Una solitaria lágrima acarició mi mejilla hasta llegar a la comisura de los labios. Intenté coger aire, pero parecía que todo el oxígeno de la sala se hubiese extinguido.
El doctor recogió rápidamente sus cosas y se apresuró a marcharse. Justin lo siguió.
Me puse en pie y bajé al sótano a una velocidad vertiginosa, que me produzco unas cuantas arcadas. Me quité todo lo que llevaba puesto y me di una ducha sin esperar si quiera a que el agua se calentase. Cogí unos vaqueros ajustados, una camiseta holgada para disimular el vientre -plano, aunque yo notase como se hinchaba-, unas cuñas a juego y una rebeca. Me hice un moño -sin dejar ni un pelo fuera de lugar-, metí lo indispensable en un bolso y me dirigí a la planta superior.
Avancé por el salón sin hacer ruido y me dispuse a salir por la puerta principal cuando divisé a Justin apoyado en la cristalera que daba al jardín. Estaba tenso, lo sabía por la postura en la que se encontraba: hombros elevados, mandíbula dura, ceño fruncido. Lo observé detenidamente; su cabello rubio con mechones de pelo más oscuros, su piel blanquecina, sus ojos verdes, sus labios rosados, sus pómulos marcados, sus músculos duros, sus manos delicadas, él, mi amor verdadero. Un nudo se formó en mi garganta, haciéndome temblar. No quería dejarle, no podía...pero debía. Yo no lo podría hacer jamás feliz, yo no podría darle nunca la vida que él merecía.
Cogí una pequeña libreta azul que había en la mesita de la entrada y escribí intentando mantener el pulso:
"Ojalá pudiera darte lo que mereces. No te olvidaré jamás Justin, tú eres y siempre serás mi hombre."
Dejé caer el trozo de papel, y antes de que rozase el suelo yo ya me había ido. Mi corazón decía que aquello era una locura, que no sería capaz de vivir sin él, pero mi mente rechazaba todo eso, ella había ganado la batalla.
"Adiós Justin"
[POV JUSTIN]
¿Cómo ese estúpido médico había podido decir que mi hijo era un monstruo? Ese bebé era -junto a Gabrielle- lo más importante de mi vida, y ni un doctor ni el mismo Dios me harían dejar de pensarlo.
Subí a buscar a Gabrielle, debíamos irnos de allí cuanto antes.
-Cariño. -Me quedé helado, quieto en el umbral de la puerta.
No estaba. ¡¿Dónde se había metido?! El pánico me recorrió de arriba a abajo. Bajé a la primera planta de nuevo, nada. Me dirigía al sótano cuando vi el trozo de papel descansando sobre el parqué. Me agaché a recogerlo, y antes de leerlo sabía que era de ella, todavía desprendía su olor.
Leí la frase. Una, dos, tres, cuatro y hasta diez veces. No era capaz de asimilar lo que esta decía, era imposible que se hubiese marchado. ¿Lo era?
Una sensación horrible me sacudió el cuerpo. Sentí como cada parte de mi desconectaba, hasta que perdí el equilibrio y caí.
Esperé el golpe contra la dura madera, pero no llegó. Abrí los ojos y descubrí que unas manos me sujetaban con fuerza.
-Levanta machote. -No podía ser, él no.
-¿Aaron?
(Un año después...)
-Gabrielle, despierta. -Abro lentamente los ojos, la luz del medio día me ciega fugazmente.
-Agua, por favor. -Susurro con cierta dificultad.
Kathleen me ayuda a incorporarme. Siento como el bebé da patadas a mi vientre, haciéndome gruñir de dolor. Bebo el líquido de un trago, sintiendo por un segundo como mi garganta respira, para después volver a sentir la sequedad.
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Una nueva entre vampiros [TERMINADA].
FanfictionTodo se vuelve negro, siento como mi corazón aminora el ritmo, como mi sangre deja de circular, como me muero.