Treinta y siete

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-Creo que odio las fotografías en general.

Solté una carcajada y sostuve el almohadón contra mi pecho.

-En serio.-Continuó Rupert.-Tantos años sacando fotografías... Las odio.

Volví a reír.

-Es tu trabajo.

-Ya lo sé.

Se puso pensativo.

-A quién engaño, me encanta sacar fotos.

Sonreí. Él aprovechó para hacer una.

-Y me encanta esta preciosa modelo.

Se acercó a mí y se sentó en el borde de la cama.

Lo besé, enredando su cabello en mis dedos.

-Es difícil saber qué ha ocurrido más sobre esta cama.-Murmuró besando mi oreja.-Si la cantidad de fotografías que te he sacado pueden competir con la cantidad de veces que hemos hecho el amor.

Sonreí y solté el almohadón.

Él sonrió.

-De todas formas no he vuelto a sacarme fotografías desnuda desde antes de nuestra boda.

-Lo sé. Creo que prefería cuando tenía menos ropa para quitarte.-Murmuró desabotonando mi blusa y arrojándola al suelo.

-¡Oye! ¡Es prestada!

-Después la lavaré, nadie se dará cuenta.-Murmuró pegando su boca a mi cuello.

Jadeé y tiré suavemente de su cabello.

-No sé si sea la mejor hora para hacer esto... Los niños están en casa y...

-Shhh. Déjame hacerte el amor.

Me lo pidió con un tono tan tierno y poniendo una expresión de cachorro mojado tan adorable que sentí ganas de besarlo.

-Está bien.-Dije sonriendo.

Él festejó y tomó mi rostro entre sus manos para mirarme fijamente.

-Eres preciosa.

-Y tú tan guapo.-Susurré llevando mis brazos a su alrededor.

Me dejé caer de espaldas en la cama y él me besó con ímpetu, desatando un torbellino de emociones en mi estómago.

-Rupert...-Jadeé.

Sonrió. Sus labios no dejaban los míos.

Tocaron a la puerta.

Me apresuré a apartarlo de un empujón y a ponerme una camiseta recién planchada que había en una silla.

Él frunció el ceño y se acercó a la puerta.

Sonreí. Recordaba perfectamente qué iba a suceder.

-¡Feliz cumpleaños, papá!

Los niños entraron en tropel al cuarto. Helena y Ryan entraron detrás de ellos. Eran los únicos que comprendieron por qué mi camiseta era de Rupert y por qué la llevaba puesta al revés, por lo que sonrieron alzando una ceja y yo me encogí de hombros.

Rupert, sorprendido, los abrazó.

-¿Ya son las doce?-Pregunté.

-Sí, mami.-Contestó Emily.

Helena y Ryan fueron los primeros en saludarlo con un abrazo.

-Feliz cumpleaños, papá.

Invité a Helena a sentarse a mi lado. Tenía prácticamente veinte.

El fotógrafo [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora