JAMES
Me quedé pensativo por algunos segundos, hasta que solté;
-¿Cuáles fueron esos buenos momentos que pasaste con el imbécil que trató de hacerte daño?-Noté algo de furia en mi voz.
-Digamos que él era mi amigo con derechos... como Beth contigo. Pero luego comenzó a quererme, y lo arruinó todo, yo le dije que no quería nada serio, se lo dije.-Sus ojos se cristalizaron, vi debilidad en su interior pero de inmediato borró eso de allí.-Nos conocimos en la secundaria, y fue ahí cuando comenzamos a acostarnos cada tanto, no me enteré hasta más tarde que él sentía algo más por mí.
-Está bien, lo siento.-Dije con algo de culpabilidad. Ella negó reiteradas veces con su cabeza y agregó;
-Quiero contártelo.-Me pregunté, si yo quería oír realmente a Victoria contándome como se acostó con un idiota, pero asentí, sintiéndome un patán.-Ambos consumíamos drogas, íbamos a carreras ilegales, dicho sea de paso, ahí aprendí como correr para ganar tu auto...-Fruncí el ceño cuando recordé mi hermoso cruz, y me hice una nota mental para preguntarle luego que fue de él.-Nos cansamos de esa vida cuando terminamos el colegio. Debíamos dar un paso adelante, pero no en nuestra relación, sino en nuestras vidas. Salimos de las drogas más jodidas, juntos, pero el volvió a caer esa noche que intentó dañarme. Si es que no antes.-Finalizó con un tono decepcionado y algo triste.
Cuando me di cuenta de que ya se conocían, antes de esa noche, no creí que tanto, tal vez que se habrían visto un par de veces, pero no. Ese patán supuestamente la quería. ¿Cómo pudo intentar hacerle algo así?
Apreté mis manos fuertemente para reprimir el enojo.
-No necesitas que te diga que es un maldito cabrón, ¿Verdad?-Una voz ronca afloró de mi. Ella soltó una carcajada y algo en mi se desencajó, o tal vez encajó, no pude descifrarlo entonces.
-No, no lo necesito. Es mi turno.-Un escalofrío me recorrió entero cuando vi que algo había cambiado en su rostro. Creí saber hacia dónde apuntaría su pregunta. Mantuvo su mirada clavada en mi mientras yo trapeaba el piso, a la vez que me espantaba por lo que estaba por venir.
-¿Para quién trabajas, James? ¿Trabajas para mi madre?-Solté el trapeador, que hizo un estruendo por todo el cuarto de baño.
-¡Claro que no!-La furia de saber que Victoria no me había dicho la verdad volvió a mí, más fuerte que nunca.- ¿Cómo puedes decírmelo así como así? ¿A estas alturas?-Me maldije internamente por decir eso último.
-¿Acaso crees que me enorgullece ser su hija?-Se le quebró la voz, poco a poco fui notando que quizá no todo era como yo creía.
-¿Qué hacías en su casa, entonces?-Pregunté con miedo de lo que me respondería.
Lo que me dijo me dejó más descolocado aún.
-Además de descubrir que tú y tus hermanos solo se acercaron a mí para ganar reputación con ella, y ascender de puesto, fui en un vano intento de hacerle entender que no quiero ser la nueva Reina Roja. Que quiero una vida normal, fuera de la mafia.-Me quedé boquiabierto. No solo estaba frente a la hija de la mujer más cruel del mundo, sino que estaba frente a la futura Reina Roja.
Me quedé simplemente paralizado. Pero Victoria quiso marcharse y entonces reaccioné. La tomé del brazo y la atraje hacia a mí, haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera por el simple toque. La acorralé contra la pared, y recordé lo que mi celular interrumpió aquella vez. Y aunque la verdad es que no sabía quién era ella y no creía algún día llegar a saberlo, si sabía que desde que había llegado a mi vida, la había puesto patas arriba, había alterado cada maldita molécula de mi ser. Me gustaba su personalidad, me gustaban sus ojos, su cabello, su tatuaje, su manera de decir groserías, y sobre todo, su ingenio.
-¿Qué haces?-Susurró, y por un momento me pregunté yo también que cojones estaba haciendo. Pero ese pensamiento me abandonó cuando mis ojos azules hicieron contacto con el color negro de sus ojos.
