Capítulo uno

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Caminé sin parar por el hospital en busca de una salida, sin embargo los corredores parecían extenderse ilimitadamente. No volví a saber de Sebastián después de esa charla confusa que habíamos tenido, y debo admitir que me causó un poco de temor no tenerlo conmigo.

Miré a las enfermeras, quién estaba segura, me ignoraban al propósito. Varios pacientes también se cruzaron en mi camino, pero sólo miraban al frente con esos ojos grises vacíos. ¿Por qué todos tenían los ojos grises?

Miré de nuevo las paredes. Al menos de que el hospital tenga varios recibidores. Estaba dando vueltas en círculos. Frustrada me metí detrás del escritorio, de todas formas no habían secretarias, y comencé a revisar los archivos en busca de información. Entonces miré el nombre del hospital y sentí que mi corazón se detenía: "Purgatorio" No era un nombre que uno quisiera escuchar luego de que le dijeran que estaba muerta.

Con el corazón acelerado, seguí pasando las carpetas rápidamente con mis dedos pero no encontré nada útil que pudiera ayudarme.

-¡Ash!-Tiré los folders con frustración sobre la mesa, lista para lanzarme sobre la próxima enfermera que encontrara a ver si así era capaz de ignorarme.

-Tsk tsk-Miré sobre mi hombre, Sebastián se encontraba apoyado con la pared despreocupadamente, una de sus manos frotando su abdomen debajo de su camisa, dándome un vistazo de toda esa piel llena de músculos en su estómago plano.-¿Por qué la violencia Lizzy? ¿No te enseñó nada esa vez cuando decidiste arrojarme un pedazo de pastel al rostro?

Apreté mis dientes con el recuerdo, teníamos quince años y Sebastián había estado molestándome todo el día. Cuando era la hora del almuerzo me pareció muy buena idea arrojarle mi comida. ¿Quién iría a pensar que la profesora de Inglés estaba detrás de él y que él se agacharía?-Cállate. Eso nunca sucedió.

Él me sonrió lobunamente y se sentó sobre el escritorio, demasiado cerca de mí para mi gusto.-Te ves linda enojada-Puse mis ojos en blanco y traté de ignorar los noventa kilos de hombre cerca de mí-Me pone tanto cuando me ignoras-Susurró seductoramente, inclinándose más cerca de mí.

-Largo-Golpeé suavemente su rostro lejos del mío con los papeles, él se rió y me miró divertido, para nada impresionado con mi amenaza.- ¿No tienes algo que hacer? Estás muerto ¿no? ¿No se supone que vayas, no sé, a molestar algún otro vivo?

-Ellos no son tan entretenidos como tú- me guiñó uno de sus ojos grises y apreté mis puños cerrados al sentir un vuelco en mi corazón.-Ni tan sexy-alzó uno de sus dedos y lo deslizo atrevidamente por mi mejilla.

-No me toques-Le di una palmada a su mano y él sonrió, caminando orgullosamente traté de acercarme lo más que podía a la pared para no rosarlo al salir. Él claro, esperó a que estuviera justo entre sus piernas y tomando mi mano, me tiró hacia él, apretando mis caderas con los muslos.

-Te encanta que te toque-Susurró, sus labios demasiado cerca de mi piel, su piercing acariciando mi mejilla al hablar. Sentí cómo un escalofrío subía por mi espalda.-Te encanta mi olor-Me dio un beso en mi mejilla y yo sólo pude quedarme quieta y cerrar mis ojos fuertemente-Te gusto Lizzy...-Suspiró contra mi rostro, su aliento dulce y cálido calentándome.

-No es cierto.

-Sí lo es-Pude escuchar la sonrisa en su voz y abrí mis ojos para fulminarlo con la mirada. Me topé de frente con los ojos más hermosos, grises con manchitas verdes, sus pestañas serían la envidia de cualquier mujer. Le fruncí el ceño y él sonrió, inclinándose rápidamente para darme un beso rápido en mis labios.

-¡Ash!-Tiré un manotazo pero él salió rápidamente de mi alcance. Riendo agarró mi mano en el aire y la colocó sobre su muslo caliente y duro-¡Suéltame desgraciado!-él sonrió y comenzó a frotar mi mano por él, arriba y abajo sobre su pantalón. Mirándolo con ganas de retirar mi mano lejos, intenté hacer fuerza para salir de su agarre hasta que su mano se movió más arriba.

Murky MemoriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora