Capítulo 25: El plan

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Capítulo 25

AVALANNA (P.D.V)

Hugo comenzó a reírse y luego siguió vistiéndose mientras negaba divertido con la cabeza como si le hubiese dicho la cosa más graciosa del mundo.

-¿Qué te hace tanta gracia? –Pregunté mientras me cruzaba de brazos.

Avalanna, te has humillado pero bien.

-Tú. Tú eres lo que me hace tanta gracia –Sonrió- esperaba cualquier tipo de pregunta, menos esa. La verdad es que me has sorprendido.

Solté un bufido mientras me sentaba en la cama del hospital.

-¿Vas a contestarme o no?

Avalanna, ya deja de humillarte. ¿Por qué coño has hecho esa pregunta sobre la mafia? ¿En serio eres tan estúpida? Y en el caso de que fuese verdad, ¿crees que te lo iba a confesar?

-Claro, y también soy el nieto secreto de la reina de Inglaterra, pero ¡shh! Nadie puede enterarse –Dijo mientras ponía los ojos en blanco.

-Maldito engreído –Mascullé.

-¿Qué esperas que te diga? –Dijo mientras se giraba hacia a mí y se cruzaba de brazos- No soy de la mafia, ni Érika ni yo. Pero en el caso de que lo fuese ¿realmente crees que te lo diría?

Me mordí el labio y bajé ligeramente la cabeza avergonzada. ¿Por qué había sido tan estúpida?

-¿Qué te hace pensar que somos de la mafia? –Preguntó tras sentarse a mi lado en la cama para ponerse los zapatos.

-No lo sé... ustedes son demasiado raros. Me encuentro a Érika llorando en medio de la calle, cuando la lleva a mi casa actúa toda misteriosa sobre su pasado, luego apareces tú y nos apuntas con un arma y me amenazas. Después me dicen que son novios, y finalmente, ella desaparece y aquí estás tú, siguiéndonos la pista. ¿Por qué no iba a pensar que ella está huyendo de algo peligroso?

-¿Y ese algo peligroso tiene que ser la mafia? –Preguntó con una pequeña sonrisa.

Me molestaba que estuviese pensando que era una estúpida. Estaba claro que estaba pensando eso.

-No soy ninguna estúpida –Solté mientras me levantaba y ponía distancia entre nosotros.

-No he dicho que lo seas, solamente pienso que has sacado las conclusiones erróneas. No somos mafiosos.

-Son italianos y... son misteriosos. ¿A caso eso no puede llevarme a pensar que son mafiosos? ¡Todo el mundo conoce sobre la mafia italiana! –Prácticamente grité de la frustración. Necesitaba ayuda, estaba quedando como una completa estúpida delante de aquel chico. ¡Se estaba riendo de mí!

-¿Qué sea italiano me hace, de por sí, un mafioso? Eso es bastante... racista, ¿no crees? –Preguntó frunciendo las cejas ante mi lógica.

Me acerqué a la silla en la que había estado sentada con anterioridad, y me dejé caer en ella con un gesto de derrota.

-Lo siento, he sido una completa estúpida. Me he montado una película yo sola en mi cabeza y... he quedado como una auténtica loca –Suspiré.

HUGO (P.D.V)

-No tienes que disculparte por nada. La verdad es que si estuviese en tu situación, yo también hubiese sacado las mismas conclusiones. Bueno, tal vez no hubiesen sido tan precipitadas ni hubiese apuntado tan alto como para calificar a alguien de mafioso nivel La mafia Italiana –Reí.

Gracias a Dios que Avalanna se sentía tan humillada como para no darse cuenta de que estaba al borde de un colapso.

Cuando la había oído hacer aquella pregunta, estuvo a punto de darme un verdadero infarto. ¿Cómo cojones podía haber sido tan lista y haber llegado a aquella conclusión? ¿Tan previsibles éramos Érika y yo?

¡Dios! Me había dado un susto de muerte.

-Entonces... ¿qué es lo que esconden? –Preguntó tras unos minutos en el que ninguno de los dos articuló palabra- no es normal que esta chica se enfade con su novio y decida poner no solo tierra de por medio, si no mar también. ¡Estamos en la otra punta del mundo porque tuvieron una discusión! ¿De cuándo a dónde ha sido eso normal?

Solté un suspiro. ¿Qué cojones podía decirle? Avalanna tenía razón, las excusas de Érika eran estúpidas y yo... bueno, yo también era un estúpido por no haber preparado una coartada. Pero claro, mi intención nunca había sido encontrarme con ellos. Mi intención siempre había sido encontrar a Érika y llevármela sin tener que darle explicaciones a nadie.

-Nuestra vida está en peligro y Érika... bueno, Érika se empeña en decidir por sí misma sin darse cuenta de que separados, las cosas van a ser muchísimo peores. Tenemos que mantenernos unidos y ella sigue haciendo lo que ha hecho siempre, pensar en sí misma.

Bueno, no tenía que decirle toda la verdad ¿no? Podía dejar fuera la parte de la mafia. Podía dejar fuera toda aquella información que hiciese que Avalanna se pusiese en mi contra. Solamente tenía que traerla hacia mi terreno y ella misma me llevaría hasta Érika. Así, gastaría menos energía y evitaría algún que otro asesinato innecesario.

-¿Qué clase de peligro? –Preguntó mirándome con los ojos entrecerrados. Estaba claro que no se fiaba de mí.

-Peligro nivel asesinato –Confesé- Esta... banda nos ha estado persiguiendo por algunos meses y necesitamos ponernos a salvo. Érika desde un principio se empeñó en decidir por su cuenta, dejándome a mí detrás. Siempre he intentado estar a su lado, ponerla a salvo. Pero simplemente sigue alejándose de mí, poniéndome en constante peligro. A mí y a todas las personas por las que se rodea.

-La mafia los está persiguiendo.

Y dale con el temita.

-No, no es la mafia. A ver, no es la mafia como tú puedes pensar que es. Solamente es una banda a la que Érika jodió y bueno, ahora nos persiguen a los dos.

-¿Es culpa de Érika? –Su cara era un libro abierto y podía leer en ella perfectamente que estaba sorprendida de que la culpa fuese de Érika y no mía.

-Sí, Érika cabreó a un par de personas de esa banda y me arrastró a mí con ella. Su familia es muy poderosa, por eso se aleja tan rápido de los sitios. Aunque está claro que en esta situación, su familia no puede ayudarla. No tienen tanto poder como para eso –Dije encogiéndome de hombros- Érika y yo teníamos una relación y... bueno, ella era la niña rica italiana y yo el chico estúpido que se enamoró de ella y que al final, terminó en un tremendo problema. Y cada vez me veo envuelto en más problemas debido a que tengo que conseguir dinero para seguirla allá a dónde vaya. No puedo simplemente... dejarla sola. Y menos, cuando el hecho de que yo también esté huyendo, sea su culpa.

Era un mentiroso... ¡brillante! Dios, estaba demasiado orgulloso de mí mismo. ¿Qué mejor que el plan que tenía en mente? ¡Podía dejar a Érika como la mala y quitarme a estos chicos de encima!

Hugo, eres un genio. Si no fuésemos la misma persona, te besaría.

-Dios –Susurró Avalanna. Tenía un gesto de preocupación y eso me hizo bailar por dentro. Se estaba creyendo mi historia y a partir de aquí, todo iría rodado- entonces... en todo este momento, ¿Érika no estaba huyendo de ti?

-No –Susurré- estaba huyendo de los que la persiguen, yo solamente intento ayudarla. Pero ella insiste en dejarme atrás, dejándome en constante peligro. ¡Ella puede protegerse mejor que yo! Desde el primer momento que descubrí dónde estaba y las seguí a ambas, solo quería ponerla a salvo... conmigo. Nunca quise hacerle daño, ni a ti ni a ella.

-Pero recuerdo perfectamente como ese día ella te pedía que me dejaras ir, que no me hicieses daño.

-Se pensaba que la odiaba porque me había abandonado. ¿No viste al día siguiente lo bien que estábamos? Pero nuevamente fui un estúpido, me fie de ella y... me la jugó. Otra vez.

Lo que estaba diciendo no era una completa mentira, solamente... había cambiado un poco el matiz para darle más dramatismo. ¿Qué mejor que quedar como el pobre chico apaleado para que una chica se enternezca y decida ayudarte?

Prepárate Érika, porque esta vez... no tienes nada que hacer.


¡Al diablo! te conseguiré rompiendo las reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora