Good Night

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Respiración errática.

Sudor frío.

Movimientos nerviosos con los ojos.

Temblores en las manos.

Estómago revuelto.

Aliento con sabor a bilis.

Palidez.

Su cuerpo indicaba que había sido una pesadilla.

Sirenas a la distancia.

Un árbol caído.

Lluvia mezclándose con el sudor.

Fuego.

Humo.

Marcas de caucho quemado.

Sangre escurriendo de su frente.

Viendo gélido.

Los hechos indicaban otra cosa.

...

Las horas de la madrugada y la de melena oscura no veía rastro alguno de su vecina, ni una sola pista de su paradero, ni una sola idea de donde podría haberse metido, y eso no la aterraba en ese momento, no desde la última vez cuando resultó que había sido que la de orbes verdes había estado en el psiquiátrico por problemas, ya que empezaba a acostumbrarse a aquel mal hábito que tenía la de cabellera rubia de esfumarse para no dejar rastro de su paradero, luego de una semana en que la veía un día si y un día no, sin embargo, no por eso estaba totalmente tranquila al respecto.

Caminó con cierta pesadez hacia su sofá, donde la esperaba su televisor y la nueva temporada de CPH, además de un par de mantas y un bowl de popcorn con mantequilla, estaba esperando a la rubia, ella le había dicho que le gustaba el programa, y por ello se había abstenido a ver la serie durante la emisión por esa semana -a pesar de que la rubia llevaba más de un año de atraso con dicha serie-.

Sin embargo, a pesar de eso, ella lo hacía, su idea era ver aquellos capítulos con la rubia esa noche, mientras hacían planes para el día libre de Lapis, ella pensaba invitarla al cine, o mínimamente fuera de aquella lluviosa y gris ciudad, una tarde donde no se preocupasen por nada, aunque al parecer la rubia tenía otros planes.

—Tonta Peridot— bufó mientras se acostaba en el sofá, realmente no estaba de muchos ánimos, no si había pasado gran parte de su noche esperando a alguien que probablemente no iba a llegar.

Reprodujo su grabadora, el televisor emitió un molestó ruido y luego empezó el programa con su típico intro y lo que había pasado en el capítulo anterior, realmente el capítulo anterior había estado muy flojo, sin embargo, parecía que esa temporada sería mejor que la número 5.

Definitivamente esa temporada había sido una reverenda mierda.

Los capítulos fueron pasando, mientras que la bandeja de palomitas se iba vaciando, lo normal si consideramos los puñados de el delicioso snack que la intriga y la ansiedad la hacían comer, el arco era aquel que habían esperado por tantas temporadas, era aquel donde en la guerra de campamentos se decidiría si pierlette era real o si en cambio el piercy iba a ganar la guerra que había empezado a mediados de la segunda temporada entre el fandom de aquella serie canadiense.

—Pierre... yo— Lapis se mantuvo al filo del asiento, algo le decía que era el momento decisivo.

—¡Cállate Paulette!— vio con genuino interés como el joven tiraba los brazaletes de la chica pelirroja, para luego arrojar el pañuelo que ella siempre usaba —¡aléjate de mi!—

—Pero...— vio con el ceño fruncido como se acercaba, y juró que de no haber tenido la boca llena de palomitas habría gritado a todo pulmón, aunque significase despertar a medio edificio, la siguiente parte era aquella que todos habían esperado.

—Dijo que te alejes— un "oh fuck" se formó en los labios de la de melena negra, mientras todas las palomitas llenas de saliva caían al piso, simplemente Pierre se veía demasiado serio y molesto.

El fangirleo comenzó cuando Percy corrió hasta el.

—¡LO SABÍA! ¡EL PIERCY ES REAL! ¡AQUELLAS IMAGENES SI ERAN FILTRACIONES!— chillaba con energía y dando pequeños golpes al sofá.

—¡HAY QUIENES QUEREMOS DORMIR MALDITA MOCOSA DE MIERDA! ¿¡QUIÉN SE PONE A VER ESAS MARICONADAS UN MIERCOLES A LAS 3:37 DE LA MADRUGADA!?— las palabras fueron acompañadas por golpes dados con una escoba al piso de la ojiazul, quien se puso de cara al sofá y empezó a gritar, ahogando sus gritos en el cojín, por mera cortesía, por si misma le habría respondido algo amable al terminar sus fangirleos, pero no dejaría que un vecino anciano y molesto le privase de disfrutar aquella escena, que mejoró cuando Pierre tomó posesivamente a Percy y lo escondió tras de sí, mientras que Paulette veía con furia a ambos.

Tal vez no había sido tan mala idea desvelarse.

Tal vez no había sido mala idea ver los capítulos que necesitaba ver esa semana.

Tal vez había sido una buena idea olvidarse de Peridot, por lo menos un momento.

O todo lo que quedaba de la noche.

...

"—Las condiciones son las siguientes, número uno, debes tomar tu medicamento con regularidad— la rubia le vio cansada, con unas ojeras enormes bajo sus verdes orbes, señal de su falta de sueño provocada por un ser que había estado ahorcandola a cada noche, bajo la estúpida excusa que la rubia ya no compraba más.

—Ok, medicinas diarias, si, eso ya lo se— bufó con molestia, definitivamente su irritabilidad era inversamente proporcional a sus horas de sueño.

—Dejame terminar— el hombre añadió con cierta frustración —Nada de alcohol o tabaco— la chica soltó un gruñido, no le gustaba que la tratasen como niña pequeña, ella sabía exactamente que durante su ingesta de medicinas estaba mal beber o fumar —nada de actividades extremas— rodó los ojos, ¿De verdad creía que la rubia en ese estado tan jodido iría de aventuras por OOO? No lo haría ni aunque pudiera.

—Ya, ya, ser un vegetal en casa de nuevo, ya se eso— su voz era una mezcla de sonidos graves y agudos, cosa que resultaba desagradable de oír, sin embargo, el hombre lo soportaba.

—No, ahora necesito que busques una distracción— al oír esa palabra sonrió maldosa, una sonrisa inconsciente que el hombre cano y de lentes pasó por alto —Necesito que encuentres algo calmado que logre distraerte de posibles pensamientos negativos que puedas llegar a tener en los primeros meses de tratamiento—

—Claro, como no voy a estar igual que una zanahoria drogada es obvio que podré hacer alguna cosa— mordió su lengua, había estado a punto de decirle un improperio, y eso no le convendría.

—Si me dejas terminar...— sus miradas competían en la frustración que demostraban, viendo quien era el que lograba enfurecerse al último —Para evitar eso, te daré algunos ansiogenicos, el poco estrés que te den será suficiente para mantenerte más alerta para que ya no seas un vegetal drogado— el hombre acomodó sus anteojos —tambien debes comprar otros anteojos, no quiero que vuelvas a tener algún accidente por algo así, y tampoco quiero que pongas tu vista como una excusa para no hacerme caso, y las pastillas para mantenerte despierta... No abuses de ellas si no quieres cambiar de riñones—

—¿Alguna cosa más?— el tono frustrado y aburrido de la rubia era amenazante, sin embargo, el hombre no se dejaba intimidar.

—Vendrás a terapia sin falta, ¿Puedo confiar en ti?— ambos pares de orbes chocaron, ambos casi brillantes, casi desafiando al otro, mirando casi a la vez el par de pastillas que habían en el escritorio, la rubia las tomó y con toda seguridad las echó en su boca para luego masticarlas, ignorando el repugnante sabor amargo y la textura desagradable de la pasta amarga que se abría paso por su esófago.

—Puedes confiar en mi, padre—"

Tormento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora