04. THE WITCH.

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LA BRUJA.


              Era como si Aslan hubiera preparado el tiempo para algo malo, el cielo gritaba y agua caía de él. Los relámpagos se hacían notar en cada paso y los soldados que me escoltaban cada vez sentían más miedo de lo que pasaba al estar a mi alrededor.

Las leyendas eran ciertas, era una joven que condenaba a los hombres a su peor pesadilla. Era un don irreversible y que todos temían que utilizara en ellos, por eso era que guardaban una distancia prudente.


Cuando atravesamos el portón del castillo de los telmarinos, la lluvia se intensifico haciendo que los soldados saltaran en su lugar con miedo y por mi parte, sonriera con suficiencia. El agua hacia que mi cabello revuelto cayera sobre mi rostro y que el horrible vestido que llevaba pesara más de lo que aparentaba.

En cuanto estuvimos en medio del patio principal de una gran puerta salió un hombre vestido de traje elegante como los de la nobleza acostumbraban, rápidamente lo identifique como Miraz. Nunca lo había visto frente a frente, así que su presencia ante mi me causa algo de diversión.

- Las leyendas son ciertas, eres un mal presente en estas tierras, traes tragedia, ruina y desesperación –dijo el hombre que se hacía llamar rey ante los de su clase.

Solté una pequeña risa de diversión causando que él me mirara con repudio.- Me parece que te estás viendo en espejo, cariño.

- Mi pueblo a gobernado estas tierras por mucho tiempo y así lo seguirá haciendo por mas, ¿sabes porque? –pregunto acercándose a mí.

Aun no se borraba la sonrisa de mi rostro y mucho menos en el momento que sujeto mi barbilla con fuerza.

- Mi hijo subirá al trono después de que te mande a la guillotina.

Pose mi mirada sobre sus ojos y antes de que pudiera predecir mi siguiente movimiento, él sintió mi poder sobre él, consumiéndolo. Era como si le faltara el aire porque se había puesto pálido y no dejaba de jadear, intensifique mi poder y él cayó al suelo de rodillas sosteniéndose la cabeza mientras soltaba jadeos de desesperación.

El agua seguía cayendo a cantaros sobre nosotros mientras el hombre que se hacía llamar rey, se arrodillaba ante su peor pesadilla.

- ¡Llévensela!

...

El sonido de mi voz resonaba por el calabozo adquiriendo eco, era una voz dulce y melodiosa, cantando una canción narniana. Mi madre me la cantaba cuando estaba pequeña todas las noches, solía acompañarla de una flauta y era la mejor relación que pudiera existir.

- ¡Cállate! –ordeno el guardia de turno.- tus canciones me tienen arto.

Me levante del suelo acercándome a la reja para que pudiera verme con claridad, el hombre me miro sin expresión alguna por unos segundos y lo mire a los ojos.

- Entonces ayúdame a salir de acá –ordene sabiendo que a el hombre no le habían advertido de mi.- por favor.

- No... –tartamudeo.- puedo, no tengo las llaves.

- Consíguelas por mí, ¿quieres? –pedí en un tono dulce.

- Me ganare problemas con mi Lord si te ayudo.

- Él no tiene que enterarse... -susurre acercando mi mano a él para acariciar su mejilla descubierta.- será un secreto entre tú y... yo.

Sus ojos brillaban de un color anaranjado y sonreía como bobo, le sonreí de vuelta para terminar de convencerlo y al ver que emprendía su camino a la salida en busca de las llaves solté un gruñido de desagrado.

- Ella me lo pidió... -escuche la voz del hombre crear eco en el pasillo y me aleje de la reja.- mi señor, yo no quería traicionarlo... tengo familia, mi Lord.

- Eso debiste pensarlo antes de traicionarme –Miraz aparece al otro lado de la reja sosteniendo en una mano su espada y con la otra, la nuca del hombre que me mira temeroso.

- ¿Sabes lo que es ella? –le pregunta.

- No, señor –respondió con temor el guardia.

- Tu peor pesadilla –dijo Miraz dándole fin a la vida del guardia.

Lo deja caer al suelo como si fuera no le importara su vida y pasa sobre él para acercarse más.

- Aquel que ose mirarte a los ojos sufrirá las consecuencias de sus actos, ¿no es así?

- Si, lo hare ver sus peores pesadillas, lo hare desear la muerte misma –afirme acercándome de nuevo a la reja, él dio un paso atrás.- ¿me tienes miedo?

- Eres una bruja, hay que tenerte es asco –respondió con repudio.- ahora, si me disculpas debo esperar el nacimiento de mi primogénito.

Comenzó a caminar con dirección a la salida.

- Lo mejor de todo esto es que ellos volverán y tu reinado caerá, tu cuerpo una espada atravesara y la dichosa será, la mujer a la que acabas de repudiar –murmure las estrofas de su destino y él se detuvo a verme.

- ¿Quiénes volverán? –pregunto entre dientes sin importarle las otras palabras dichas por mí.

- Los cuatro reyes de Narnia –respondí sonriendo al ver su cara de sorpresa.

- Son leyendas –dijo firme y me dio la espalda.

- Yo también lo era, ¿no lo recuerdas?

- Yo también lo era, ¿no lo recuerdas?

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NIGHTMARE | P. PEVENSIEWhere stories live. Discover now