Capítulo 5

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Capítulo 5


DAYANA (P.D.V)

- ¡No fue mi culpa! -Grité presa de los nervios mientras veía como mi madre metía toda mi ropa en las maletas- ¡mamá, te juro que yo no empecé!

- ¡Me da igual quién haya empezado, Dayana! -Gritó cuando se giró hacia a mí. Me asusté, jamás la había visto tan enfadada conmigo.

- Mamá, por favor, no me hagas esto -Susurré. Los ojos empezaron a llenárseme de lágrimas.

- Tú te lo has buscado, te lo advertimos -Dijo señalándome. Cuando se enfadaba sus ojos se aclaraban levemente, pero esta vez estaba irreconocible- yo también fui así cuando tenía tu edad, pero esto está pasando de blanco a negro. ¡Estoy harta de recibir llamadas de la policía a media noche! ¿No te sabes controlar? -Gritó- ¡dime! ¿No te sabes controlar? ¿No sabes lo que es mantenerte alejada de una pelea? ¡Contéstame, maldita sea!

- ¡Esa chica me provocó! -Grité yo también fuera de mis casillas- ¡le molestaba que me hubiese acostado con el chico que le gustaba y empezó a provocarme!

- ¡Pues a partir de ahora mantén tus piernas cerradas! -Gritó antes de sentarse en la cama y empezar a coger aire profundamente.

- Mamá, de verdad que lo siento -Susurré arrodillándome delante de ella.

- Esto no puede seguir así. Te quiero, eres lo mejor que me ha pasado en la vida, te lo aseguro, pero esto no puede seguir así. Tienes que cambiar, tienes que darte cuenta de que todo esto se te está yendo de las manos, de que no es posible que tengamos que ir a media noche a pagarte la fianza porque te han metido en el cuartelillo. Dayana, no puedo seguir así. Tu padre tiene la tensión por las nubes y tu hermano está creciendo en un sitio rodeado de gritos... ¿No entiendes que ya no podemos seguir así? te lo he dejado pasar muchas veces porque yo también tuve tu edad y era igual o peor que tú, y tu padre también. Pero es que... yo no puedo con esto Dayana, yo no puedo simplemente aguantar estas cosas porque yo también haya sido así. Tienes que darte cuenta de que no siempre van a estar tus padres ahí... así que de ahora en adelante estás por tu cuenta.

Se levantó de la cama y salió de la habitación sin decir una palabra más. Se me fueron las fuerzas y me quedé sentada encima de la alfombra tapizada que cubría el suelo de mi habitación. Las lágrimas que antes habían acudido a mis ojos ahora caían sin control y no podía detenerlas. Me había quedado sola... sola por mi actitud de niñata.

Me levanté cogiendo aire profundamente, y después de echar un par de cosas más en la maleta, la cerré y salí de mi habitación cerrando la puerta tras de mí.

- ¿A dónde vas? -Preguntó Jorge desde la puerta de su habitación. Me miraba con miedo, como si le asustase mi respuesta.

Dejé la maleta en el suelo y me agaché hasta ponerme a su altura.

- Voy a ir a quedarme un tiempo en casa de unos amigos -Dije mientras le agarraba de las manos. Quería a este niño con toda mi alma y yo misma reconocía que este no era el mejor entorno para que él creciese.

- Volverás... ¿verdad? -Preguntó con sus ojitos llenos de lágrimas. Aquellos ojitos que eran iguales a los de mi madre; un verde esperanza increíble.

- Por supuesto, enano -Reí mientras le revolvía el pelo. Aquella era la única forma de no dejar caer las lágrimas. Le echaría tanto de menos- ¿piensas que voy a dejarte solo?

- Mami te gritó mucho.

- Porque le duele que me vaya a quedar con unos amigos. Tu sabes que ella me quiere mucho, ¿verdad? -Le pregunté con una pequeña sonrisa. Mi hermano tenía que darse cuenta de que mis padres no eran los malos aquí.

¡Al diablo! te conseguiré rompiendo las reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora