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JAMES

La angustia y la desesperación crecieron en mi pecho como si estuvieran en la tierra más fértil del mundo. El cuerpo de Richard yacía inerte, pálido, pero a la vez todo rojizo, lleno de sangre. Tenía los ojos ciegos bien abiertos. Nunca me había sentido tan descompuesto, asqueado, y enojado. También sentía una punzada de culpabilidad en el pecho. ¿Porqué? No tenía la más puta idea. Era doloroso ver a alguien con quien compartí muchas cosas muerto a manos de mi propio hermano. Me traicionó, si, pero estaba intentando perdonarlo, porque por mucho que lo negara tenía un corazón grande, puro. Ahora lo sé. Más allá de los pensamientos turbulentos y del enojo que me provocaba lo que Richard nos había hecho, si me hubiese pedido perdón, lo habría disculpado, le habría dado un abrazo. Porque supe que tuvo razones, no sabía exactamente cuáles y nunca lo sabría, pero las tuvo. ¿Cómo podía juzgar sus acciones sin conocer sus motivos?

Quizás simplemente quiso salir de ese horrible mundo, y tuvo el valor que muchos no tuvimos. Pero algo me decía que la llegada de esa chica de ojos negros, me daría el empujoncito que necesitaba para tomar la iniciativa.

Decidí dejar de filosofar y volver a la situación. Quité mis ojos del cuerpo sin vida de Richard, y los puse en Charles. Tenía una expresión de culpabilidad y miedo en su rostro. Allison lloraba, lloraba como una desgraciada y eso no ayudaba en lo mínimo a mis nervios.

-¿Qué has hecho?-Susurré mirando a Charles.

-Yo... Yo...-Tartamudeó y una lagrima se escapó por su mejilla, sin aviso alguno se echó a llorar.

Lo cierto es que había sido un accidente, pero la culpa era ni más ni menos que de mi hermano, que ingresó a esa vivienda con fines turbios, eso estaba más que claro. Pero, ¿Qué debíamos hacer? ¿Llamar a la policía? ¿Deshacernos del cuerpo? ¿Dejarlo allí? No, claro que no. Richard fue un desgraciado, sí, lo fue. Pero en algún punto de mi miserable vida, ese desgraciado me puso sus oídos cuando me sentí mal, a pesar de parecer dos niñatas dándonos concejos estuvo ahí para mí. Como se lo dije antes de que muriera, lo consideré un hermano.

-Vete.-Le ordené. Charles se levantó como si sus piernas no fueran gelatina y salió por la puerta, dejando un arma, un alma y su corazón tirados en ese suelo.

-¿Qué haces, James?-Preguntó Allison cuando me vió marcando un número en mi celular. El 911.

-Llamo a la policía.-Digo con un tono tan neutral que da miedo.

-¿Acaso quieres terminar en prisión, imbécil?-Añadió con los ojos bien abiertos y una expresión de susto que estaba seguro, no se iría por unas horas.

-Claro que no, sólo diré la verdad. Que entraron a robar, que no vimos al atacante, porque cuando entramos Richard ya estaba muerto. Diremos que lo mataron porque era pobre, y no tenía nada que pudieran llevarse. Mientras yo hablo, limpia el arma, que no queden huellas.-Su cara era un poema y mis palabras salieron tan heladas que creí que mi alma se había vuelto hielo y se había partido en mil pedazos.

Dos horas después me encontraba frente a la casa de la señora Briggs, intentando localizar algún tipo de coraje en mi organismo para decirle que, su hijo estaba muerto. Para decirle que la persona a la que dio a luz, crió e intentó que siguiera el mejor camino posible, sin importar si tuvo o no éxito, estaba malditamente muerta. Que la persona que amó como si el mundo acabase al día siguiente ya no vería la luz del sol, la luz de la luna, ya no volvería a reír o a darle un abrazo, cada vez que iba a visitarla.

Siempre pensé, que un hijo está preparado para enterrar a sus padres, por más que cueste digerirlo es el ciclo de la vida y sabes que en algún punto de tu vida sucederá, si tienes suerte, podrás hacerlo, si corres la suerte de poder compartir un largo tiempo con tu madre o con tu padre, te sentirás más tranquilo, claro, sabrás que los amaste y los aprovechaste como debías. Pero, ¿Qué pasa cuando los padres tienen que enterrar a un hijo? ¿Cómo logras aceptar algo así?

Al ver los ojos de la señora Briggs llenarse de lágrimas al recibir la noticia, la imagen de mi madre vino a mi mente, sin invitación alguna, y me pregunté porque fui tan desagradecido con ella, también me pregunté si la aproveche, la amé y la cuidé como se merecía. Son esas cosas que te hacen dudar. Sólo deseé que Richard, a pesar de todo, haya sido un buen hijo. Y que haya querido a esa mujer como si la vida se le fuera en ello.

-¿Qué pasó, James?-Susurró, no me di cuenta cuando comenzaron a resbalar lágrimas por mi rostro.

-Un ladrón... Le disparó.-Tragué grueso cuando la imagen de Charles apareció en mi cabeza.-No lo vimos.-Mentí con un nudo en la garganta y sintiéndome la persona más basura e hija de perra de todo el planeta tierra. Pero mi hermano estaba primero.

-Mi Richard.-Susurró antes de romper en llanto y tirarse a mis brazos, como si un abrazo mío fuera a sanar su dolor, y no a abrirlo más. Se lanzó como, si fueran los brazos de su difunto hijo intentando apagar el dolor de su pecho. Juro por mi vida, que nunca me había sentido más culpable.

Después de llevar a la señora Briggs a realizar una denuncia formal en la comisaría, después de declarar junto con Allison y después de rezar a todos los santos y demonios porque nuestras confesiones coincidieran, me dirigí finalmente a la residencia de Victoria. Por algún motivo que todavía me negaba a aceptar, necesitaba estar en sus brazos.

Al llegar me di cuenta de que no sabía cuál era su puerta, por lo que tuve que preguntarle a una chica que andaba por allí, la cual casi se me tira encima. Tuve que decirle que tenía novia, sino me habría, por poco, secuestrado. A los minutos, me decepcioné, porque para mi desgracia no había nadie en la residencia de Victoria, ni siquiera la loca de su amiga. Me senté en su puerta, esperando a que apareciera por horas, pero no lo hizo, y fue tiempo de ir a hablar seriamente con Andrade, para decirle que Richard había muerto.

Y preguntarle, con mucho pesar, si conocía a Allison Dalas. Por muchas cosas que habían pasado ese día, no podía olvidar que quisieron llevarme a algún lugar a la fuerza, y que de seguro, de la boca de la rubia no iba a salir ningún tipo de explicación.

A decir verdad, no esperaba por nada del mundo llegar a la mansión en la finca deAndrade, y encontrarme allí a Victoria, demasiado cerca de Nick McCall.

Peligrosa VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora