Capitulo 8

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Soledad. Sentimiento de vacío, opresión, necesidad. Sensación de neutralidad, vacío...impotencia.

Como seres humanos que somos, en algún momento de nuestras vidas nos hemos sentidos solos, y digo "algún" por ser generosa e incluso optimista. Días atrás una de las personas más notables en mi día a día me pidió que escribiera sobre la soledad. Ella sorprendentemente dio por sentado que no indagaría ante semejante imploración, Había llegado a la fatal y errónea conclusión de que a lo largo de las seis horas en la que anteriormente estuvimos juntas no me había percatado de su triste expresión y su mirada distante sin emoción aparente profesionalmente escondida por una sonrisa amplia carente de sinceridad. Nada se puede esconder si la persona que tienes como contrincante una vez fue tu amigo e incluso confidente.- ¿Te sientes sola verdad?- Obviamente sabía la respuesta de aquella pregunta, el único motivo por la cual la formule era para saber si su respuesta coincidiría con mi hipótesis.

Dos días antes me encontraba mirando por la ventana absorta en mis pensamientos mientras veía desde arriba el patio de mi colegio. Visiblemente podía observar que todo el mundo estaba acompañado de personas, reían, jugaban, gritaban, lloraban o simplemente charlaban. Si me centraba un poco más ante dicho panorama, podría escrutar las caras de cada uno de ellos. No se veían felices del todo, unos jugaban entre otros por necesidad de estar en grupo y demostrar sus habilidades, al igual que las chicas que se encontraban en la parte inferior del patio; se contaban secretos entre ellas por compartir algo o llegar a tener algo en común. Otros simplemente se contaban cosas con la necesidad de ser escuchados por alguien o quizá, quien sabe .... comprendidos. A lo que voy es, que la gente necesita estar rodeada de alguien para sentirse seguro y aceptado, integrarse y sentirse importante o simplemente presenciado. Desde antes de nacer tú y yo la gente para sobrevivir necesitaba agruparse en grupos, cooperar entre ellos con el único motivo y más que suficiente de existir. Si te encontrabas solo eso quería decir que nadie te necesitaba, nadie veía en ti las expectativas suficientes como para seguir viviendo, nadie te quería como compañero, al igual que nadie te quería como amigo, y menos como persona. Tristemente ante esta situación tan fatídica nos cerramos a cal y canto sin posibilidad alguna de remediarlo, nos volvemos impasibles y nos resguardamos de las personas por miedo a ser dañados de nuevo, empezamos a desequilibrarnos para luego caer en el olvido. Es tan triste como cierto. La soledad es algo decadente y frío, te produce una estabilidad escalofriante y una constancia deprimente. Depresión, una vez que te sientes solo caes en la depresión, ese bucle de inseguridades y tormentos que te han ido agujereando poco a poco el amor propio que sentías y que escondías tan cuidadosamente debajo de tu segundo cajón, sepultado en un cofre. Una vez que pierdes eso, te pierdes a ti mismo. Empiezas a descuidarte y te haces amigo del dolor físico, el psicológico no lo quiero ni nombrar. Lo recibes con los brazos abiertos como si de un viejo amigo se tratase y empiezas a tener heridas, una a una, tantas como personas han pasado por tu vida y no llegaron a quedarse, lo bueno de aquello es que estas sí se quedaban, entonces encuentras placer ante semejante acto morboso. Te han hecho daño, esto ni siquiera es comparable. Poco después recurres a medicamentos que tienes que ingerir forzosamente como contexto de que así mejorará todo, que la soledad no es permanente. Que no estás solo. Unos compuestos químicos lograrán no hacerte daño, convertirán tus rutinas en suaves delirios y terminarás dormido encima de la cama porque son demasiado fuertes pero claro, es la solución a todos tus problemas

Empezarás a olvidarte de papá, mamá, Anita y te volcarás en la fluoxetina, ibuprofeno, tu psicólogo o tu intenso dolor y rechazo al mundo queriendo acabar con tu vida. Unas palabras tan ingenuas conseguirán replantearte tu mísera existencia. Soledad. Eso es la Soledad.

Llevaba diez minutos mirando el patio, una niña extraña me vio y me saludó con su pequeña manita.

Volví a sentirme acompañada.


Lo que jamás llegue a decirte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora