Capitulo 47

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Cerré los ojos y apreté un poco la mandíbula, mi cabeza empezó a dar vueltas en busca de una respuesta racional, pero no la encontraba. Solo podía hacer que quedarme callada e inmersa en el silencio y la calma de la noche.

-¿Quieres bañarte? –Dijo de repente Louis rompiendo la tensión del momento.

-Eh… yo… -Dude unos instantes observando el agua cristalina de la piscina.

La brisa fresca hacía que se me pusiera la piel de gallina, o quizás era la sensación de hacer algo prohibido, algo que estaba mal. Mire a Louis que esperaba una respuesta. Por esta noche solo le había echo que dar silencios en vez de respuestas, así que lo mire a los ojos y asentí tímidamente.

Louis me echo una mirada rápida y se levantó, sin ningún pudor se sacó la camiseta, los zapatos y los pantalones. Quedando solamente en ropa interior y mostrándome la gran marca de tinta que ocupaba gran parte de su cuerpo. Note como mi boca se quedaba seca  al mismo tiempo que por mi cabeza, solo pasaban incoherencias e estupideces.

-¿Vas a seguir callada y quieta, o te vienes al agua conmigo? –Dijo Louis echándome una última mirada y lanzándose al agua con un salto perfecto.

Me levante en silencio y algo dudosa, sentía calor y frio a la vez y mis piernas parecían dos hojas luchando contra el viento. Me quite la sudadera que llevaba de Jason, quedándome solamente en mi pijama; y aquí es cuando llegaba la decisión difícil. ¿Me lanzaba en pijama a la piscina?

-¿Ocurre algo?

-Eh… yo solo llevo esto puesto… -Dije seguramente poniéndome roja.

-Bueno no me importaría que te lo quitaras. –Dijo Louis riéndose.

Note una gran calor en las mejillas, pero por dentro me sentía feliz. Echaba de menos el sonido de su risa tan pegadiza, era como cuando un niño pequeño hacia algo mal, un sonido digno de escuchar una y otra vez.

-Creo que será mejor que no me tire o voy a terminar con un resfriado… -Dije recogiendo la sudadera que había dejado en el suelo.

Sentí el frio recorrer cada parte de mi cuerpo y como todo se volvía borroso a mi alrededor. ¿Cómo había sido capaz? Dos segundos había necesitado Louis para cogerme en brazos y tirarme junto a él dentro de la piscina.

-¡Eres idiota! –Chille al salir a la superficie de la piscina escupiendo el agua y tirando mi pelo ahora mojado hacia atrás.

-Puede que lo sea. –Dijo Louis sonriéndome. –Pero el problema es que yo… yo soy idiota de amor por ti.

Una simple frase fue capaz de formarme un nudo en la garganta, una gran impotencia por chillar y miles de mariposas o lo que fuera en mi estómago. Entonces una frase me vino en mente “No es malo tropezar con una piedra, lo malo es encapricharse con ella” y si de metáforas hablásemos Louis sería la más grande montaña, la cual acababa de interponerse en mi camino haciéndome tropezar a lo grande.

-Me… me tengo que ir, no ha sido buena idea venir… lo siento… -Dije saliendo lo más rápido posible de la piscina.

Me levante recogiendo al sudadera que estaba en la orilla de la piscina y me dirigí hacia la puerta cerrada.

-¡Elora!

Intente subir igual como hice para entrar en aquel recinto de la piscina, pero los nervios, o quizás la presencia de Louis y la cuestión de que estaba huyendo literalmente de él hicieron que me resbalara dándome un buen golpe al caer.

Me quejé por el dolor, poniéndome de pie y tambaleándome ligeramente. El pie izquierdo me dolía mucho y sentía como si toda la sangre bombeara esa parte.

LA CHICA DE PELO AZULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora