Furia

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Ahora no estoy de mal humor xD Salió más largo que el primer capitulo, lol. 

Advertencia; violencia contra un menor de edad. 

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Las noticias volaban con facilidad, y la pequeña visita que Minami le hizo a su padre biológico no pasó desapercibida. Los rumores sobre la paternidad de Sal se hacían más fuertes y descarados, todos hablaban del familiar de la bruja del mar que hacía años no veían y aseguraban jamás volverían a ver.

Era esos rumores y chismorreos en esquinas lo que llevaban a Minami a la habitación de Sal. El tiburón albino le había citado para conversar sobre algo importante, dijo. Minami aceptó, de nuevo dejándose guiar por curiosidad. Y porque quería ver que diría el mayor, el joven brujo sabía que se trataba sobre Samekichi, ya que no fue muy sutil con respecto a su visita.

Aun así, siguió al tiburón albino, queriendo saber qué le diría. Desde la visita familiar, Minami había vuelto a llamar a Sal por su nombre, siendo la única vez que lo llamó "padre" como un desliz; conocía a su verdadero padre, después de todo, no veía sentido en llamar a Sal por un título que no le correspondía.

—Fuiste a los calabazos—. Afirmó Sal, cruzándose de brazos. —No puedes ir ahí de nuevo—.

Minami arqueó las cejas con sorpresa. —¿Oh? ¿Por qué no? —.

—No es lugar para un niño—.

Se sostuvieron las miradas un buen rato hasta que Minami comenzó a reír; comenzó como una pequeña risilla que intentaba ocultar, hasta convertirse en una carcajada descarada. Se llevó las manos al estómago y sentía como lágrimas comenzaban a formarse en sus ojos por la risa. Abrió los ojos y señaló a Sal, para después volver a carcajearse. El tiburón le miraba en silencio.

Su apariencia infantil no era comparativa con la edad que poseía, cierto era que comparado con la mayoría de los habitantes del Mar muerto era extraordinariamente joven, pero hacía años había rebasado la edad que le correspondía físicamente. Era hilarante como Sal usaba esa carta cuando le convenía.

—Es lindo, como recuerdas que aún lo soy—. Dijo una vez se calmó, limpiando las lágrimas que se aferraron a sus pestañas. —Gracias, Sal—. Sonrió con alegría y burla.

El nombrado dejó salir un suspiro exagerado y se masajeó las sienes. Para después hincarse frente a Minami, dejando sus manos sobre sus propias rodillas. Frunció las cejas en un gesto acongojado y Minami juntó sus manos enfrente suyo, mirando al mayor y esperando a que continuara.

—Me preocupo por ti, no quiero que nada malo te pase—.

—Nada malo puede pasarme en un calabozo—.

—Ese sujeto—. Dijo Sal, haciendo referencia al otro tiburón. —Es peligroso, puede lastimarte—.

Minami rio. —¿Qué daño puede hacer si esta encadenado? —.

—No hay que tentar a la suerte; ha sobrevivido todo este tiempo, es obvio que planea algo—.

—Está vivo, porque mi mamá lo permite—.

La conversación paró, la falsa mirada de preocupación del tiburón cambió a una acusadora y molesta. Mientras que el pequeño brujo extendió su sonrisa, retando a Sal con la mirada. La mención de Wadanohara y su latente preocupación hacia Samekichi parecía ser un tema sensible para Sal, y Minami no lo dejaría pasar.

—Mamá lo mantiene vivo, por más vacío que se encuentre, ella lo mantendrá a su lado—.

—No sabes de lo que hablas—. Cortó Sal, levantándose y girándose, queriendo terminar la conversación.

Brujo carmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora