Capítulo 7

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Capítulo 7


DAYANA (P.D.V)

El taxista paró delante de la gran mansión y me bajé mirando todo a mí alrededor con los ojos abiertos como platos.

- Señorita, tiene que pagarme.

Le solté el dinero en el sillón de atrás sin darle una mirada y cerré la puerta de un golpe. Aquella casa era tan grande que quitaba el sentido.

El taxi aceleró tras de mí y desapareció en menos de diez segundos. Estaba claro que el taxista había tenido ganas de terminar el servicio conmigo desde el mismo momento en el que me senté. Sí, no le caía muy bien a la gente.

Después de recomponerme por la monstruosidad de casa en la que vivía aquella chica, me acerqué hasta la valla que denegaba el acceso de gente de la calle a la casa y toqué el timbre en el cuál había una camarita.

- ¿Si? -La voz llegó alta y clara por el intercomunicador.

- Hola, estoy buscando a Maikel -Contesté.

- ¿Quién lo busca?

Solté un suspiro de exasperación. Los ricos eran unos paranoicos.

- Dayana, una amiga -Prácticamente lo gruñí.

- Espere un segundito -Se oyó un pitido y luego siguió el silencio.

Lo que me faltaba -Pensé exasperada mientras me apoyaba en la pared y me cruzaba de brazos. Había tardado toda la mañana en encontrar la dirección en la que vivía Maikel. Había entrado en facebook y lo había buscado entre prácticamente más de mil Maikel que vivían en Barcelona y ahora tenía que seguir esperando porque el niñito tenía un sistema de seguridad increíble.

La verja tras de mí se abrió y la misma voz de antes en el intercomunicador me dijo que podía pasar.

- Menos mal -Dije en voz alta. No sabía si me podía escuchar, pero por si acaso, me di prisa en entrar por si le daba por cerrarme la verja en las narices.

- ¿Qué haces aquí? -La puerta se abrió y Maikel salió antes de que yo hubiese levantado la mano para tocar.

- He venido a verte -Contesté alzando una ceja.

- ¿Cómo has conseguido mi dirección? -Preguntó frunciendo el ceño. Miraba hacia todos lados de manera paranoica.

- ¿Te avergüenza que esté aquí? ¿No sabes cómo decirle a tus estúpidos papaitos finolis que por las noches dejas de lado la gomina y te vuelves en un chico salvaje con ganas de sexo? -Pregunté haciendo una mueca.

Soltó una carcajada y se apoyó en la puerta para mirarme intensamente. Esa mirada azul era la que me había dejado prendada desde la primera vez que lo había visto. Este chico era un seductor y sabía que podía tener a todas las chicas que quisiese y no me avergonzaba decir que yo había caído porque cuando pruebas a este chico, te da igual todo lo demás.

- ¿Estás embarazada? -Preguntó una voz detrás de él. Rápidamente Maikel palideció y se puso recto mirándome fijamente.

- ¿Estás embarazada? -Habló tan rápido y tan asustado que le salió un gallo.

Solté una carcajada.

- Por supuesto que no -Oí dos suspiros. El de Maikel y el de la persona que estaba tras de él.

- Apártate -Dijeron. Era una mujer.

- Mamá, por favor...

Lo que me faltaba, la madre pijita que me iba a amenazar con que no me volviese a acercar a su hijo porque él tenía un futuro brillante por delante.

¡Al diablo! te conseguiré rompiendo las reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora