“Querido diario: No sé qué se siente peor, si saber que uno de los demonios más poderosos del inframundo quiere mi cuerpo o el saber que tengo que evitarlo junto a ese hombre que odio tanto. Sebastián Taylor.
Para mí, no hay nada más detestable que su sonrisa engreída o la forma en la que me mira intensamente con sus ojos grises. Como si supiera un secreto vergonzoso sobre mí que podría acabar con mi autoestima en un segundo. Su olor es detestable también… para el 5% de mi cuerpo. E
l otro 95% está demasiado confundido como para que dé su opinión. Sus manos necesitan ser esposadas con urgencia. No hay ni un solo segundo en que no sienta esos dedos curiosos tratando de encontrar cualquier centímetro de piel expuesta con la cual jugar y ser capaz de explorar.
Y mi corazón debe estar enfermo por acelerarse cuando está cerca de mí. Si no estuviera teóricamente muerta mentalmente, estaría preocupada por ir al doctor.
Pero lo que más odio es que me bese sin mi permiso. De la forma más dulce y delicada, como si estuviera probando un festín de su comida favorita. Si al menos fuera uno de esos besos asquerosos y babeantes, pero el maldito sabe perfectamente como frotar su piercing en mi boca para tenerme jadeando.
A veces ni yo misma me comprendo. En un momento todas las palabras insultantes que me sé están dedicadas a él, y al siguiente, es un toque suyo y mi cuerpo comienza a temblar descontrolado, mi respiración es trabajosa.
Si al menos fuera alguien… que no fuera él, no estaría tan preocupada. Pero creo que todo lo que está pasando, me está afectando seriamente. Supongo que el que sea la única persona viva, consiente y que me conozca, me enlaza inevitablemente a él. El menos malo entre los más malos ¿no?
Quizás debería teñirle su pelo de púrpura y ocultar su rostro tras una máscara. Ponerlo en ropa bastante holgada y andrajosa que esconda todas esas superficies duras y musculosas de su cuerpo. Quizás así dejaría de ser tan atractivo para mis feromonas enloquecidas.
Saber que en cualquier momento alguien podría atacar mi cuerpo en el mundo de los vivos, es una posibilidad demasiado impactante para mí. A lo que él me explicó, si eso sucede el dolor que mi cuerpo sienta, lo sentiré yo también aquí.
Al menos esa es la única forma de saber que sigo viva. Pero a cada me segundo me pregunto cuánto falta para que me encuentren. Sebastian ha alejado a los niños de mí.
Después de que esa niña intentó besarme, varios de ellos han venido detrás de mí. Sin embargo es solo una vista a su cuerpo tenso y desaparecen inmediatamente, demasiado asustados de él como para quedarse a intentar acercárseme.
Le dije que era su aspecto horrible lo que los espantaba y recibí a cambio una carcajada, a pesar de que intentaba insultarlo. Entonces se había acercado, con sus labios rosados y ese pequeño aro de metal con dos flechas, y había besado mi barbilla. Para desconsuelo mío.
Desde entonces recibo al menos unos veinte besos diarios, y mentiría si dijera que no puedo acostumbrarme a eso. Cada vez que él me besa, es como si mil mariposas estuvieran…”
-¿Qué haces? Salté al escuchar la voz de Sebastián desde la puerta. Miré su sonrisa curiosa y rápidamente oculté el pequeño cuaderno que había encontrado, tras mi almohada.
Sus ojos siguieron pegados al cuaderno como si no pudiera esperar para robármelo. Sólo por seguridad, lo apreté fuerte contra mi espalda y lo miré fulminantemente.
-No te importa. -Claro que me importa Lizzy, todo lo que tenga que ver contigo me importa.-él me sonrió con esa sonrisa que sabía que guardaba para las chicas que quería llevarse por las noches. Puse mis ojos en blanco y lo ignoré. Cuando el colchón se hundió a mis pies, mi cuerpo inmediatamente se tensó.
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Murky Memories
Romance¿Cómo saber qué es real y qué no? Soy Elizabeth Marie Sobotta Jenkins. Y al parecer, soy el recipiente de Beelzebub. Toda mi vida he vivido engañada por las personas alrededor de mí. Mi molesto vecino no es quién dice ser y mi aburrida vida no es ta...