Capítulo dos

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Por fin encontré una salida. Miré hacia la puerta con esperanza, la palabra “Exit” era la más hermosa que he visto en mucho tiempo. Rápidamente abrí y suspiré de alivio cuando vislumbré el zacate y el sol dándome fuertemente en la cara.

Sonriendo salí del hospital y di vueltas sobre mí misma mientras me reía. ¡Dios! Pensé que nunca iba a salir de allí. Caminé hacia la calle, mirando a la gente alrededor de mí continuando sus vidas sin importarles el que yo estuviera allí, ocupados en sus propios asuntos. Miré hacia una señora mayor y la saludé con la mano, ésta me devolvió el saludo sonriendo.

No eran como los pacientes del hospital, estos sí me veían.

-Hola señor-Saludé a un señor en un traje elegante que iba pasando, él tocó la esquina de su sombrero mientras me miraba con sus ojos oscuros.

-Señorita.-Sonriendo seguí caminando, saludando a todo aquel que me encontraba. Todos ellos respondieron y no trataron de ignorarme. Cuando llegué a una esquina, tomé un taxi y le di la dirección de mi casa.

-Ya llegamos señorita.-Lo miré y sonreí.

-Deme unos minutos, voy adentro y le pago-Me bajé del auto rápidamente, casi saltando de emoción ¡Iba a ver a mis padres! ¡Después de tanto tiempo!. Cuando llegué a la puerta toqué tres veces, como hacía siempre que llegaba a casa para hacerles saber que se trataba de mí. Mi madre abrió la puerta sorprendida y me miró unos minutos.

-¿Lizzy?-No me reprimí más y salté a sus brazos, casi derribándola. Ella se quedó tensa unos minutos antes de palmear incómodamente mi espalda.- ¿Cómo es que estás aquí? –susurró suavemente sobre mi cabello, su olor a melocotones, tan familiar y relajante, me envolvió como un capullo de calidez.

-Estoy de regreso mamá.-Me alejé y sonreí, ella en lugar de saltar a mis brazos como habría esperado, me miró frunciendo el ceño.

-¿Mamá?-Le fruncí el ceño ahora yo a ella, ¿me está preguntando que si le dije mamá?

-¡Pues Claro! ¡Eres mi madre! Por cierto, ¿me darías dinero para el taxi? Cuando logré salir de allí no tenía mi billetera conmigo.

-Eh… claro-La miré mientras nerviosamente palmeaba sus bolsillos, saco un billete y me lo dio. Rápidamente volví sobre mis pasos y se los ti al taxista, quien se despidió de mi con la mano. Contenta caminé de regreso a donde ella estaba de pie en la puerta.

-¿Puedo pasar?

-si si-Ella se movió, dándome la oportunidad de entrar en mi casa. Inhalé profundamente el olor de mi hogar, apreciando que todo estuviera en su lugar. Allí estaba ese libro que había leído la semana pasada a que pasara todo, justo frente al televisor; mis notas llenas de dibujos estaban pegadas al refrigerador. Incluso mis lentes estaban en la mesita del recibidor donde los había dejado. No es que esperara que cambiaran todo en estos tres meses que estuve fuera pero era un alivio saber que todo seguía igual.

-¿Dónde está papá?-Pregunté, dándome la vuelta. Ella me miró preocupadamente y se sentó sobre uno de los sofás, palmeando el sitio a su lado. Obedientemente fui hacia ella y me senté.-¿Está trabajando?-comencé a preocuparme al ver su rostro, pequeñas arrugas de tensión estaban allí donde antes no estaban.

-Lizzy… yo no soy tu madre-La miré, confusión invadió mi cuerpo ¿A qué se refería?

-Mira mamá, sé que todo esto ha sido una locura pero estoy viva. Probablemente hablaste con ese doctor loco que decía que estaba muerta, pero estoy viva, tócame-Tomé su mano entre las mías y ella rápidamente la retiró de mi alcance.

-No entiendes Lizzy… yo no soy tu madre. Soy la madre de Lara, tú sólo eras una de sus conocidas.  

- ¿Lara? ¿Lara Boeing? ¿Mi compañera de clase?

Murky MemoriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora