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Salí del baño y me adentré entre la gente, dispuesto a entrometerme en eso. Me llamaban de todos los grupos para hablar, conocerme. Excelente oportunidad para hacer más amigos, hoy no era el día.

Los encontré en la misma posición que antes, hablando y riéndose. Un segundos antes, tuve que controlarme. Calmarme. Suspiré y sonreí, como el gran falso que soy. Me senté justo en el medio de los dos, dispuesto a absolutamente todo.

–¡Hey, chicos! –dije divertido.

–Hola, Pete... –dijo, nuevamente el muchacho.

La chica no devolvió el saludo, me miró incómoda pero aún así sonrió.

«Odio tu puta sonrisa...» Pensé en lo profundo de mi mente, y le devolví la sonrisa.

–Oh, no me presentaste a la linda... Muchacha... –le sonreí tratando de des-evidenciar esa pausa comprometedora.

El chico se ruborizó de la misma forma en la que se sonrojó esa vez, se puso incómodo y la miró con una sonrisa también. Cada acción era peor para mí, el Atavan no me había hecho nada, el efecto seguía lejos de mí.

–Perdóname... No había tenido la oportunidad –Se excusó– Ella es Elisa.

...

–Mi novia –terminó de decir.

No sé cómo lo tomé tan bien... Solamente tenía ganas de tomar su mano y correr lejos, decirle todo lo que rondaba por mi mente. Tenía ganas de decirle que me encantaba la forma en que se le hacían esos hoyuelos cuando sonreía, o la manera en que sus mejillas enrojecían cuando se sonrojaba. Ahora, puedo determinar cuando loco estoy.

–¿Pete? –Me llamó a la Tierra nuevamente.

–S-Sí, lo siento... Me quedé pensando. ¿Cómo está tu mano? –le pregunté– Eso me tenía preocupado.

Patrick no alcanzó a responder, porque Elisa respondió antes que él.

–Oh, ya está mucho mejor... Me encantaría agradecerte lo que hiciste por él, Pete, ¿Cierto? –dijo tratando de amistarse conmigo.

Juro que sentí el palpitar de mi corazón en el ojo.

–Ojalá hubieran más personas cómo tú en el mundo, ¿Sabes? –replicó nuevamente la chica –Personas comunitarias desinteresadamente.

No le dije nada, sólo me limité a sonreírle.

–Muchas gracias... –Dijo Patrick.

Le sonreí también, pero ésta vez, fue sinceramente. Me quedé perdido en sus ojos azules, verdes y con algunos matices caramelo... No tengo la certeza de qué colores son. Sólo los asemejo a la obra de Van Gogh.

–No hay de qué... –Le susurré– ¿Quieren que les traiga algo para beber?

Ambos no se veían convencidos, se veían como esa clase de gente que dice "no necesito beber para pasarla bien", pero yo quería animar un poco las "cosas".

–Vamos, les traeré algo. No hace falta que sean más que un vaso nada más. Por cortesía.

Les sonreí y me levanté del lugar en búsqueda de Brendon.

–¡Aquí estás..! –me alivié.

–Oh, ¿Ya estás mejor, desquiciado de mierda? –Me dijo mientras se servía más cerveza.

–Sí, sí... Cállate. Necesito pedirte una opinión...

Me miró interesado, siempre cuando se trata de "mis opiniones" Brendon escucha atentamente porque sabe que estoy tramando algo.

Confused [Peterick].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora