Capítulo 2-La Súper Ola

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29 de septiembre:

Los siguientes dos días no ocurrió nada en absoluto. Se había suspendido todo tipo de clases y trabajos, excepto los servicios de salud y de seguridad.

Al frente de nuestra casa se encontraba una calle y más a lo lejos, se podía apreciar la playa. Durante aquellos días, en la calle estaban transitando un sin número de personas y de patrullas. Había un bullicio que recorría los cuatro puntos cardinales de nuestro vecindario.

Era un jueves en la mañana. Mi hermana y yo nos encontrábamos desayunando en el comedor. Todo estaba tranquilo hasta que me percaté de unos sonidos inusuales parecidos a los de una ola de mar.

-¿Tu papá estará viendo aquel canal del clima de nuevo?-preguntó mi mamá.

-No...él acaba de salir a comprar unas herramientas...

Se abrió tensión en el ambiente y luego unas pequeñas vibraciones azotaron el suelo. De la nada, con las vibraciones persistiendo, una segunda trompeta es tocada. Esta vez sonaba menos profunda pero fácilmente captaba la atención de todos. Corrimos hacia la puerta y en cuanto la abrimos nos dimos cuenta que... ¡una ola gigante se estaba acercando rápidamente a la costa!

-¡Tsunami!-gritaba la gente. ¡Tsunami!-mientras corrían en todas las direcciones.

Inmediatamente mi madre, ya con mi hermana en brazos, volteó hacia a mí y exclamó:

-¡Rápido...busca la mochila de emergencias!

Corrí al interior de la casa. Busqué lo más rápido que pude pero no hallé nada. Fue cuestión de segundos. Solo oí un grito y cuando miré hacia atrás...ya era muy tarde. La ola estremeció fuertemente la casa. Esta se llenó rápidamente de agua. El golpe fue tan fuerte que me quitó la mayoría de mis fuerzas al dejarme casi ahogada. También, debido al estruendo,  gran parte del techo se desplomó, obstruyendo cualquier posibilidad de salir. La única salida que pude encontrar con mi mirada fue un hueco que estaba entre los escombros.

Decidida de que iba a salir, trataba de divisar la mochila. Después de unos segundos, la mochila nunca se mostró. El agua subió y yo me sumergí en esta. Pensando en una manera de salir, se me vino a la cabeza una idea. Tomé la linterna de papá que se encontraba sumergiéndose en las aguas. Nadé lo más pronto posible hacia el hueco. Y usando las poca fuerzas que quedaban en mis brazos para empujar los escombros, logré salir.

Salí disparada, junto con litros de agua sobre mí, afuera de la casa. Caí sobre un gran océano que descansaba sus aguas sobre nuestra ya destruida ciudad. Miré a mí alrededor y pude contemplar un gran desastre. Árboles, autos, casas y los restos de mi "mundo" flotaban a la deriva mientras que cientos de personas heridas escalaban los techos de las casas más altas aclamando socorro.

Nadé hasta la más cercana. Ahí me desplomé, débil y cansada. Lo último que pude oír fueron las hélices de un helicóptero.

 Lo último que pude oír fueron las hélices de un helicóptero

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Inconsciente y en mi cabeza me dije:

-Debo...encontrar a mi familia.  

El Apocalipsis: El Diario de una AdolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora