NIGHTMARE | P. PEVENSIE

07. THE HORN

07.

    EL CUERNO.

       - ¡Rápido, Caspian! ¡Sabe montar más una ardilla que tú!

Aunque hubiéramos dejado algunos telmarinos ahogándose en el rio, sabía que había otros que nos seguían aun y para suerte de nuestros males, Caspian era muy lento a caballo y sabía como agotar mi paciencia en segundos.

- Hago lo que puedo –respondió entre dientes.

Mire al frente detallando a lo lejos un brillo dorado, era como una especie de luz brillando. Charlisse había notado lo mismo porque se había detenido a observar eso.

- ¿Ves lo que veo? –pregunto.

- Sí, creo que es As-

No pude terminar mi frase porque Caspian había tomado un camino diferente al mío pasando por mi lado y lo peor de todo es que gritaba que lo siguiera como si el pobre ingenuo supiera más de los bosques narnianos que yo.

Gruñí dejando de lado la luz brillante y le ordene a Charlisse que siguiera al telmarino, ahora me llevaba mucha más ventaja, la suficiente para poder dar las ordenes él cuando nunca ni siquiera había salido de su castillo.

- ¡Caspian, detente! –grite cuando lo vi aproximándose a un tronco caído.

Aunque realmente ya era tarde porque cuando termine mi frase, la frente Caspian ya había impactado contra la dura corteza y estaba siendo arrastrado por su caballo por el camino. Eso me dio algo risa porque era una escena que me daba mucho gusto, era fascinante ver al torpe telmarino siendo arrastrado por su propio caballo. Sé que la situación no ameritaba que me riera de sus infortunios porque nos seguían los guardias pero debía hacerlo, parecía ser algo que sucedería una vez.

Cuando logro soltarse del caballo, yo ya estaba a unos pocos metros de él. Lo mire desde arriba mientras seguía disfrutando de su mala suerte y le ordene a Charlisse que se detuviera.

- No diré, te lo dije pero... te lo dije, Caspian –murmure bajándome de Charlisse.- ¿Alguna vez utilizas eso que llaman cerebro?

- No seguiste y pensé en otra ruta rápida –se defendió desde el suelo.

Lo vi hacer muecas de dolor mientras mi conciencia me decía que debía ayudarlo pero no, no iba a hacerlo, era un telmarino y ellos habían acabado con todo lo que tenía.

- Si me ayudaras tal vez sería-

Levante la mano en señal de silencio al ver una luz dentro del tronco de un gran árbol a unos metros de nosotros, me quede expectante de que algo pasara mientras mantenía una mano cerca de la empuñadura de mi espada. Caspian noto lo mismo porque se mantuvo en silencio hasta que un par de enanos salieron del árbol.

Narnianos.

Ellos al notar nuestra presencia se sorprendieron y al igual que nosotros, tuvieron el mismo pensamiento en mente.

Mantener las espadas cerca.

- Nos vieron –le dijo el enano de cabello rubio al otro.

Mire de erre ojo como Caspian tenía planeado tomar su espada pero eso solo hizo que el enano rubio se acercara a nosotros con su espada en tono amenazador, instintivamente desenfunde la mía aunque realmente no tenía planeado hacerles daño.

Solo quería evitar que sangre se derramara.

El enano se detuvo a unos metros al notar algo cerca de Caspian, incluso más cerca que la mismísima espada, seguí su mirada sorprendiéndome al ver el cuerno de la reina Susan en el pasto.

Eso era lo que Cornelius le había pasado a Caspian.

Podía sentirse la tensión del momento, porque era casi imposible e impensable que un telmarino anduviera por ahí con el cuerno de la reina Susan. Todos nos miramos indecisos del siguiente movimiento de cada uno.

Incluso cuando iba a decir algo sobre el descubrimiento, todos nos quedamos quietos al escuchar caballos acercándose.

- Encárgate de ellos –le ordeno el enano rubio al otro.

Él corrió hasta el lugar donde iban a aparecer los soldados mientras yo guardaba mi espada. El otro enano se me acerco observándome con cautela.

- Eres de la que todos hablan y nadie cree... -murmuro viéndome con la admiración en sus ojos negros.

- Soy Kassia –murmure viéndolo con el ceño fruncido.

Él iba a decir algo más cuando se fijó en Caspian, quien aprovechando el descuido del enano al admirarme y mi distracción, tenía el cuerno en sus manos y cerca de sus labios, directo a soplarlo.

- ¡No! –gritamos ambos pero como en todas las situaciones con Caspian, no me obedeció.

Soplo el gran cuerno provocando primero que los vellos de mi cuerpo se erizaran y luego empecé a sentir un dolor insoportable en mi cabeza, parecía que iba a explotar. Me la sujete aguantando las ganas de llorar y me deje caer de rodillas al suelo.

- ¿Que te sucede?

Escuche la distorsionada voz de Caspian pero sonaba lejana, luego la vista empezó a nublarse y no pude distinguir donde estaba, no hubo nada que evitara que cayera al suelo en un largo sueño.

Lo había hecho, había llamado a los reyes de Narnia.