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Patrick continuó peleando un rato más con Brendon mientras dentro de sí intentaba controlarse, Ryan parecía querer intentar salvar la situación, pero una vez compañeros del crimen jamás podrán quebrantarnos hablando de Brendon y yo.

Obviamente, sentí culpa. Sentí un peso inmenso en el alma, suspiraba de vez en cuando, tomando por la muñeca al rubio en un intento desesperado de pacificar el ambiente porque, cuando a Brendon le tocan mucho las pelotas con algo que está encubriendo se quiebra como una ramita. Hoy no iba a ser el día, porque que Brendon hablara implicaba que todo mi plan se iría a la basura (no hice mucho, pero aún así).

La noche continuó, Patrick seguía algo enojado, Ryan y Brendon parecían conocerse de toda la vida. Se reían a más no poder.

– Qué ridículo...– Susurró el rubio, pero yo lo escuché a diferencia de los otros dos.

– ¿De qué hablas..?– le pregunté– ¿No es bueno que se lleven bien?

Me miró aún enojado, lo que me hizo reír porque su expresión era la de un niño encaprichado. El ceño fruncido le llegaba hasta las rodillas y el puchero que hacía a veces desaparecía por apretar con violencia los dientes. Se cruzó de brazos sentado en una reposera en mi patio trasero.

– ¿Te traigo algo?– le pregunté amable.

Negó, mientras los demás continuaban riéndose en el mismo lugar.

La cosa se puso rara cuando Brendon apoyó una de sus manos sobre la rodilla izquierda de Ryan. Patrick no los vió, pero yo sí... Así que con una sola seña, se levantaron del suelo donde yacían divertidos.

Al notar que Ryan se levantó, Patrick se despertó de toda su ira.

– ¿Ya te vas?– Le preguntó.

Ryan y Brendon se miraron.

– Sí, pero iremos a seguir tomando por ahí...– Se excusó sabiendo que Patrick se negaría rápidamente.

Patrick bufó como un niño enojado y volvió a la misma posición en la que estaba. Posó sus manos entrelazadas en su abdomen y ahí se quedó, inmóvil. Pensativo.

– Dame las llaves de tu auto– Me ordenó el frentón.

Me las saqué del bolsillo trasero y se las dí como si nada, aunque no lo parezca, Brendon es muy cuidadoso con mi auto, porque sabe que si no lo tengo yo, él tampoco.

  – ¿Adónde vas?– le pregunté.

– Adónde no te importa– Me sacó la lengua y desapareció con Ryan por la puerta delantera.

Y ahí nos quedamos, a las... 5 de la mañana, aproximadamente, completamente solos. El sol hacía unos esfuerzos por apagar la oscuridad de la querida noche, y la luz de la luna se reflejaba con un dulce brillo en sus labios carnosos y hacía brillar las lágrimas pesadas que sus ojos evocaban cansados... Miré hacia otro lado, porque realmente quería llorar, tenía que ser fuerte.

  – ¿Qué pasa?– Me preguntó con su voz quebrada, tratando de ahogar sus sollozos.

Me limpié una lágrima e inmediatamente sonreí.

– No, no... Nada.

Obviamente no me creyó. Sólo continuó como antes. Callado, ahogándose por dentro en un mar de lagrimas saladas y ácidas. Jugando con sus dedos sobre su abdomen, suspirando de vez en cuando. Estaba lastimado y había sido mi culpa. Lo que más me entristeció fue el hecho de que "la mentira tiene patas cortas", en algún momento iba a descubrir todo e iba a comenzar a odiarme por arruinar su vida. Pero, por el lado bueno, era una oportunidad para empezar de nuevo, desde cero. Conmigo. Juntos. Patrick y yo.

Confused [Peterick].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora