Confused [Peterick].

15.

El pequeño se había alborotado realmente, solté sus muñecas y pensé que estaba metiéndolo en un gran lío. Mientras me hablaba, mientras yo intentaba secar sus lágrimas inútilmente porque él las limpiaba primero, pensé en... Finalmente, dejar ir ésto, porque estaba lastimándolo más de lo que yo creía o podía tolerar.

Ya le había quitado a su novia y lo había puesto por la fuerza en otro mundo. Estaba cómodo dónde estaba, pero yo tuve que enloquecer por él y... Arrancarle todo para hacerlo mío y hacer que se desesperara por mí. Quería adueñarme de su vida, quería ser dueño de todos sus suspiros y lágrimas también. ¿Por qué no?

Ya, otra vez, sentía la urgencia de tomar Ativan, porque estaba perdiéndome en sus ojos. Estaba a punto de soltarme con él y no quería asustarlo nuevamente... No quería.

Lo amaba.

¿Lo amaba?

Ni se me ocurrió evaluar el porqué de mis sentimientos. Simplemente nunca lo había visto en mi vida, y cuando lo hice... Me encantó hasta el color rojo intenso casi bordó de su sangre. Me encantó todo de él, hasta su voz que hasta quebrada y todo, era angelical.

Me tomé un segundo, respiré y le pedí que esperara.

Fui a mí cuarto y tomé su gorro que había creído perdido, volví a bajar.

–Creo que ésto es tuyo... –le dije y luego, lo puse sobre su cabeza.

Sus ojos cambiaron, él cambió de parecer. Me dedicó una sonrisita, y terminó de secarse sus lágrimas.

–E-Estoy confundido... –suspiró.

–Lo sé, y fue mi culpa... Perdón por el beso.

Me miró como si hubiese dicho algo malo, pero no iba a discutir conmigo. Se acomodó su gorro en la cabeza como más cómodo lo sentía y negó con la cabeza varias veces.

–Solamente di que está bien... O que no quieres verme nunca más... –le pedí– Aún así, volvería a buscarte... Ya lo dijiste.

No supo si reír o llorar, me miró confundido, incluso un poco más que antes.

–No me importaría volver a verte, de todas formas.

Me reí inconscientemente porque algo en mí decía que ambos dos nos habíamos metido en un gran problema del que no saldríamos fácilmente, Patrick sabía que yo lo buscaría si desaparecía y yo sabía que Patrick intentaría encontrarme si decidiera desaparecer.

Estábamos en problemas.

–Debería ir a casa... –insistió.

–No quiero que te vayas... –le dije.

–No quiero irme...

Y nos miramos unos segundos hasta que yo me acerqué a él y deposité un suave beso en sus labios. Fue un beso de cariño, de "te aprecio", de "te buscaría por mar y tierra si decidieras irte", de... Te esperaré lo que sea necesario. Lo tomé por sorpresa, no me lo correspondió, pero sonrió y se sonrojó levemente.

–Amigos –le dije.

–Estás loco.

–Sí, diagnosticado –agregué.

–¿Qué? –dijo sorprendido.

–Nada... –me reí.

No entendió el porqué de mi risa, pero también se rió, quizás por compromiso. Nos quedamos en otro silencio incómodo, como en el auto el otro día.