-Te demuestro, que no me acerqué a ti por quien eres, sino por lo que me haces sentir.-Y entonces la besé. Puedo jurar que el mundo se detuvo justo en ese instante.
Mi corazón latía desbocado mientras nuestros labios se conocían por primera vez y nuestras lenguas danzaban. Me sentí morir. Digo esto porque creo que en la muerte hay paz, pero no una paz de tranquilidad. Una paz que te revuelve el estomago de lo bien que se siente. Todo eso estaba provocándome con un simple beso.
La arrinconé cada vez más hasta que estuvo completamente apoyada sobre la pared, tenía mis manos en su cintura, y ella estaba subiendo con sus hermosas manos hacia mi cabello.
El beso se intensificó, a tal punto de que mis pantalones iban a estallar. Quería calmarme, la deseaba con todo mi ser, si. Pero no quería follármela en el baño, eso sería denigrante, al menos por ser nuestra primera vez. De inmediato me pregunté quién demonios había dicho eso. ¿Desde cuándo me importaban a mí esas chorradas? Esto no podía continuar. Por más bien que se sintiese besarla, no podía perder el autocontrol y mucho menos mi forma de ser.
Me aparté de golpe. Victoria abrió los ojos como platos y sentí un pinchazo de culpabilidad.
-¿Qué sucede, James?-¿Qué qué sucede?
-¿Acaso no notas que estoy perdiendo la puta cabeza por ti?-Susurré. Esas palabras no podrían haber salido de mi boca jamás. Me sorprendí nuevamente.
-¿De qué hablas? Solo fue un beso...-Dijo con el ceño fruncido y entendí, por mucho que me doliera, que yo estaba delirando con cuentos de hadas y que en realidad ella no sintió nada. Me dolió. Inexplicablemente me dolió. Aunque ese dolor fue insignificante en comparación del dulce sabor que quedó en mis labios.
-¡Llegó la alegría! Hola perr...Oh-Casi me caigo de culo al darme cuenta de que Ryan estaba allí y que nos había visto prácticamente pegados a la pared.
Victoria tosió mientras me miraba y después de unos segundos capté que quería que la soltara. La estaba agarrando aún de la cintura.
A decir verdad, no quería soltarla.
-Hola Ryan...-Soltó ella. Me corrí de inmediato.
-Si quieren me voy...-Susurró, avergonzado y atónito ante la sorpresa de encontrar a su hermano, o sea yo, líder de un grupo perteneciente al narcotráfico y mano derecha de Andrade, liándose con una cría. Y qué cría.
-No te preocupes, ya me iba.-Dije. Ya no podía estar más en ese lugar. El rostro de Victoria no demostraba más que confusión y eso me hizo sentir aún más culpable.
Ryan se veía sorprendido, no podía verse de otra manera. Solo esperaba que no repartiera el chisme por todos lados, aunque en realidad no me molestaría, porque solo era una chica más, de las tantas que tenía. Aunque, ella era la hija de La Reina Roja y digamos que eso alteraba un poco la cuestión.
Llegué a la residencia un poco mareado, descompuesto. Ese beso me dejó totalmente descolocado, pero los pensamientos que me atormentaron durante un rato fueron aún peor. Ese tipo de pensamiento que te baja a la realidad, que te pone alerta. El tipo de pensamiento preventivo, que busca nada más y nada menos que tu bienestar. Aunque lo que descubrí pensando solo me traía mal humor.
Me di cuenta de muchas cosas. Una de ellas fue que no podía dejar que Andrade se enterara de que La Reina Roja tenía una hija, y que encima yo me estaba liando con ella. No podía por unos cuantos motivos, el primero era que yo no podía establecer una relación con nadie porque eso me robaría tiempo de trabajo, el segundo, que en el mundo de la mafia solo te metes con alguien de otra banda si es por conveniencia, y no era novedad que Andrade y La Reina siempre se odiaron, no existía ningún tipo de conveniencia.
Tampoco podía porque y este es el motivo más importante, si Victoria se volvía cercana a mí y Andrade la descubría, no se detendría hasta asesinarla con sus propias manos... Y a mi también.