1. The Beginning Of All

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Septiembre, 2001.

Amaba Jersey. Con sus edificios enormes, los suburbios, las casas construidas junto a las estaciones de metro que hacían temblar todo el lugar cada vez que los vagones pasaban. Amaba Jersey y todo lo que la cuidad incluía. Tal vez por eso no había querido irse cuando tuvo la oportunidad. Prefirió quedarse allí, alquilar un viejo departamento en con una sola habitación que compartía con su hermano menor, sin agua caliente y con la tubería dañada. Nueva Jersey era mejor que irse a un lugar desconocido.

Sentía el ruido de los autos cómo algo familiar, cercano.

Sentado en el marco de la ventana, con los pies colgando hacia afuera. El sol quedaba oculto a esas horas por el edificio de ladrillo junto al suyo. La escalera de incendios, oxidada y vieja, quedaba sólo a unos centímetros de el. Cuándo la brisa era lo suficientemente fuerte, pequeños pedazos de metal color rojizo volaban hasta posarse en su montgomery negro.
Sí, Jersey estaba bien para él.

-¿Vas a quedarte ahí todo el día igual que ayer? -La cabeza castaña de Michael se asomó por la puerta, con una camiseta azul y un par de jeans. Llevaba su mochila sobre los hombros y una carpeta roja con papeles desordenados que arreglaba a toda prisa. Cuando se acercó pudo percibir el olor a café.

7:47 am.

-Ni siquiera se que haces levantado tan temprano, hoy no trabajas ¿Verdad? Deberías volver a la cama. -Gerard volvió su atención al paisaje de las peligrosas calles de la ciudad. En el primer piso, una mujer se paseaba con un canasto de plástico bajo el brazo, tendiendo pequeñas prendas de ropa que parecían pertenecer a un bebé. Desde su lugar sólo alcanzaba a ver su cabello opaco y canoso.

-No podía dormir. -Su hermano menor comenzó a recoger ropa del suelo para dejarla en su lugar, tendiendo ambas camas, mientras todo lo que el pelinegro hacía era quedarse ahí, sin hablar ni hacer nada productivo. Apenas salía de ese cuarto, para ir al baño o para tomar agua y comer. Llevaba 2 semanas sin salir a excepción del sábado en el que Mikey lo llevó a rastras hasta el supermercado.

Aún recordaba la explosión, el ruido, el caos. Cualquier pequeño sonido lo hacía temblar inconscientemente. Llevaba semanas en ese modo automático que apenas lo dejaba dormir. El a veces iba hasta ese lugar a comprar en las tiendas del piso superior. Quedaba muy cerca de la tienda de cómics en la que había conseguido empleo hace un tiempo, en Nueva York. Había ido a una de las tiendas del subterráneo a comprar un regalo para Mikey por su cumpleaños numero 21, sólo un día antes de la tragedia, joder.

El podría haber estado allí cuando todo ocurrió y podría haber formado parte de los miles de muertos en vez de haber estado viendo el estallido desde la acera. Lo que en realidad no era algo tan malo para un perdedor con problemas de depresión, pero si para el perdedor con problemas de depresión llamado Gerard Way.

-¿Estás ahí? - Al parecer Michael llevaba minutos hablándole sobre algo, se cruzó de brazos, acomodando sus lentes.

-Sí, yo... ¿Qué decías? -Él suspiró, tomando sus cosas con una expresión triste.- Nada, Gee. Volveré tarde, tengo que pasar a la biblioteca para hacer un trabajo, toma tus medicinas y por el amor de Dios, hay comida en la nevera. Si pasa algo, solo llámame.

Espero a que el castaño se hubiese ido para tomar su libreta del pequeño cajón en su mesita de noche, volvió a acomodarse en la misma posición, con las piernas colgando hacia afuera. Era increíble como las personas jamas desaparecían allí, sin importar la hora o el día, las luces de Jersey nunca morían.

"You're not in this alone
Let me break this awkward silence
Let me go, go on record
Be the first to say I'm sorry..."

Tenia esa melodía dando vueltas en su cabeza y se había quedado hasta las 3: de la mañana el día anterior para tratar de escribir alguna letra. Hace tiempo que no componía nada, se había enfocado mucho mas en su arte y la Universidad. Su vieja guitarra se había cubierto de polvo, casi igual o peor que el mismo Gerard.

Paso las manos por su cabello, bostezando. Mikey tenia razón, necesitaba dormir un poco mas. Fue al pequeño y usado sofá de la sala y se recostó, cubriéndose con una manta de lana que Elena había tejido para el cuando tenia 15 años. Dormir allí era mas fácil que hacerlo en su cuarto cuando Michael no estaba, sentía desesperación al estar solo y sin vigilar la puerta de entrada.

No podía prender la televisión, todos los putos canales nacionales hablaban sobre lo mismo, como si quedara alguien en el mundo que aun no se hubiese enterado. No quería saber la cantidad de víctimas, ni la hora exacta, ni que en exactamente 40 minutos se cumplirían 2 semanas y 3 días desde el atentado. La tienda de cómics había sido cerrada durante ese tiempo y su jefe aun no lo llamaba. "Vete a casa, Gerard. Antes de que no queden autobuses. Te avisare". Pero de todas formas planeaba renunciar si aceptaban su solicitud en "Toy & Game Land" como diseñador de juguetes. La única razón por la que quería trabajar allí era porque ya no tendría que ir a Nueva York todo los días de la semana.

Apenas cerró los ojos intentando conciliar el sueño, su mente comenzó a trabajar. ¿En serio vas a morirte como un bueno para nada que jamás hizo algo importante y al que nadie jamás recordará? Podrías tener un efecto en las personas, idiota. Cambiar vidas. Sólo tienes que mover el culo de este maldito sofá. Trató de tomar aire, acomodandose, Dios, no quería levantarse de allí. Era mucho más fácil quedarse acostado, esperar a que todo el suceso quedase olvidado, superarlo, que tal vez su terapeuta le recetara pastillas más fuertes que lo dejarían más atontado aún, volver al trabajo y listo.

Podía sólo seguir con su aburrida vida en la que se deprimia constantemente, jugaba y salía a las fiestas con su hermano menor porque sus amigos los podía contar con los dedos de una mano. Podía hacer eso o...

Había un de teléfono público a tan sólo una cuadra de su departamento. No tenía un teléfono fijo porque casi nunca solía llamar a nadie y sería un gasto innecesario. Bajó las escaleras corriendo, llegando hasta la cabina, rebuscando apresuradamente alguna moneda en sus bolsillos. Uno, dos, tres, cuatro marcaciones.

-Buenos días, el señor Pelissier lamenta informarle que no atiende imbéciles a esta hora de la mañana...

-Cierra el pico, Matt. ¿Puedes estar aquí en 10 minutos?

Blood Infections {Frerard}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora