Capítulo 27: "Hermandad"

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Lord Antoine

Carraspeé mi garganta, me removí en mi cómoda silla y pasé una mano por mi barba apenas visible.

-Sírveme un vaso de licor- Ordené al sirviente, quizá el alcohol podría lograrme pensar más claramente aunque a veces hiciera lo contrario.
El criado se dirigió a la mesa con la vitrina de vidrio donde reposaban varias docenas de vasos y botellas, sumamente caros.
La mejor vajilla Mountweazel de Londres,y yo la tenía.

Recordé como una vez, a mí se me había caído un vaso, rompiéndo en pedazos su delicada estructura de cristal; al enterarse mi padre tuve un fuerte regaño y un par de palmadas las cuales me hicieron entender que, no debía ni acercarme a la vajilla Mountweazel hasta tener edad suficiente para heredarlas. Un tesoro familiar, una relíquia dinástica, una herencia imprescindible.

Rasqué mi nuca, con incomodidad. Todo esto me tenía extremadamente pensativo.

Observé como el sirviente abría la vitrina muy cuidadosamente y sacaba de allí un vaso de mediano tamaño.

El asunto que me daba vueltas en la cabeza no se trataba de la vajilla Mountweazel, por supuesto. Reí para mis adentros.

Lord Jack no volvería a molestarme de nuevo, o al menos eso tenía entendida. Aline tampoco molestaría más, después de esa carta que yo mismo le había enviado esperaba profundamente que no se atreviera a aparecerse nuevamente, por que no sabía lo mucho que me costaba echarla en ciertas ocasiones, cuando se me venían a la cabeza imágenes en las cuales estabamos juntos y aparentemente felices, bueno, yo al menos estaba feliz junto a ella, pero ahora no sabía cuán alegre había sido a mi lado. Probablemente solo habría mentido y eso, me molestaba.
De mi madre esperaba lo mismo. La quería profundamente, pero suponía que yo poseía la autonomía y la decisión sobre mis propias relaciones.

Mi camino comenzaba a quedar libre, un camino largo y estrecho el cual había construido en muy poco tiempo y sin embargo, ya no me encontraba inmovilizado o atado.

Debía aceptarlo de una vez por todas; Annete me atraía, era extraño, créanme que sí, pero era sincero...
Era un sentimiento extraño, ella me provocaba muchas cosas, me parecía una muchacha interesante al no tener miedo a expresarse, era amorosa y respetuosa, educada, y cuidaba muy bien de mis hijos, carácter muy importante en una mujer, la actitud con la que trata a los niños.

Quizá podría intentar algo con ella, Aline me había dejado un gran vacío que yo no podría llenar fácilmente, creía que tan solo con otra mujer a mi lado. Quería enamorarme de nuevo y Annete, parecía ser la mujer indicada, era tan recta, tan inteligente y tan bonita. Esos ojos azules hechizantes, esa voz dulce y esa personalidad interesante me atraía.

Me encantaría que ella me quisiera, yo le tenía un gran afecto y me agradaba tanto su autoestima como su carácter. Me atraía profundamente y estaba seguro de que con un poco más de tiempo para conocerla, ella se enamoraría de mí y yo de ella.

No quedaba mucho que discutir.
Respecto a la diferencia de clases sociales no me afectaba en nada, realmente jamás me importó demasiado y no hacía tanto énfasis en los carácteres políticos y sociales. Las clases sociales y las habladurías de vecinos, no me importaban en absoluto, lo consideraba una clasificación injusta respecto a la cantidad de poderío de cada persona, era realmente patético pero prefería simplemente no plantearlo ni inmiscuirme.

-Aquí tiene Milord- El sirviente me tendió el vaso Mountweazel, intentando equilibrar. Sabía del valor de aquella vajilla.

-Gracias... retírate- Le respondí, tomando el vaso, volviendo a la realidad. Le dí un sorbo al licor al tiempo que observaba como el criado se retiraba del despacho; pasé la mirada por la biblioteca y por un cuadro al óleo que caracterizaba la habitación.

-Muy bueno- Murmuré para mí mismo, alejando el vaso y observando el líquido casi transparente del licor.

Me paré de mi asiento y caminé unos centímetros, dejé el vaso a medio terminar sobre mi escritorio. Extendí mi mano hacía uno de los cajones, si bien pasaba mucho tiempo en el despacho contabilizando cuentas, ampliando números y escribiendo cartas... ¿hace cuánto no miraba lo que escondían esos cajones?
Bueno, aunque no había mucho que esconder, claramente.

Abrí el cajón atiborrado de papeles, alargué mi mano hacía uno de ellos y lo tomé con delicadeza.

Mi despachó era relajante, tenía un aroma a habano muy abundante, era agradable aunque no para alguien que no fumara mis habanos, era un aroma especial que a mí especialmente, me gustaba. Anteriormente de mi padre, el despacho constaba de una habitación cuadrada, prácticamente de madera, con pisos de madera, un escritorio de madera, una mesa de madera, unos estantes de madera, una biblioteca de madera, ...bueno, prácticamente todo era de madera, la mayoría de la industria italiana.

Extendí el papel que acababa de tomar, arrugué la nariz al ver que era una de las tantas cartas que yo le había escrito a Aline, con toda la pasión y el amor que le tenía por esos días.

"Mi hermosa mujer"

Oh, mi bella y celestial doncella
Que contigo albergan mis más puros sentimientos...
Quien contigo guardas todas las noches y todos los días que pasamos juntos...
Que contigo tienes los mejores sueños y anhelos que podría poseer mi deshecho corazón...
Que contigo albergas las rosas y las espinas de mi alma...

Oh, cazadora de mi corazón, oh viajera en los caminos de mi mente y de mis pensamientos, con tu brújula marcas mi sendero.

Tu amor me hace respirar
Tu amor me hace crecer
Me hace volar y soñar despierto
Me hace suspirar por tí
Todos los días de mi vida

Te amo tanto y te amaré siempre...
Cuando se sequen todos y cada uno de los mares, cuando se derrumben con increíble estruendo las montañas, cuando los paisajes se vuelvan polvo en los cuadros de los pintores más hábiles, cuando el sol quede echo cenizas por su propio calor y cuando se extingan las estrellas, yo siempre estaré ahí, como tu fiel marido.

Cuando desaparezcan las nubes
Cuando mueran los bosques
Cuando ya no quede suelo sobre los cuales tus pies puedan apoyarse
Cuando se destruya la tierra entera
Yo estaré contigo, como tu propio corazón.

Te amo más que nadie y como a nadie.
Tú eres la corona de mi corazón, eres mi reina y mi dueña.

Te amo
Antoine

Que tonto había sido, terriblemente tonto y vulnerable... tan sensible que le asqueaba.

Ese mismo poema se lo había dedicado el día de nuestra unión, y aún así, esas lágrimas que salieron de sus ojos aquella vez, fueron pura hipocresía, una falsedad tan hopócrita como ella. No me importaría cuánto tuviera que insistir, Annete estaría conmigo, necesitaba de ella.


















***
Hola💖

En multimedia, la bella Lady Aline Horley - Ana de Armas

Próximo capítulo, el final.
Estoy triste por terminar esta novela, pero quiero empezar con "Entre Amantes y Corsarios" serie Lodwig #3, para luego seguir publicando los libros de esta saga,"Secretos aristocráticos"

Además, quiero publicar alguna novela de Romance o Ficción General y también quiero corregir mis otras historias, para que no tengan errores ortográficos... Saludos Dulzuras




























Lord Antoine #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora