, me detuve unos segundos, ella carraspeo y con rapidez retomé mi asiento.

—Perdón si lo hice esperar, señor Westermann, hubo un tráfico terrible. Espero no haberlo hecho esperar mucho —se mordió el labio con preocupación.

Me acomodé el saco que llevaba y negué sin problemas.

—No fueron más que quince minutos, no me molesto esperar en absoluto y por favor no me digas señor Westermann, se que soy mucho mayor que tú pero no necesitamos mucha formalidad. ¿Puedo decirte Katherine?

Ella se mordió con más fuerza los labios y se atusó un cabello como manera de distracción, bajó la mirada y jugó con sus dedos para controlar su ansiedad, quizá estaba exagerando mucho y la intimidé más de la cuenta.

—Por supuesto —susurró. Alzó los ojos y me contempló, traté de ser suave y delicado con ella, sobre todo flexible para que la confianza empezara a florecer entre los dos.

Luego de unos minutos que nos tomaron el pedido, yo por supuesto le sugerí que pidiera lo que quisiera ya que todo correría por mi cuenta, ella  pareció apenada pero no se negó, pidió el plato fuerte de la carta y un té helado, al poco rato que lo trajeran ella comió despacio pero luego se descontroló y lo hizo con más velocidad.

Me pregunté hace cuanto habría comido decentemente.

—Katherine, ¿Hace cuánto que no disfrutas de un buen platillo? —le pregunté con confusión, inclinándome para mirarla más de cerca, tenía líneas debajo de los ojos y una mirada cansada y apagada.

Se limpió con una servilleta y fue tan abierta conmigo de lo que no me esperé  fuera en ese instante.

—Hace una semana y media, no he podido comer muy bien, la empresa recorto los salarios y con el despido de mi madre yo he sido la única fuente de recursos, tenemos muchas deudas, mi madre está enferma, tenemos un auto viejo que siempre tenemos que arreglar y yo aun pago algunos gastos de la universidad.

Se quedó tan quieta, observándome con esa nostalgia y la frustración a través de esa cortina gruesa y abundante de pestañas, todo aquello se podía leer con claridad, el dolor, la pena y ese desafortunada situación por la que ahora pasaba. Me había hecho sentir un poco incómodo y una pena enorme.

—Te ves diferente —le hice notar con voz baja —Se aprecia, te ves inclusive perdida, en nada a la primera vez que te vi en la oficina o cuando  casi te atropellan, ni siquiera ahí se te podía ver a cómo se te ve ahora.

Oscuros Encantos©+18 [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora