Siervo

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Era entrada la noche y Minami sabía que si seguía haciendo eso le terminarían cortando la cabeza antes de siquiera tomar posesión del título de brujo del mar, pero las cosas se movían inesperadamente rápido que tenía que lidiar con ellas de improviso, no era su culpa. Esperaba que la princesa lo comprendiera.

Caminaba con la princesa detrás intentando hacer el menor ruido posible, ambos en ropas de cama y la princesa con un humor horrible; aunque quién no lo estaría si la despiertan a las tantas de la madrugada para llevarla a los sucios calabozos. Minami podía sentir la afilada mirada de la princesa detrás suyo.

Cuando llegaron a la puerta, Minami la abrió y las bisagras rechinaron, Mikotsu apretó los dientes en forma de fastidio y su pez se revolvió con inquietud. Minami bajó el primer escalón y extendió su mano derecha, esperando a que la princesa la tomase. La gobernante lo miró con cejas fruncidas.

—Esta oscuro y no hay luces, mi princesa, no quiero que le pase nada—. Sonrió reconfortante.

Mikotsu permaneció observando el gesto un par de segundos hasta que al final la tomó. Elevó el rostro evitando hacer contacto visual con el joven brujo y Minami tragó la risa que quería brotar. Ambos sabían que era innecesario ya que la princesa usaba las ondas del mar para prácticamente flotar. Pero de igual manera aceptó la mano de Minami.

Cuando bajaron todos los escalones y se adentraron en los calabozos, Mikotsu miró con aire curioso el lugar, recordaba vagamente el lugar, ya que nunca lo visitó mucho en el pasado. Llegaron a la última celda y Minami empujó la puerta de barrotes, creando otro rechinido y captando la atención de la princesa.

Ingresaron y Minami se hizo a un lado, permitiéndole a la princesa ver a Samekichi. Mikotsu elevó una ceja al ver al tiburón contra la pared, y ladeó la cabeza curiosa cuando Samekichi le miró al rostro.

—Con que este es su estado—. Dijo el pez. —Nunca nos imaginaríamos que estaría tan decente—.

Minami rio bajo. —Me halaga que diga eso, princesa, pero su estado se debe a los cuidados que mi madre y yo le hemos dado—.

Mikotsu tarareó una afirmación, aún sin dejar de ver a Samekichi. —¿Esto es lo que nos deseabas mostrar, joven brujo? —. Preguntó el pez, girando hacia él.

—No, mi princesa—. Respondió y se colocó al lado de su padre. —La he traído aquí por petición de mi padre—.

—¿Su petición? —.

El menor asintió y miró de regreso a Samekichi. El tiburón observaba fijamente a Mikotsu, su mirada parecía distanciarse más y más y su recio gesto comenzó a flaquear. Desde su posición Minami podía ver como los ojos de su padre se mostraban llorosos. El menor sonrió y captó la atención de la princesa.

—Quiere unirse al Mar muerto—.

Mikotsu arqueó las cejas y su pez no pareció muy convencido. La princesa se acercó a Samekichi, el tiburón mirándola fijamente. Frente suyo, a menos de un metro, Mikotsu se elevaba imponente y feroz. Sus ojos muertos le juzgaban en silencio. Minami se movió lejos, observando desde la puerta de la celda con una enorme sonrisa.

—¿Es cierto eso, tiburón? —. Interrogó el pez, su grave voz esparciéndose por los oscuros calabozos.

Samekichi le sostuvo la mirada a la princesa, antes de bajar el rostro en sumisión. De la oscuridad salieron largos brazos blancos, escuálidos y resbaladizos, se veían con incisiones en la parte frontal y sangre caía de la herida, manchando las piedras y el cuerpo del tiburón. De manera lenta se enredaron en los brazos, el cuello, piernas y cola de Samekichi.

Desde la entrada Minami apenas y podía contener su alegría. 

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Wattpad dice que no se podrá votar durante un par de horas, que esta en mantenimiento. Pero con o sin mantenimiento no se puede votar a veces xD

Edit: Creo que ya se puede votar.

Brujo carmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora