-Eres un Nix-Quise hacerlo sonar como una afirmación pero para mi pesar, salió más como una pregunta. Él me miró bajo sus pestañas con sus ojos recorriendo mi rostro en busca de reacciones. Ambos nos encontrábamos sentados en la cama uno frente al otro en forma de indios, nuestras rodillas tocándose continuamente cuando nos movíamos.
-Lo soy-Sus ojos grises contactaron con los míos, había inseguridad y decisión allí.-Y mi muerte no fue accidental. Sabían que estaba protegiéndote y vinieron detrás de mí.
Fruncí el ceño mientras jugaba con un hilo suelto de mis jeans, ¿tras de mí? -¿Porqué? ¿Qué tengo yo de especial?
Sus ojos se suavizaron a un plata líquida mientras me miraba fijamente-Puedo pensar en muchas cosas que son especiales en ti para mí.-Me removí inquieta y alejé mi mirada de sus ojos demasiado intensos, él se aclaró la garganta antes de continuar.-Tu cuerpo es fuerte, al parecer, uno de los más fuertes en la tierra. Se cree que Belcebú será capaz de salir del infierno si posee tu cuerpo.
Jadeé y abrí muchos mis ojos mientras lo miraba. ¿Belcebú? ¿El señor de las moscas? Traté de recordar lo que había leído hace años en una página de demonología. Se supone que es uno de los siete príncipes del inframundo y es constantemente llamado por diversos nombres como: Baal, Belial, Satanás, Mammón, entre otros. Belcebú es también quién representa el pecado de la gula y es asociado al orgullo. Es el segundo a mano después de Lucifer y junto a él y Astaroth forman la falsa trinidad.
Mierda. Eso estaba segura, significaba problemas, muchos problemas.-¿Hay alguna forma de evitar que eso suceda?
Él asintió de forma insegura con la cabeza.-Todo lo que ves aquí, existe y no existe. La persona que visitaste pensando que era tu madre, no lo era. Aquí solo hay almas perdidas y todo es un juego de azar y confusión. Las únicas dos formas para impedir que suceda, es demostrando que eres digna de volver a tu cuerpo terrenal, sin embargo eso no significa que no seguirán intentándolo. La ora forma es que mueras aquí.
Tocó suavemente mi cabeza y dejó a sus dedos deslizarse por mis sienes, produciendo un estremecimiento en el resto de mi cuerpo.-Y aunque seguirás atada a tu cuerpo, podrás permanecer aquí para siempre. Conmigo.
Él suspiró y volvió a tomar aire antes de bajar la mano que tocaba mi cabeza y cubrir una de mis mejillas con ella.-Pero si alguien, por alguna razón o de alguna manera, mata tu cuerpo, tú desaparecerás de este mundo y del de los vivos para siempre y el cuerpo será de Belcebú. En estos momentos, como tu mente permanece aquí, podrías pasar perfectamente como un paciente en estado vegetativo para cualquier persona. Y eso hace que estés indefensa.
Puse mis manos en mi pecho, tratando de calmar los latidos en mi corazón. Eso solo me dejaba con una opción real y es el probarles que debo regresar a casa. Sentí el inicio de un dolor de cabeza venir a mi y apreté mis ojos cerrados mientras pensaba.
-Recuerdo que, durante el momento del accidente antes de que…-Hice un ademán con mi mano, señalándolo. Él sonrió hacia mí, una sexy sonrisa curvando sus labios. Traté de apartar mis ojos de allí.-Antes de que chocáramos, me dijiste que debía casarme contigo. En ese momento pensé que sólo estabas borracho pero ahora que sé que no fue así, ¿a qué te referías?
Él tomó mis caderas y a pesar de mi chillido y mis uñas en sus hombros, logró acomodarme de forma que quedara ahorcadas sobre él. Una de sus manos se mantuvo allí para impedir el que me fuera, la otra comenzó a subir y bajar por mi respalda.
-Eso es porque necesitaba meterte en una Iglesia lo más rápido posible. Tú no lo viste pero quien manejaba el camión, fue un niño parecido a la niña que acabas de ver. Ellos ya habían venido detrás de mí y logré burlarnos antes de ir a buscarte. Quería llevarte a un terreno sagrado porque ellos tienen prohibida la entrada allí. Además, si nos hubiéramos casado por la Iglesia, tu alma y la mía estarían entrelazadas. Yo siempre sabría donde estas y tú igual, aunque no podamos estar juntos. Y la razón más importante que las anteriores: Amaría casarme contigo.
ESTÁS LEYENDO
Murky Memories
Romance¿Cómo saber qué es real y qué no? Soy Elizabeth Marie Sobotta Jenkins. Y al parecer, soy el recipiente de Beelzebub. Toda mi vida he vivido engañada por las personas alrededor de mí. Mi molesto vecino no es quién dice ser y mi aburrida vida no es ta...